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MANSIÓN SERÉ IV / RIBA II

Dos nuevos testimonios en el juicio de lesa humanidad

Declararon Miriam Merino, hija de Enrique Merino, sobreviviente del accionar del terrorismo de estado, y la sobreviviente Laura Abadi.

Jueves 10 de Julio 2025
Dos nuevos testimonios en el juicio de lesa humanidad
Audiencia 26 del juicio de lesa humanidad

Derechos Humanos de la Provincia es querellante y acompaña a los testigos a través de la Dirección de Acompañamiento a Grupos en Situación de Vulnerabilidad en este juicio llevado a cabo este martes 8 de julio por parte del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 5 de San Martín, compuesto por la jueza María Claudia Morgese Martin, Silvina Mayorga y Walter Venditti,

Los hechos de lesa humanidad que se investigan son los ocurridos en el circuito concentracionario de la Fuerza Aérea, en la zona oeste del Gran Buenos Aires y que comprendía los centros clandestinos de detención Mansión Seré, RIBA (Regional de Inteligencia de Buenos Aires) y los que funcionaron en las Comisarías de Moreno, la primera de Morón y las Brigadas Aéreas I de Palomar y VII de Morón, entre otros.

Recordemos que tiene como acusados a Julio César Leston, Ernesto Rafael Lynch, José Juan Zyska, Juan Carlos Herrera y Juan Carlos Vázquez Sarmiento y es el resultado de la unificación de dos causas: una de ellas aborda 127 casos de víctimas de privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos, y tres homicidios en el ámbito del circuito represivo de la zona oeste del conurbano bonaerense; y la otra causa por privaciones ilegítimas de la libertad de tres personas.

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En esta jornada número 26 se escuchó el testimonio de Miriam Merino, hija de Enrique Merino, sobreviviente del accionar del terrorismo de estado, que se refirió a la segunda detención de su padre en el año 1977.

“No me acuerdo qué día fue, me cuesta recordar, siempre me quise olvidar de lo que pasó. Estábamos almorzando en casa, mi papá se paró de golpe y entraron militares armados, lo esposaron y se lo llevaron. Se quedaron revolviendo cosas, había militares en el fondo de la casa, al frente, rodeando la casa, había muchos militares. Había gritos, mi mamá gritaba. Yo debía tener 19 años, pero no me acuerdo que fuera tan grande. Estábamos mi papá, mi mamá, Elsa Beatriz Yombini, mi hermana, Marisa Graciela Merino y yo”, empezó testimoniando. 

“Después de varios días mi mamá supo que mi papá estaba en la comisaría de Moreno. No fue inmediatamente. No sé quién le dijo. Mi papá estaba con los radicales y había sido concejal. Le gustaba la política, camarillas que se armaban, política. Sé que fueron varios (compañeros) que habían estado presos pero no sé quiénes eran. Lo que sé es que primero estuvo solo en un cuartito oscuro, con olor a orina, y que después lo cambiaron y que había estado con otros presos”, dijo. 

Y agregó que sabía que cuando volvió estaba asustado. "Mi mamá estaba contenta porque no lo habían lastimado, le habían dado la comida que ella le había llevado, eso dijo ella. Muchos años tratando de olvidar y ahora no lo quiero recordar. No sé si no eran amigos del comisario, no digo amigos, pero me parece que se conocían. Un amigo que estuvo ahí y que él siempre nombraba era Tulisi. Otro no me acuerdo. Mi mamá trabajaba en el registro civil en ese momento, no sé lo que hizo”.

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El segundo testimonio fue el de la sobreviviente Laura Abadi quien relató: “Yo fui víctima de la última dictadura militar, de cautiverio, en la mansión Seré. Vivía en la casa de mis padres, Jacobo Abadi y Marta Usni de Abadi, en la calle Pueyrredón y French de la Capital Federal. En la madrugada del 23 de noviembre de 1977, golpearon a la puerta, mi hermano Samuel Eduardo Abadi, que dormía en el living, abrió la puerta, entraron 4 personas de civil, con armas importantes. Yo dormía en la habitación con mi hermana, María Victoria Abadi, entraron con mucha violencia, me dijeron que me vistiera y que me tenían que llevar. Me pusieron una venda y esposas. Después me enteré que mi familia, mis dos hermanos y mis dos padres, fueron encerrados en el baño. Mi familia es de origen judío y había elementos que despreciaron y los rompieron", relató. 

