En las últimas tres audiencias se sumaron testimonios de sobrevivientes y testigos de lo sucedido en la comisaría que funcionó como centro clandestino de detención durante la última dictadura.
En estas audiencias 12, 13 y 14 del tercer tramo del juicio- los dos primeros fueron parte de lo que se conoce como Circuito Camps- en el que la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia es querellante, los represores acusados de perpetrar delitos de lesa humanidad sobre más de 112 víctimas, son José Ignacio Saravia Day, Jorge Antonio Bergés y Pedro Raúl Muñoz.
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de La Plata, integrado por Karina Yabor, Ricardo Basílico y Andrés Basso avanzó con la etapa testimonial del juicio que investiga los hechos de lesa humanidad perpetrados en la Comisaría 5°, que funcionó como centro clandestino de detención durante la última dictadura cívico militar.
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En el día 12, el sobreviviente Miguel Ángel Laborde, quien fue secuestrado el día 4 de febrero de 1977 en la localidad Tolosa de la ciudad de La Plata, y trasladado a un centro de detención donde estuvo una horas y luego siguió con la privación ilegítima de la libertad en el Destacamento de Arana, hasta el día 11 de ese mismo mes que fue trasladado finalmente a la Comisaría 5ta de La Plata. Fue liberado el día 27 ó 28 de abril de 1977.
“Estábamos haciendo una reparación, una ampliación en la casa ahí en Tolosa, calle 528 entre 6 y 7, y el arquitecto que estaba haciendo la reparación de la ampliación, se entera va a la Facultad de Exactas a decirme. Entonces yo fui y efectivamente estaba a Santiago con los vecinos y me comentan que se la habían llevado a Adriana. Y yo cometí uno de los grandes errores de mi vida, he tenido muchos errores, fui a la comisaría de Tolosa a hacer la denuncia de la desaparición de Adriana. Me retuvieron como 2 horas y cuando salí, tenía un Citroen 2CV, fui de nuevo a la casa que estaba la comisaría muy cerca, y bajan cuatro fulanos con armas largas de un Ford Falcon y me llevan”, empezó relatando Miguel.
El día del secuestro de su pareja Adriana Clavo, estaba embarazada de seis meses y tenían dos hijos, Martina de cuatro años que estaba en la casa de sus abuelos, y Santiago de dos que estaba con su madre pero lo rescataron los vecinos de los brazos de un represor aduciendo que era su nieto. Teresa nació cuando trasladaban a Adriana al Ex Pozo de Banfield en el asiento de atrás de un Falcon, y estaba maniatada y con los ojos vendados.
A su vez, también nombró a las personas detenidas y aquellas que hoy siguen desaparecidas, con quienes compartió cautiverio, como Jorge Bonafini, Rubén Fossati, Abdala, Guillermo Almarza, Blanco, Boneto, Gatica Caracoche, Inés Ortega y el nacimiento de Leonardo, sobre las condiciones de detención y cómo continuó su vida luego de la detención, ya que Adriana estaba con licencia por maternidad pero a él lo habían despedido de la Facultad de Ciencias Exactas por faltas injustificadas (estuvo detenido desaparecido desde el 4 de febrero hasta el 28 de abril) y decidieron mudase de La Plata a Temperley para rehacer su vida, y también ya en democracia su testimonio y el de Adriana en la CONADEP.
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En el día 13 prestaron testimonió de modo presencial Leticia Tori y virtual, Fernando Adamow. Leticia es una militante de DDHH y conoció a Fernando Ernesto Blanco Stradolini porque fue compañera de trabajo de su hermano y su papá que era el gerente del Banco Hipotecario. Su vínculo no había sido estrecho pero lo empezó a ser poca antes de la desaparición.
“Ya casi finales de año de 1976, para la fecha de la fiestas navideñas, él me pidió si yo podía alojarlo en casa porque se había enterado que habían caído muchísimas personas de su entorno y que la casa estaba marcada. Estaba muy asustado. Era una persona más joven que nosotros. En casa con mi pareja alojábamos militantes. Y le dijimos que sí”, relató Leticia.
