Este viernes 6 de mayo se realizó la 6° jornada del juicio con la presencia del TOF N° 1 en Tandil. Previamente se realizó la inspección ocular en el ex CCD.
También se pudo percibir el alto interés en la comunidad, en las ciudades vecinas y el compromiso de les estudiantes, quienes realizaron actividades e intervenciones en la plaza y el edificio del rectorado. Para quienes vienen luchando para que el juicio se realice enteramente en la ciudad sintieron que “la justicia se hizo presente” para que la “verdad se conozca”, destacaron la presencia de jóvenes que “quieren saber porque se relaciona con su presente y cómo construyen su futuro”.
En la oportunidad, organismos de derechos humanos, militantes, víctimas y familiares renovaron el pedido para realizar todos los actos en la ciudad de esta misma manera. Además, insistieron en que el proceso puede y debe ser acelerado, tal como asegurar su publicidad por los medios disponibles actualmente, como se lleva a cabo en otras causas de lesa humanidad en curso por medio de plataformas virtuales de libre acceso.
El juez Nicolás Toselli presidió el tribunal que integra junto a los magistrados Fernando Machado Pelloni, Luis Imas y la jueza suplente Sabrina Namer; y fue el encargado de anunciar, al cierre, que el debate se reanudará el próximo 20 de mayo en Mar del Plata.
En cuanto las declaraciones del día, estuvieron relacionadas a la detención ilegal y tortura de Conrado “Dino” Marzocca, reconocido farmacéutico tandilense fallecido en 2013. Dieron testimonio su esposa María Esther Hidalgo, su hermana Petra Marzocca, su hija María Lucia y sus hijos Conrado Mario y Pedro.
María Ester Hidalgo relató que los militares se llevaron a Conrado junto a su empleado Jorge Baliño, de la Farmacia ubicada en la esquina de Marconi y Alsina. Luego detalló cómo allanaron su hogar mientras la mantuvieron recluida en una de las habitaciones junto a sus niños y niñas. María Ester y Conrado tuvieron 5 hijos, en ese entonces ella cursaba el sexto embarazo. Durante algunas semanas no tuvo noticas acerca del paradero de su esposo. La familia realizó gestiones y trató de ubicar a Conrado, sin embargo, fueron infructuosas, hasta que le avisaron que lo fuera a visitar a la cárcel de Azul, estaba a disposición del PEN (Poder Ejecutivo Nacional). Su marido nunca le contó padecimientos para “salvaguardar la salud física y la paz interior” ella no quiso preguntar “las marcas estaban en el cuerpo para toda la vida”. Luego describió la época como “anterior a la edad media, dejamos de ser ciudadanos, ni un habeas corpus se podía presentar”, y agradeció la posibilidad de “traer luz sobre la oscuridad de tantos años”.
Conrado Mario y Pedro, tenían 10 y 7 años respectivamente, cuando ocurrieron los hechos y describieron sus recuerdos mezclados con el relato familiar. El más vivido es la fortaleza y el ostracismo de su padre, quien “tuvo que cargar esa cruz”, guardó silencio de su tormento y se recluyó en el trabajo. Destacaron que logró criarlos en libertad, sin rencores ni odio. María Lucía, que entonces tenía 9 años, señaló que la incertidumbre era lo que primaba en ese tiempo. Los adultos hablaban y ella siempre preguntaba dónde estaba el padre. Y fue cuando tenía 17 años que escuchó por primera vez el relato de las torturas, que su padre las llamó: “refinamiento de la maldad”.
En cuanto a Petra Marzoccadio, testimonió sobre lo ocurrido en 1976 con su hermano “Dino”, pero también hizo referencia a sus hermanos Ángel y Mario, víctimas de la última dictadura cívico eclesial y empresarial, quienes permanecen desaparecidos. Para contextualizar, señaló que como jóvenes de esa época estuvieron profundamente influenciados por “el mayo francés” (1968) y buscaban dónde participar para trastocar el estado de las cosas. Su hermano Conrado se unió al Partido Socialista de los Trabajadores (PTS) donde se daban debates ideológicos y teóricos. Para ilustrar la situación contó que, el día del allanamiento, se llevaron del hogar bibliografía marxista, un poster del Che y otro la Masacre de Trelew (1972). Su cuñada refirió a la publicación del hecho en el diario local “Nueva Era”, donde fue consignado como “operativo antiterrorista”. Sumó al expediente el recorte periodístico como muestra de la complicidad de la narrativa mediática.
Durante su testimonio realizó una detallada caracterización de la sociedad tandilense de la época. Dinámica, industrializada y en crecimiento constante, con obreros que comenzaban a organizarse para redistribuir y asegurar la movilidad social de la clase trabajadora. Cuando asumió la búsqueda de sus hermanos desaparecidos pudo constatar en primera persona la connivencia del empresariado local, los industriales, los cuerpos militares y la iglesia. Luego de las averiguaciones, concluyó que sus hermanos ya no volverían ni aparecería y emprendió la tarea decírselo a sus padres: “luego de eso mi padre no habló nunca más”.
Petra contó su experiencia, como perseguida política, en el auto “exilio interno”, una reclusión voluntaria en el sur argentino, para proteger la propia vida y la de su familia. En el retorno a su ciudad natal, sufrió segregación, “sobreviví como pude, críe a mis hijos ydesarrollé mi profesión”. Cuando asumió la militancia por los derechos humanos encontró “otro Tandil”, de buena gente que aún conserva como amigos y amigas.
La jornada fue retrasmitida el Centro de Investigación y Posgrado de la Facultad de Derecho de la UNICEN, en Azul. Recordemos que este juicio abarca los delitos cometidos en la ex estación del Ferrocarril Provincial, la Comisaría 1ª, la cárcel No 7 de Azul.
Nota realizada por Soledad Restivo (Agencia Comunica / RU 90.1/ UNICEN) en el marco del convenio entre la Subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires y la Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires (UNICEN)