En palabras de la curadora Lucrecia Giménez "Un enredo de líneas continuas que mutan, se deforman y hacen otras formas sin forma que comienzan a tenerla por asociación o cercanía con algunas de las otras líneas dibujadas. Si se detiene la mirada y se hace foco en algún sector aparecen personajes, animales, reales o fantaseados, ficcionados, salidos de alguna canción. Santiago dibuja lo que escucha, lo que ve, lo que lee, lo que come, lo que viste o por dónde camina; dibuja su casa, su gente, los espacios que transita; dibuja lo que recuerda, lo que imagina, lo que se inventa. También los silencios e imposibles, generando vacíos y descansos. Dibuja sonidos y sensaciones, deseos y enojos, dibuja dormido los ruidos.
De manera azarosa o casual, sin demasiado pensamiento racional o intenciones, Santiago dibuja para sí y porque sí, para guardarse el mundo, para entenderse, para decir con la mano, con la gestualidad, con su cuerpo. Casi de manera automática el dibujo brota y se sucede, línea tras línea, capa tras capa y camina esta vez más allá de los bordes del papel de sus cuadernos, apropiándose del espacio vidriera que suma un velo más a las otras capas transparentes que se superponen, acentuando ese caos que se ordena cuando quien observa se detiene en algún instante y luego en otro más allá, o en su sombra o una mancha. Y así hilando líneas, creando historias nuevas se expande el sinfín de posibilidades de lecturas y sensaciones que a su vez se verán modificadas día a día con la luz de la calle o la del sol, o si es martes o domingo por la noche".