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COMISARIA 5° III

Dos testimonios centrales en el juicio de lesa humanidad

Este jueves 5 de septiembre se llevó a cabo la quinta audiencia donde se avanzó con la etapa testimonial.

Domingo 8 de Septiembre 2024
Dos testimonios centrales en el juicio de lesa humanidad
Juicio de lesa humanidad Comisaría 5° III

El juicio alcanza a 112 víctimas y tiene tres imputados -Pedro Raúl Muñoz, Jorge Antonio Bergés y José Ignacio Saravia Day-, ya que los ex policías Cecilio Reinaldo Gómez y Néstor Ramón Buzzato fallecieron antes de llegar a esta instancia.

La Subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires es querellante en el juicio que está a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°1 de La Plata.

El subsecretario de Derechos Humanos provincial, Matías Moreno participó de la audiencia donde testimonió Carlos Leonardo Fossati Ortega, actualmente coordinador del Espacio para la Memoria Ex Comisaría 5ta. de La Plata y querellante en este juicio.

Leonardo es hijo de Rubén Leonardo Fossati y de Inés Beatriz Ortega. Ambos fueron detenidos en la vía pública el 21 de enero de 1977 en la localidad de Quilmes y aún continúan desaparecidos. Rubén militaba de la Juventud Universitaria Peronista; Inés, en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), y al momento de su detención estaba embarazada de siete meses.

El 11 de agosto de 2005 los resultados genéticos confirmaron que Leonardo Fossati era hijo de ambos y que había nacido durante el cautiverio de su madre el 12 de marzo de 1977 en la cocina de la Comisaría 5ta de la ciudad de La Plata. La pareja también fue vista en el centro clandestino "Pozo de Arana", y a ella también, en la Brigada de Investigaciones platense.

Luego del parto, asistido por el médico policial Jorge Antonio Bergés, los guardias se llevaron a Leonardo y prometieron entregarlo a la familia biológica, pero eso nunca sucedió.  

 

De este modo, Leonardo Fossati hizo hincapié en su historia de vida, la restitución de su identidad y la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo.

“Siempre tuve dudas sobre mi identidad, desde chico. Desde chico uno no las interpreta como tales, pero se van expresando a modo de diferentes formas, en juegos y demás. Pero a medida que fui creciendo y entré en el colegio secundario, me daba cuenta que iban tomando forma de dudas y que era muy evidente o muy posible que yo no fuese hijo biológico de la familia que me crió. Porque no tenía ningún parecido físico a ellos, ni a mi hermana de crianza; yo tenía una hermana de crianza que tampoco era hija biológica de la familia que nos crió; porque ellos eran bastante mayores en líneas generales, tenían la edad de los abuelos de mis amigos; porque teníamos muchísimas fotos de recién nacidos y de las diferentes etapas de nuestras vidas, de la infancia, de la adolescencia y demás, pero no había ni una foto de ninguno de los dos embarazos”, empezó relatando Leonardo.

A su vez continuó relatando cómo fue consolidando esa idea, sobre todos desde el secundario, que había una enorme posibilidad de no ser hijo biológico de quienes lo habían criado, la relación con la verdad ya en su nuevo rol paterno y su acercamiento a Abuelas de Plaza de Mayo.

“A la vez fui formando una idea dentro mío, porque no lo compartí nunca, que bueno, si no era hijo biológico de esta familia evidentemente era porque mi familia biológica me había abandonado. Y con ese pensamiento me quedé mucho tiempo hasta que fui papá muy joven, en el año 97 con 20 años, y este tema empezó a tomar otra relevancia porque empecé a entender que mis dudas sobre mi identidad ya no eran solamente mías sino que se las podía estar heredando a mi hijo, y  también quería saber en qué circunstancias una persona se ve de algún modo obligada de entregar a su hijo, ellos en ese momento siendo padres. Entonces ahí empecé a interesarme más y a investigar más sobre esto. Hablé con una tía de crianza, la cual me confirmó que yo no era hijo biológico de este matrimonio y que a mí me habían ido a buscar a la casa de una partera que vivía en el barrio, y que venía de una historia de abandono. Que una chica muy joven que había venido a estudiar a la ciudad de La Plata había quedado embarazada y no quería tener a su hijo y en esta casa donde atendía la partera donde el barrio la conocía porque atendía ahí partos y abortos, me fueron a buscar y así caí en esta familia. Eso es lo que me cuenta esta tía de crianza, que después corroboro y me cuentan lo mismo las personas que me criaron. Con esa idea fui a buscar a la partera, me enteré que la partera ya había fallecido y como no fue una adopción fue una apropiación, hubo una falsificación de documentos, no tenía rastros ni registros para seguir la búsqueda. Así que en marzo del 2004 me acerqué por primera vez a Abuelas de Plaza de Mayo, a la filial de acá de La Plata con dudas sobre mi identidad y les conté mi historia”, continuó Leonardo.

