Buenas tardes, Ayacucho. Gracias a Emilio [Emilio Cordonnier, intendente de Ayacucho] por recibirnos. Recién escuchábamos a las familias, que le contaban a Eugenia, la locutora, lo qué iban a hacer, todos decían un asado. Yo estuve acá en marzo del 2022, en la Fiesta del Ternero, así que extraño los asados de Ayacucho también.
Hoy es un día alegre, un día feliz, un día emocionante. La verdad es que con sus complicaciones como corresponde, a veces, para alcanzar lo que uno busca. Íbamos a venir en el avión de la Provincia, que podíamos aterrizar acá, y por el tema del clima estuvimos dando vueltas y terminamos aterrizando en Dolores. Ahora en un ratito nos volvemos para allá, así que me decían que me quedara allá. Yo respondí: cómo nos vamos a perder la entrega de viviendas, la entrega de CAPS; cómo no vamos a compartir algo tan importante.
Y la verdad es que es un día emotivo, varias familias que recibieron las viviendas, obviamente, emocionados, ¿no? ¿Y cómo no? Porque uno hace un poco esas cuentas incómodas, sobre la relación que históricamente venía muy mal entre el salario promedio y el costo de una vivienda. Y algunos me decían “bueno, pero en Argentina…”. Es un tema mundial, no sé si tranquiliza por eso de mal de muchos y consuelo de tontos, pero sí la verdad que regional y mundialmente, Europa, los Estados Unidos, los países más desarrollados y más avanzados también tienen problemas para el acceso a la vivienda. Eso no se lo podemos atribuir al gobierno de Milei, porque viene desde hace mucho tiempo.
Lo que sí podemos señalar es que hay —llamémoslos— paliativos, anticuerpos, respuestas de la sociedad ante este problema, que tienen que ver en general con la acción del Estado. No solo acá, en todos los países del mundo. Ustedes recordarán esa famosa crisis de Lehman Brothers. Esa crisis de 2008-2009, fue una crisis que tuvo que ver con las hipotecas. Hay países donde hay hipotecas y se puede pagar una vivienda, pero cada tanto explota todo porque se arman burbujas inmobiliarias y también hay un desarreglo muy grande. Y también, en ese caso, con políticas de Estado. Es decir, el tema de la vivienda, para que le quede muy claro a todo el mundo, no lo resuelve el mercado. En ningún lugar del planeta. Que nadie se sienta ni sospechoso ni culpable. No lo resuelve el mercado en ningún lugar del planeta. Si no hay Estado, no hay derecho a la vivienda en todo el planeta tierra, en la provincia de Buenos Aires, en la Argentina, en Ayacucho.
Por eso me parece que es importante señalarlo una y mil veces, porque ahí andan de nuevo con los espejitos de colores. Así como no resuelve el problema del acceso a la salud la empresa privada. Lo hablaba recién con el intendente. Me olvidé de preguntarle a Emilio si había acá una ordenanza o una decisión tuya, que prohíbe, que hace una zona de exclusión, o pone directamente algo normativo que impide que acá haya una clínica privada. No, ¿no? ¿No está prohibido? O sea que hay libertad, el que quiere la puede poner.
Y les digo, no es imposible. Hay lugares donde se abren importantes clínicas, hospitales privados, grandes prepagas. Han escuchado, porque lo vemos por la tele. A veces van determinadas personas, se ponen ahí los móviles de televisión, fueron a la Clínica Bazterrica, a la Clínica de Los Arcos, a la Clínica Trinidad, ahí en la ciudad de Buenos Aires. A veces van al Hospital Alemán, al Hospital Italiano. No es que no sea negocio en términos absolutos y tampoco que esté prohibido. Se puede hacer, pero lamentablemente esto ocurre —y en una dimensión importante— en los grandes centros urbanos, ahí donde se concentra la población pero también la riqueza.
Entonces, nadie prohíbe que acá se haga también una clínica privada de última tecnología, nadie lo prohíbe. Pero, ¿qué problema hay? Pensemos un poquito, porque después te venden por la tele y las redes cualquier verdura y porque está algún pibe pasando TikTok piensa que las dificultades que hay de acceso a la salud las van a solucionar con el mercado, con el negocio, con la empresa privada.
