Buenos días a todos y a todas. En primer lugar, quiero agradecerle a la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza. La verdad es que recibió un municipio, más de cuatro años atrás, donde hacía mucho tiempo que no había Estado, que no había presencia y, sobre todo, en los sectores más vulnerables, en los barrios populares, en los lugares más complicados de Quilmes. Y la verdad es que la intendenta no sólo cumplió el mandato que le dieron, sino que diría que lo sobre cumplió porque no para un minuto de trabajar, de ponerle, de meterle, de caminar; en los peores momentos, cuando hay dificultades que no son de su responsabilidad, Mayra está ahí. Así que un agradecimiento también de este Gobierno de la Provincia de Buenos Aires porque nos permitió hacer un mejor gobierno con su trabajo y su compromiso. Y parte de eso se ve hoy acá.
Hemos estado hablando de estas escrituras, primero nos emocionamos con Silvina Batakis, nuestra ministra de Viviendas, con el ministro de Justicia, Juan Martín Mena, y con Mayra, viendo los videos de las entrevistas, donde cada uno y cada una expresaba lo que siente cuando recibe algo que uno dirá es una carpetita, un papelito, por qué lágrimas, por qué emoción, por qué tanto puesto ahí. Y hay algo que no se conoce tanto, pero que es muy importante, es una característica en la provincia de Buenos Aires. Hay problemas de acceso a la vivienda propia, grave, hay problemas con los alquileres. Pero hay un problema que no es tan visible, que es que una vez que se accede a la vivienda, después de muchas peripecias, de mucho sacrificio, de muchos esfuerzos, de haber conseguido la vivienda propia, y falta algo. Falta el título.
Para completar el derecho a la vivienda tienen que estar los papeles, tiene que estar la documentación, tiene que estar la escritura, porque de otra manera la vivienda está, ustedes la habitan y, sin embargo, jurídicamente, legalmente no está constatada esa propiedad de la vivienda. Lo decía nuestro anterior ministro de Justicia, Julio Alak, y a mí me gustaba cómo lo decía: “una vivienda sin escritura es como alguien que no tiene DNI”. Falta la consolidación y también la constatación de la pertenencia de esa vivienda, y eso genera muchos problemas.
Visto de afuera, uno tiene la casa, la casa es la misma. La habita, a veces hace años, a veces hace décadas y, sin embargo, como no está el título, se pierden posibilidades. La casa es la misma, pero hay problemas para varias cosas. Primero, en casos muy extremos que, por suerte, no pasan tanto. Pero una usurpación, una ocupación, una pérdida de la vivienda, constatar la titularidad de la vivienda, la cuestión dominial. Y bueno, obviamente, con la escritura es en un segundo que se demuestra que la casa esa es propia. Sin la escritura se vuelve complejo, delicado, algo que es simple y sencillo.
Después, está el tema de usar la vivienda como instrumento, como resorte, como palanca. Una vez que se accedió a la vivienda, para hacer una ampliación, para seguir un proceso educativo, ir a la universidad, o comprarse un vehículo, un instrumento. La vivienda que es una pertinencia, que es parte del patrimonio, sirve como garantía para poder acceder a créditos que permiten, a su vez, escalar un escalón más. Y, al no tener el título, eso no se puede hacer. Ahora ustedes tienen la posibilidad de acceder a un crédito bancario que antes no tenían y entonces poder seguir desarrollándose, ir progresando en la familia, o afrontar algún tema personal, familiar, o lo que sea. Así que, la vivienda es la misma, la casa es la misma, se habita sin el título, no se puede emplear para seguir caminando, para seguir yendo para adelante.
Algo que tampoco se dice mucho, pero si tienen que vender la casa y no tienen título, no es que no se pueda vender, pero se castiga el precio. Repito, la casa es la misma, los ladrillos son los mismos, la ubicación es la misma, las ventanas son las mismas, pero vale menos sólo por no tener este papel. Por eso, muchos no entienden la importancia.
Una vez que se tiene la escritura aumenta inmediatamente el valor de la vivienda que a veces se castiga en un 20 o 30 por ciento. O sea, es muy injusto, porque el sacrificio ya lo hicieron, la casa ya la tienen, pero al no tener la escritura son castigados. Y por último y creo que lo más importante, está bastante vinculado, una cuestión casi simbólica y emocional. La casa es mía, ¿por qué no tengo yo el título de propiedad? ¿Por qué yo no puedo? En Argentina todos conocemos la frase de la que tanto se habla: seguridad jurídica. Pero cada vez que se habla de la seguridad jurídica en la República Argentina es para un gran inversor, una multinacional, un gran empresario, que en general lo que piden es que no le cobren impuestos o que los dejen hacer lo que les plazca —y a eso llaman seguridad jurídica— o que se lo mantenga aparte y afuera de cualquier dificultad que tenga el país.