En la línea temporal, luego de ese gran paso Leonardo fue expresando las distintas etapas que fue atravesando y los interrogantes que se fue planteando en torno a la recuperación de su identidad, el encuentro con toda su familia y todas sus historias vividas, la asunción de comunicarle a su hijo que en ese entonces tenía 8 años. “Fue todo un proceso que, creo yo, que como es el proceso de la de cada una de las personas continúa el día de hoy”. Pero también saber de los familiares fallecidos, como sus abuelos, los padecimientos y enfermedades como consecuencia de las desapariciones.  

Finalmente, relató su encuentro con Estela de Carlotto y el día que participó de la visita ocular a la ex Comisaría 5°, como también haber podido acompañar a Abuelas en el marco del juicio Circuito Camps, su rol como Nieto recuperado 81 difundiendo su experiencia y el trabajo de la Asociación.  

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El segundo testimonio fue del sobreviviente Carlos Alberto de Francesco. Hoy tiene 80 años y cuando tenía 32 era docente e investigador de la Facultad de Química y Farmacia de la UNLP y fue secuestrado en La Plata el 9 diciembre de 1976 en la calle 47 entre 1 y 115, cuando se encontraba almorzando en el bar del Centro de estudiantes de la Facultad de Ingeniería. Ese día un grupo de 15 personas, todas armadas y vestidos de civil, entraron, lo detuvieron, le vendaron los ojos, lo subieron a un auto y pasó por los Centros Clandestinos de Detención Destacamento de Arana y Comisaría 5°.

Carlos Alberto no militaba en ninguna organización política, fue interrogado y estando detenido conoció a un joven estudiante de la secundaria del Colegio Nacional de la UNLP, de apellido Villarreal, que recuerda estaba aterrorizado y le contó que lo habían detenido en el kiosco de calle 1 y 49 luego de un ensayo para una festividad estudiantil.

Esa primera noche, en un sitio que luego Carlos Alberto identificó que era Arana, escuchó los gritos de las torturas y la picana eléctrica que al otro día le iban a aplicar a él. Allí estuvo una semana, recordó el deterioro físico en que se encontraban los cerca de 20 o 30 personas con quien tuvo contacto, y luego fue trasladado a la Comisaría 5° con lo cual calcula haber contado unas 200 personas detenidas.

“Nos daban de comer cada dos o tres días. Yo ahí bajé unos 20 kg”, dijo; y continuó describiendo lo experimentado con un esfuerzo y nivel de detalles asombroso para quién ha padecido en carne propia sucesivas torturas.

Luego recordó que entre los detenidos había muchas parejas, y que una que recordaba porque los conocía, habían compartido departamento y eran colegas, eran Miguel Ángel Laborde y su esposa Adriana Calvo, licenciada en física que estaba con un embarazo avanzado. Y que también estaba otro colega, Mario Félix.

“Había otras detenidas embarazadas, y bueno, ahí nos llegaba información de lo que transcurría dentro del lugar donde estaban detenidas las mujeres, y así, digamos que el hecho más relevante fue el nacimiento de un chico en la comisaría, en la mesa de la cocina, y ese chico era Leonardo Fossati. Y se daba una cosa muy particular, o sea el padre de ese chico y su esposa que habían sido detenidos…Y resultó ser que el padre de este chico que fue padre ahí, era una ordenanza del departamento de Física y por supuesto que Adriana Calvo lo conocía porque era su Facultad y los químicos también lo conocíamos porque nosotros teníamos varias materias de física, cursamos ahí, y este señor Fossati era ordenanza, muy querido por todos nosotros, por los estudiantes, porque tenía años ahí”, relató Carlos Alberto, que fue liberado cerca del 12 o 13 de abril de 1977.

 

La próxima audiencia quedó programada para el jueves 12 de septiembre a las 11.30 hs, y avanzará la etapa testimonial.