Le preguntaba recién al intendente si estaba prohibido porque me contó que todo el servicio de salud, exclusivamente, lo brinda un prestador. Porque sino no es que habría un privado, no habría nadie. Esa es la verdad que falta contar. No habría nadie ocupándose de la salud de los y las bonaerenses en buena parte de la superficie de nuestra provincia.
¿Por qué no viene el privado si no está prohibido? ¿A alguien se le ocurre por qué no ponen la Clínica Los Arcos acá en esta localidad? ¿Por qué? No es negocio. Me lo dice la señora, lo sabe la señora, lo saben todos. Si lo sabe todo el mundo,¿por qué no lo puede entender Milei que es el presidente de la Nación? No es negocio. ¿Está bien o está mal? Y no sé. Yo no vengo a hacer una evaluación ética, moral. No vengo a hacer una evaluación sobre qué corresponde y qué no. Es la realidad. Es muy difícil pelearse con la realidad. 22.000 habitantes tiene el distrito. Esas grandes prepagas que tienen esas enormes moles, a veces con excelente hotelería, y necesitan más asociados, más afiliados, que probablemente toda la población acá de Ayacucho.
Y, al mismo tiempo, ¿cuánto sale una cuota en una prepaga? $400.000. Así que digo que si tenés decenas de miles de afiliados, asociados o clientes que te pagan $400.000, probablemente puedas sostener esas instalaciones y probablemente venga un empresario porque para ese segmento y en ese lugar es negocio.
Pero quiero decir que en buena parte de la provincia de Buenos Aires, en la mayor parte, no es negocio. Porque no hay la cantidad de población necesaria y si la hay, no puede pagar esas cuotas. Alguien hablaba de IOMA, yo sé que es de mal gusto esto que voy a decir, pero una prepaga barata sale $300.000 y la cuota promedio de IOMA es 30.000, que es una parte del salario del empleado municipal, del empleado provincial, de la maestra. No son esos valores. Y más en una etapa de caída a pique de los salarios, como ocurre durante el gobierno de Milei. Salario bajo no es una novedad, no se ha inventado hace siete meses. Que caigan el 25 por ciento pasó muy pocas veces en la historia. Estamos en un episodio grave de caída de los salarios, a lo que se suma ahora, lógicamente, el aumento de la desocupación. Más problemas para sostener la salud pública. Aumento de la desocupación, y gente que con esa caída del salario no puede, aunque hubiera privado, pagar el privado.
Nos está pasando esto mismo con la educación privada y con la salud privada. Gente que se cae de esa posibilidad, que no tiene ya esos recursos, que no tiene ese acceso. Entonces, ¿qué hace el que no puede pagar una prepaga, qué hace el que no puede comprarse el medicamento en la farmacia, qué hace el que ya no puede ir a una escuela privada? Nos pasaba el otro día en San Martín. Tenemos una escuela donde hay cuota y otra que no. Las dos con subsidio del Estado. En una el 100 por ciento, en el otro lado hay que pagar una pequeña cuota de 35, 40 lucas. No la podían pagar más. ¿Y qué hacen? ¿Adónde van? ¿Qué timbre tocan? ¿Qué mostrador buscan? El del Estado. Es lo que hacen cuando el privado les da la espalda, cuando no hay forma de pagarlo, millones de personas.
No hay que discutir si el privado o el Estado, para eso está el Estado. Y en todo los países del mundo. El otro día escuchaba a la candidata presidencial de los Estados Unidos, primera potencia mundial —se acaba de bajar el que es actualmente presidente Biden y está la vicepresidenta—, que decía que, como pocas veces en la historia, el gobierno actual le dio acceso a la salud a millones de norteamericanos. Esta discusión se llama medicare, medicaid, tienen nombres que usan ellos, pero es lo mismo: que el Estado se haga cargo de la salud de los norteamericanos y las norteamericanas, el principal país en términos de producción del mundo disputando con China.