Bueno, yo quiero lo mío, la mía es mía, entonces me lo tiene que garantizar el Estado, yo no invierto porque no hay seguridad jurídica. Esta historia es bastante dura en la Argentina porque, por ejemplo, cuando se hicieron los ferrocarriles en el siglo XIX, resulta que a los empresarios que vinieron a invertir, empresarios ingleses en general, extranjeros, se les daba la llamada seguridad jurídica. Se le garantizaba una ganancia. Ellos hacían el negocio, invertían, pero el riesgo era cero. Les aseguraban que iban a ganar determinado porcentaje, y si no lo ganaban con el negocio, si no lo ganaban con los pasajes, si no lo ganaban con la carga, se los aseguraba el Estado. Miren qué seguridad jurídica, invertían pero no tenía ningún riesgo.
Pero parece que la seguridad jurídica fuera patrimonio solamente de los grandes empresarios, de aquellos que pueden condicionar, de aquellos que escriben a veces en los diarios y que presionan para que se saquen leyes garantizándoles beneficios y a veces privilegios que un empresario cualquiera nunca tiene.
Esto les garantiza a ustedes algo tan claro, tan obvio y tan evidente como esto: que si la casa es de su propiedad tengan el título y nadie se las pueda sacar. Eso es seguridad jurídica, pero no para empresas extranjeras, para los y las bonaerenses, para los sectores populares, para las y los laburantes, para los que tienen una casa con todo ese esfuerzo. Es lo que han logrado y merecen la misma seguridad jurídica.
Eso es justicia social también, que se haga transversal y universal, más allá de esa presunta proporcionalidad como que está más protegido el que más tiene. Debería ser al revés. Así que, en ese sentido, muy importante y se expresa en el último factor, que creo que es el que genera más sensibilidad con el tema de la escritura, es el tema de dejársela a las generaciones que vienen, de poder legarla, que sea parte de la herencia, que eso no sea un problema, que pase de una generación a otra, que forme parte del esfuerzo que los padres hacen para que los hijos estén mejor. Eso, que los hijos puedan estar mejor que los padres, en Argentina tiene un nombre y se llama peronismo.
Y eso necesita el reconocimiento de la escritura? ¿Por qué 100.000 familias de la provincia de Buenos Aires formaron parte del programa Mi Escritura Mi Casa? ¿Por qué la Escribanía General de Gobierno, el ministro de Justicia y la ministra de Vivienda siguen trabajando para seguir reconociendo? Porque hay mucha, pero mucha gente en la provincia de Buenos Aires que no tiene, todavía, la escritura propia. ¿Qué es lo que siento con respecto a esto? Que nos viene a proponer un modelo sin Estado. El Estado vendría a ser la fuente y el causante de todos los males. Nos dijeron que el Estado es una asociación criminal. Que todas las dificultades, todos los malestares, todos los problemas que podemos tener y, muchos de ellos reales, son culpa del Estado. Entonces ahí tenemos a quién pegarle, andaba con un palo contra una piñata que expresaba una parte del Estado argentino. Y dice el presidente actual de la Nación, que se presentó a elecciones para ser el jefe del Estado, pero que viene a destruir.
Hace poco nadie hubiera dudado de que en la Argentina defendemos el derecho a la educación, entre otras cosas porque está consagrado por nuestra Constitución Nacional, porque es, no la Ley Bases o no sé qué cosa, es la Constitución de los argentinos y las argentinas, no hubo que pedirle asesoramiento a ningún austríaco para que escribirla; se escribió después de un proceso de unificación nacional y es parte del fundamento de nuestra convivencia, de nuestro vivir y, también, de nuestra Provincia, de lo que somos, de lo que nos falta también, y de nuestro futuro. Pero no, ellos quieren destruir el Estado.
¿Por qué estamos entregando 100.000 escrituras? ¿Por qué hay 30.000, o algo más, en proceso? ¿Por qué seguimos recorriendo la Provincia? Justamente porque lo que, teóricamente, nos va a salvar es el mercado con su mano invisible, eso nos va a salvar. Y, teóricamente, el Estado viene restringiendo al mercado en una especie de relato medio fantástico, de dibujitos animados, donde el Estado reprime, impide, que el mercado funcione con todo su esplendor. Bueno, yo les quiero decir que no hay ningún problema, que no hemos prohibido nada, que está permitido, que incluso a los que lo hacen les reconocemos lo que han hecho y no hay ningún problema, esto que estamos haciendo acá lo hace el mercado hoy.
Ya está, no hay que destruir nada, lo hace el mercado hoy. Hay un problema, gente sin escritura, el mercado tiene una solución, como tiene para tantas cosas, que es pagar, que es pagar, el mercado lo soluciona. Y hay empresario, una empresa, una oficina, una escribanía que lo hace, pero lógicamente, como es alguien que tiene que ganarse también su sustento, su ingreso, lo hace y cobra. ¿Cuánto sale una escritura? ¿Cuánto sale una escritura hoy?