Y prosiguió describiendo que en ese momento lo tiraron en la parte de atrás de un auto, lo aplastaron, que creía había otro auto detrás, y que hicieron una recorrida como buscando más personas, siempre con mucha agresividad y muchos gritos, dijo. 

"En algunos lugares no encontraban a las personas y se desquiciaban. Me bajaron del auto, era un lugar muy silencioso, muy tranquilo, parecía muy lejos del centro, después supe que era la mansión Seré. Subí dos escalones, entré, fui por un pasillo. Me dijeron que tenía que colaborar. Me pidieron que me desnude, me desvestí, me pasaron a una sala, me empezaron a interrogar, me maltrataron. Me pusieron en una posición de indefención, acostada. Hubo una situación de abuso con un objeto, una cachiporra, algo así creo yo, mientras me interrogaban...No tenía ninguna conexión de  tipo político. Yo en 1974 ya no tenía contactos. Me preguntaban a quién conocía con mucha agresividad. Después me llevaron a la sala de abajo de la casa, grande, había un catre, y todo el cautiverio estuve ahí. Después compartí el cautiverio con otra chica más joven que yo, también estábamos vendadas. Sufrí torturas con picana, golpes. Después de la primera sesión de tortura, en un lugar donde había más gente, aparece un cura, un capellán que decía que teníamos que ayudar, decir todo lo que sabíamos, que no tomáramos agua y hacía alguna alusión a dios”. agregó. 

Y finalmente, conmovido, dijo que diariamente, o día por medio, sufrió torturas, golpes y picana en todo el cuerpo. Y que se escuchaban gritos, "se sentía la angustia de la gente en otras salas, porque había más salas en el piso de arriba, donde me subían para la tortura. Se subía por una escalera de madera. Era muy tormentoso. Siempre amenazando, en un momento hubo simulacros de muerte. Hasta que la última semana fue disminuyendo la tortura y ya para mitad de diciembre me liberaron y entiendo que también liberaron a Silvia, la chica que me acompañaba”.

“Después me di cuenta, hilando, de que figuraba en la libreta de un muchacho de Liniers de nombre Jorge Infantino, le decían El Tano. Yo lo había conocido muchos años antes y sé que a él lo habían secuestrado. Gustavo, después me enteré que su apellido era Mensi, con él en épocas muy anteriores habíamos tenido militancia secundaria. A Jorge sí lo vi, en alguna oportunidad sirvió la comida, yo lo vi y ahí me contacté con él”.

“Era muy difícil vivir  en Buenos Aires con el miedo de que me recapturen. Con mi hermana nos fuimos a Brasil y nos quedamos un año y dos meses allí, trabajando. Yo estudiaba medicina, se interrumpió mi carrera, ni bien volví pude retomarla... (se quiebra y le ofrecen detener el testimonio). No, siempre queda algo, lo fui resolviendo, quería ser médica, pediatra, trabajar en un hospital público y lo hice, tuve una vida bastante entera, pero eso está, no le puedo decir exactamente cómo está, a cada uno le impactó de manera distinta. Siempre estuvo eso de ocultar, de algo que no se decía, bueno yo viví con eso y pude vivir una vida íntegra”.

“Mi padre nunca lo pudo superar, siempre estuvo pendiente del teléfono, de que alguien llamara, mi hermano era muy sensible, no sé de qué manera lo habrá afectado también. Cuando mi hijo tuvo edad, pude decirle algo para que supiera más de la vida de su madre. Yo sobreviví”.

La próxima audiencia quedó planteada para el próximo martes 5 de agosto a las 9 hs.