¿Qué hicimos en la provincia de Buenos Aires? La Provincia que quiere fundir el presidente Milei. Desde el Gobierno provincial repusimos estas drogas porque si no, la gente no las puede pagar. Y es una ocasión para festejar. Pero uno tiene a veces un poquito de carga emocional también porque nos dicen “el Estado no sirve, el Estado te arruina, terminemos con el Estado; yo soy el topo que va a destruir el Estado desde adentro.” Bueno, en la provincia de Buenos Aires, provincia libre de topos.
Nosotros seguimos trabajando con un Estado presente. Y lo digo así porque entré, vino una señora a decirme palabras muy afectuosas, muy lindas, pero después me dijo “nos falta hacer una obra, una reparación en una escuela”. En una escuela. Y lo dijo obviamente desde la comprensión, de todo lo que falta, desde el cariño, desde el afecto, desde la empatía.
Hemos hecho muchísima obra en las escuelas de la provincia de Buenos Aires. Hemos reparado, porque cuando llegamos veníamos con un abandono muy grande de la infraestructura escolar, con un gobierno que no era liberal libertario y no pensaba que tenía que haber cero Estado, pero sí entró en la lógica del ajuste y cortó las obras en las escuelas. Hicimos, en las escuelas de la provincia de Buenos Aires, 7.000 obras. Construimos 326 nuevas escuelas en la provincia de Buenos Aires. Pero tiene razón la señora, y yo se lo agradezco, primero porque, que hayamos hecho mucho, no significa que se haya podido solucionar todo ni mucho menos. Y tal vez a un gobierno que hace le piden más, porque si te enterás que no se hace una escuela o, como dicen en el Gobierno nacional, no se hace una vivienda, no se hace una ruta, ¿Para qué vas a perder el tiempo en pedirles?
Hay que trabajar más con esa ruta que todavía no está terminada, o más en el sistema de salud, porque se nos está cayendo todo lo privado encima del Estado. Todo lo privado que se abandona o no se puede sostener más le cae al Estado. Entonces, estamos en una situación donde yo quiero agradecer porque, aunque hayas hecho una escuela, otra escuela, te piden una más. Y está bien, porque las escuelas las hace el Gobierno provincial porque las necesita, las demanda y pelea por ellas el pueblo de la Provincia.
Nada es algo que viene del cielo, ni un gobierno es de predestinados, iluminados, que vienen a llevar las cosas… Tiene que haber una comprensión. Tiene que haber una conciencia. Tiene que haber también, creo yo, un destino de todo esto.
Y decía por dos cosas, primero porque te marcan cuál. Pero segundo, porque el pueblo bonaerense es un pueblo que pide, que demanda, que reclama lo que necesita. Hay otros pueblos que tal vez ya se han resignado. O quizá los han convencido de que no pueden esperar nada de nadie que no sea uno mismo. Y todo ese teórico esfuerzo individual que te lleva a la meritocracia y que entonces hay que pelear por lo de uno y uno está solo, y se convierte en una competencia, una guerra de unos contra otros, el sálvese quien pueda. O en conseguir lo que necesito así sea pisando cabezas. O si no piso cabezas, que aunque yo lo consiga y el otro se quede atrás, diga es porque me esforcé. No tener en cuenta, no ser empático, no tener compresión, a veces por dificultades del otro, que no es porque sean vagos.
En estos tiempos se está perdiendo empleo. 160.000 puestos de trabajo se perdieron. Y se están cerrando miles y miles de negocios todos los días. Y tal vez alguien que hasta ayer tenía un pequeño negocio, un emprendimiento familiar, se despertaba muy temprano, le ponía todo el esfuerzo, le ponía su imaginación, le ponía su amor, su cariño, hacía todo eso y le iba bien. Y no es que cambió y ahora le va mal y cierra porque se esfuerza menos, se despierta más tarde y ahora se convirtió en un vago. Lo que cambió son determinadas cuestiones que tienen que ver con el Gobierno nacional.
Y entonces suben las tarifas, caen los salarios y no hay quien compre, caen las jubilaciones y no hay demanda. O abren la importación y entonces entra una andanada de productos importados a precios más bajos para fundir a la industria nacional. Es una maniobra económica sabida, de las más conocidas… Y entonces ya no es que no te esforzaste vos. Es que te cambiaron el contexto y las condiciones. Y por más que te esfuerces, te pueden dar una caña de pescar como dicen, pero si estás en el desierto, muchos pescados no vas a conseguir.