Sus padres, Gregorio Blanco y Alicia Stradolini, vivían en una casa que les daba el banco y Fernando vivía con su hermano en una casa ubicada en calle 35 entre 22 y 23, “esta era la casa que estaba realmente marcada”.
Fernando era un militante barrial, militaba en la JUP y estudiaba Derecho en la Universidad Nacional de La Plata. Tenía 19 años cuando fue secuestrado durante la tarde del 28 de diciembre de 1976 en su domicilio de calle 35. Luego se supo de su destino, entre otros, por el testimonio de Luis Favero que compartió cautiverio en la Comisaría 5°. Su hermano, Adrián Eloy, también militaba en Montoneros, tenía 24 años y estaba haciendo el servicio militar en el Regimiento de Infantería 9 de la provincia de Corrientes cuando fue detenido el 29 de diciembre de 1976 y también se encuentra desaparecido.
Sobre el día del secuestro, Leticia relató que “el 27 de diciembre, a la tardecita, el padre le dice que tiene que ir a la casa de calle 35 para encontrarse con él y la mamá porque se tenían que ir a Monte Grande, a Buenos Aires. Fernando no quería bajo ninguna circunstancia ir hasta esa casa porque es más, le propuso en algún momento encontrarse acá en el banco, que era un lugar más seguro, pero el padre insistió en que fuera que el encuentro fuera allá. Así que bueno, yo lo llevo en el auto hasta allá. Y cuando llegamos el auto del padre no estaba en la calle, la casa no tenía garaje. Entonces se dio cuenta que el padre todavía no estaba, y él como que hubiera sabido. No quiso bajar en el momento y me dice: no, no, no, mi papá no llegó yo no bajo. ¿No me prestas el auto y yo doy vueltas hasta que vea el auto de él que haya llegado? Bueno, en el momento yo también me asusté y no sabía si tenía carné o no. Yo bajé del auto para quedarme con la madre en la casa y él se fue con mi auto con la excusa de que iba a buscar una carpa, me dijo que le dijera la madre que estaba por ir de campamento. Bueno, en un momento escuchamos que llega el auto del padre y atrás delo el padre llega Fernando con el auto mío. Se ve que estaba dando vueltas en la zona esperando que el padre llegara. Ahí salimos la madre y yo, nos encontramos los cuatro en la vereda, Fernando estaba apuradísimo por irse, decía vamos, vamos, vamos, y el padre retrasaba, estábamos en la vereda. Y yo me fui, por suerte me fui. Cuando llegué a la esquina ya me crucé con un patrullero que en ese momento no intuí nada, me lo crucé en la esquina”.
Luego narró cómo se fue interiorizando de la búsqueda del padre de Fernando, de los diversos movimientos que había realizado pero “nunca los declaró como desaparecidos, ni estuvo en contacto con los organismos de Derechos Humanos”. Eso recién sucede luego de fallecido el padre cuando su madre impulsa la reparación por desaparcaron forzada.
En segundo lugar, testimonió el testigo Fernando Eustaquio Adamow fue privado de su libertad durante la última dictadura cívico militar en dos oportunidades, en la segunda en la Comisaría 5°, el 23 de febrero de 1977. Ese día una patota entró al pasillo del restaurante que habían emprendido con su padres en la ciudad de Mar del Plata, él se acercó para evitar disturbios, lo metieron en vehículo y lo llevaron a una comisaría. Allí estuvo en un calabozo, encapuchado y atado de pies y manos dos días hasta que lo llevaron a La Plata. Allí fue interrogado, golpeado, experimentó los simulacros de fusilamiento, presenció todo lo acontecido en el CCDTyE Comisaría 5° y luego fue liberado.
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En la última audiencia del pasado 21 de noviembre el primer testimonio de modo presencial fue de Alejandro Ciancio de 61 años, hermano de Luis Alberto Ciancio Alegre.
Luis Alberto fue secuestrado junto a su esposa Patricia Dillon, el 7 de diciembre de 1976 y visto por sobrevivientes en el CCDTyE Comisaría 5°. Tenía 25 años, estudiaba en la Facultad de Ingeniería de la UNLP, trabajaba en Vialidad y militaba en el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). Patricia estudiaba en la Facultad de Letras y tuvieron un hijo, Federico, que hoy es músico, es especialista en arte barroca y dirige en el Colón.