Yo decía, por lo que veíamos de la etapa pasada, $300.000, $400.000 para un trámite como este. Ahora me decía Juan Martín que es, más o menos, $1.000.000. Ahí está, hay una solución de mercado para este problema, pero sale $1.000.000 por cabeza. O sea, este programa, a precio de mercado, lleva $100.000 millones gastados. Si tuviera que comprarla y adquirirla en el mercado. ¿Qué problema tenemos? Tenemos un problema: que la gente no tiene escritura, muchas familias tienen la casa, les cuesta un montón, les costó conseguirla, pero no tienen escrituras. Incluso, les cuesta el día a día, les cuesta el mes al mes, y para resolver este problema que también tienen, el mercado te da una solución, te da una respuesta, pero es inaccesible para la enorme mayoría de los y las bonaerenses.
Y esto que les estoy contando lo puedo proyectar a la educación. También la educación la resuelve el mercado, pero hay que pagar. Si uno lo hace por privado, hay que pagar, y no todos pueden pagar. La salud también la resuelve el mercado, pero sale carísima una prepaga. Ahora el Gobierno que decía que el Estado no tiene que meterse en nada, parece que se avivó de que cuando liberó, desreguló el mercado de las prepagas, las prepagas hicieron su negocio. Nadie se lo puede reprochar porque son una empresa privada, su fin no es ni la beneficencia, ni la caridad, ni el bienestar general, su fin es hacer plata.
Y no me estoy quejando ni los estoy, por esto, reduciendo en su papel, juegan un papel pero quieren hacer plata. Entonces, hacen su cálculo y suben la cuota y suben la cuota y suben la cuota. ¿Qué empieza a pasar? Gente que no puede pagar la cuota se va de la prepaga, y para el de la prepaga será mejor negocio tener un precio más alto y no se preocupa porque sean menos o por la suerte de los que se quedan afuera, porque tampoco es su función.
Y yo no estoy ni en contra de las escribanías, ni en contra de las prepagas, ni en contra de los colegios y las universidades privadas. Lo que digo es que, de esa manera, lo que se genera con el mercado resolviendo todo es una enorme, una inmensa desigualdad. El que tiene los recursos, el que tiene la posibilidad, el que tiene los ingresos, el que tiene la riqueza lo puede hacer, el que no se queda afuera. Y no hay nada.
Entonces, las sociedades del mundo, bajo este régimen social que vivimos, han decidido organizarse de alguna manera para que haya un poco más de igualdad y para que el que no pueda pagar su escritura, como la necesita, la merece, como no le están regalando nada, tenga su escritura. Eso que se inventó, eso que se decidió, eso que se resolvió y que expresa la comunidad y el acuerdo social, se llama Estado.
Por eso, el Estado presente es el que está ocupándose de aquello que el mercado no puede hacer. Nos decía en Davos el Presidente que no hay fallas de mercado. Sí, hay. Y un montón de fallas de mercado, porque escrituras no tienen ni las pueden comprar, fallas de mercado. Educación no acceden porque no la pueden pagar, fallas de mercado. Ahí está el Estado de la provincia de Buenos Aires. Tal vez, seguramente, insuficiente, con dificultades, pero estamos haciéndolo. Estamos trabajando todos los días.
¿El ambiente quién lo va a cuidar si contaminar es más barato? Bueno, el Estado, la regulación. Sin estado, sin regulación, sin presencia, sin redistribución hay una sociedad, pero muy injusta, con mucha exclusión. Con mucha exclusión. Y la verdad que entonces el Estado, si es ese, necesita gerentes y CEOs. No militantes y gente con conciencia política porque no es un Estado transformador, es un Estado que achica y que hace una sociedad para menos, para pocos. Tal vez a los que forman parte de esa minoría no les importe. Tal vez a los que solamente le hablan a esa minoría no les importe.
Nosotros creemos que hay que seguir expandiendo los derechos, que hay que garantizarlos, porque de eso se trata. Además, hace rato ya dimos varias de estas discusiones. Las dimos como sociedad y como país. Las podemos dar mil veces más. Ahora, el Estado de la provincia Buenos Aires, el Gobierno de la provincia de Buenos Aires va a garantizar los derechos. Derecho a la salud, derecho a la educación, derecho a la vivienda, derecho a la escritura. Y creo que por eso nos quieren fundir. No por una posición ideológica y política abstracta, sino muy concretamente porque acá estamos dedicándonos a otra cosa, y también tenemos obligaciones, porque tanto Mayra como nosotros nos hemos presentado a elecciones y hemos dicho que veníamos a abrir más escuelas.
En un rato, vamos a estar abriendo un centro, un instituto de formación docente. Hacía muchísimo, que esto se estaba esperando, desde el año 1987. Y tengo una mala noticia: el mercado no lo hizo. La empresa no lo solucionó, así que ahí estamos nosotros. Falla de mercado, problemas, dificultades, discriminación, a veces exclusión. Se necesita un Estado presente, por eso decíamos que nosotros venimos en una tradición, que es la de Perón, Evita, Néstor y Cristina: más Estado, más educación, más salud. Sí, eficiente, eficaz, pero que de soluciones para los que no llegan.
Muchísimas gracias.