Entonces, yo creo que en momentos como este hay que valorar y hay que seguir peleando por estas cosas. Porque nosotros consideramos que tener una vivienda digna no es una dádiva, no es un regalo. Es un derecho de las familias de la provincia de Buenos Aires. Y que, en todo caso, si todavía queda mucha necesidad y mucha demanda de vivienda, hay que redoblar los esfuerzos y seguir trabajando.
Por eso me parece hacer inauguraciones en momentos donde dicen que la obra pública no sirve, que no hace falta, que los vecinos se pueden poner de acuerdo, hacer una vaquita entre ellos y hacer un puente, una autopista, una ruta —lo dijo el presidente de la Nación. Ustedes pensarán que lo está descansando, que lo está cargando.Y no. Es textual. ¿Cómo van a hacer los vecinos y las vecinas de la provincia de Buenos Aires, con las dificultades que tienen, los problemas que tienen, la enorme mayoría, para la vida personal, para juntar 1 millón de dólares para hacer un puente? No hay forma. No hay manera. Es un error. Y es mentira. Y es una burla y es un engaño decirle a los vecinos y a las vecinas que si no tienen un puente es porque no juntaron la guita entre ellos, o si no tienen un buen pasar o un laburo es porque no se esforzaron, no se levantaron temprano, no hicieron el sacrificio. Creo que lo que está pasando hoy en la Argentina es que estamos discutiendo esas cosas.
Nosotros somos los que creemos que la salud es un derecho, que la vivienda es un derecho, que la educación es un derecho. En un marco de tanta desigualdad, como existe no sólo en la provincia, no sólo en la Argentina, sino en el mundo, hay muchísima desigualdad y cada vez más desigualdad, hay que dedicarse de manera consciente, de manera organizada y solidaria, de tratar de acomodar un poco las cosas para que haya un poco más, un poco más de acceso, un poco más de dignidad para algunos que les cuesta un montón.
Estamos haciendo eso: reconociendo los esfuerzos del pueblo de la provincia de Buenos Aires, utilizando los recursos, aún cuando nos quieren fundir, trabajando de la mano Gobierno provincial, Gobiernos municipales, para terminar las viviendas.
El otro día tuvimos que presentar demandas ante la Corte Suprema de Justicia por los recursos que nos sacaron. Tuvimos que ir a pedir la entrevista porque no se la dan a los funcionarios y a los ministros, porque quieren cortar la obra.
Sin embargo, cuando llega un vencimiento de deuda o hay que reconocerle un compromiso a un banco, siempre hay plata. Para lo que no hay plata es para hacer la red de gas, para poner la luz, para arreglar las rutas, para hacer las autopistas, para darle crédito a los que necesitan, para acompañar y ayudar a generar trabajo. Para eso hay indiferencia, hay frialdad, hay crueldad, hay deserción y hay abandono.
Por eso me parece que son momentos de dedicarle un tiempito a reflexionar un poco más qué es lo que nos quieren vender por las redes y por la tele, y dónde están las soluciones. Ya van siete meses y empiezan de nuevo con el segundo semestre, la luz al final del túnel, empiezan de nuevo con los brotes verdes, hasta inventan frases nuevas para justificar un sacrificio inútil, para justificar una situación que no es igual para todos y todas. Hay quienes hoy en la Argentina les está yendo muy bien y mejor.
Simplemente queríamos compartir estas palabras porque en todo el país han parado la obra pública, en todo el país han parado la vivienda, en todo el país han parado las obras vinculadas a la salud y dejan de distribuir remedios. Pero en la provincia de Buenos Aires, las prioridades son otras.
Y tampoco vamos a entregar nuestras convicciones. Tampoco vamos a ir a firmar cosas en las que no creemos, porque en la provincia de Buenos Aires no se votó por menos Estado, por menos salud y por menos educación pública y por menos vivienda. Nos pidieron más Estado, más salud, más educación, más vivienda, más trabajo. Y con los recursos que tengamos —y con el aliento que nos quede— vamos a seguir trabajando para que eso sea la realidad de la Provincia.
Gracias.