“Pero mis hermanos y mi cuñada no lo pudieron ver eso. Parece un tema menor pero no lo pudieron ver. Y a la nieta que también es artista tampoco la pudieron ver. Ni siquiera disfrutarla un ratito”, dijo muy conmovido Alejandro.
Los restos de Luis Alberto fueron exhumados por orden judicial del Cementerio Municipal de Avellaneda donde había sido enterrado como N.N. e identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) en 2009. Luego se determinó que había sido ejecutado entre el 31 de enero y el 18 de febrero de 1977; y los de Patricia Dillon fueron identificados en el año 2012.
“Y mis viejos siempre a Federico le dijeron, a partir de los 7 meses porque lo habían dejado en casa, menos mal porque si no todavía lo estaríamos buscando, lo habían dejado en casa y de chiquito nomás él supo que sus padres habían sido secuestrados por la patota militar. Se lo había dicho mis viejos, que los militares se los habían llevado. Buen, era común en Berisso desapareció muchísima gente todo el tiempo y siempre habían auton dando vueltas por la zona, con lo cual engendraba bastante temor todo el tiempo y teníamos miedo que también secuestraran a Federico. Entonces había toda una cuestión como de doble vida”.
Luego Alejandro relató lo vivido en torno al hallazgo de los restos de su hermano y su cuñada, revalorizó el trabajo del EAAF y describió la reconstrucción de lo sucedido con ellos, y de esa manera “ahí encontramos y logramos bueno, tener a Luis y a Patricia otra vez con nosotros, de otra forma pero están”.
En último lugar, también de modo presencial el sobreviviente Daniel Eduardo Zerillo, quien hacía obras para un estudio de arquitectura ubicado en calle 17 y 55 donde estaban Francisco Díaz Pacífico, Guillermo Ramón Sobral “El negro” y José Lanzilotta.
“Después de terminar una obra, es decir la terminación de una obra que era lo que yo hacía, fui a decirle a Pacífico. Entonces como siempre entré a la casa de Pacífico, tiene una escalera muy empinada porque estaba en la planta alta, abajo había una casa que vendía máquina de escribir, eso está en la calle 17 y 55, llego arriba miro y hay un montón de gente y una persona sentada en el escritorio. El cual, la cual yo conocía muy bien pero el cerebro me lo ha borrado absolutamente. Es como que debe ser alguien que fue querido por mí o cercano a mí para que el cerebro me lo haya borrado. Es decir, en ese momento siento que me agarran del pelo y me golpean contra la pared y me ponen la venda. Me sientan en un sillón, me roban todo lo que tengo, el dinero que yo había cobrado de la obra, un reloj que me había regalado un tío mío y me tienen ahí. Y lo primero que me preguntan es si había conocido a alguien, se ve que esa persona quería saber si lo había reconocido”, dijo Daniel.
Luego de eso dijo que lo llevaron con los ojos vendados a un lugar donde ya estaban detenidos Pacifico y Sobral, y “una persona que decía que era Starita, un chico, que decía me pasearon por no sé cuántos lugares y tengo las piernas gangrenadas”. Y narró los interrogatorios, las torturas y los padecimientos de las condiciones de detención.
“A mí me preguntaron en la sección de tortura por Pacífico Díaz. ¿Qué clase de relación tenía yo? Yo les dije que eran peronistas, como una cosa natural. Es decir, yo soy peronista y del lobo, también como una cosa natural. Es como ser de La Plata, un club que nació con la plata y aparte el estadio del lobos lleva mí apellido, lo hizo mi abuelo”, dijo Daniel.
Finalmente, Daniel Zerillo relató conmovido el vínculo que había tenido con Díaz Pacífico, el homenaje que organizó en el Colegio de Arquitectos y cómo sintió que lo iban a matar cuando lo sacaron de la celda porque lo iban a liberar. “Pedí un cigarrillo porque sentí que lo único que me quedaba era eso: fumar un cigarrillo y en un instante traer toda la vida a la memoria”.
La próxima audiencia quedó programada para el jueves 28 de noviembre a las 11 hs y prestarán testimonio Ana María Caracoche y María Eugenia Gatica.