Muchísimas gracias a todos, a todas. Gracias a Abel [Abel Furlán, secretario general de la UOM], que también nos acompaña entre tanto empresario metalúrgico. Creo que estamos conformando de todas maneras lo que para nosotros son las tres patas, el funcionamiento virtuoso del país, de la sociedad, de la industria, que es el sector empresario, el sector de los trabajadores y las trabajadoras, y el Estado. Esas tres patas, obviamente, hablar ya solo de esas tres patas, nos pone en las antípodas del pensamiento, por lo menos económico, que está rigiendo a la política que se está llevando adelante hoy.
Creo que decir hoy, a veces, es una forma de decir, pero en este caso es muy preciso. Hoy, ahora, se está discutiendo esa Ley Ómnibus. Es cierto que algo raleada, es cierto que en algunos elementos mejorada, de la única forma que se puede mejorar esta ley, tachando. Tachando es la única forma de mejorar esta ley. No modificando, no agregando o matizando sus artículos, sino quitando capítulos enteros de lo que se está proponiendo.
Con todos ustedes pasamos la etapa anterior de neoliberalismo que tuvimos, la época de Macri. Se acuerdan que nos costó un tiempo más ir encontrándonos; veníamos, en nuestro caso, de formar parte del Gobierno de Cristina, en mi caso en particular y de varios de lo que me acompañan, de haber estado en el Ministerio de Economía, nada menos, de haber tenido varias controversias, varias discusiones, por supuesto que en el marco de un programa económico totalmente distinto y con resultados totalmente distintos.
Ustedes saben que cada vez que yo escucho decir que hace no sé cuántos años este país va para atrás, en general recuerdo —y a veces me pongo a ver algunas estadísticas— de los 12 años que van del 2003 al 2015 —con todas las dificultades, con todas las trabas, con los obstáculos, con las tensiones, con todo lo que sería muy necio no mencionar— y veo ahí que de todos los países de Latinoamérica, de todos, incluyendo si quieren, para ser más abarcativo, a México y, por supuesto, a Brasil, la Argentina como todos ellos atravesó una época de crecimiento bastante considerable. En esa década, esos 10 años que van aproximadamente del 2000 a 2010, todos los países experimentaron un proceso de crecimiento, que tuvo como uno de sus factores un ciclo de precios altos de commodities, para países muchas veces exportadores de materia prima, exportadores de bienes primarios o minerales, o hidrocarburos.
Así que cuando uno mira toda Latinoamérica, observa que hubo una época de crecimiento fuerte, en países vecinos y no tan vecinos, que marcó un poco un signo en la región, después de los 80, que se conoció como la década perdida y de los 90, que fue una década, básicamente, de neoliberalismo a escala subcontinental por lo menos. Tuvimos esa etapa donde surgieron importantes líderes del campo popular, con sus particularidades. Uno puede mencionar a Lula, a Evo, a Chávez, a Pepe Mujica. En la Argentina, a Néstor y Cristina.
Todos estos países experimentaron una etapa de crecimiento y una etapa de inclusión. Esto es indiscutible. Si uno lo mira en valores salariales, si uno lo mira en coeficientes y estadística distributiva, como el índice de Gini, si uno mira estadísticas de empleo, si uno mira estadísticas de calidad de empleo, si uno mira estadísticas sociales, básicas, ve que es una etapa de inclusión. Y si uno mira estadísticas de producto en cualquiera de sus versiones, ve que hubo crecimiento. Lo que les puedo decir es que la Argentina, de todos los países de la región, fue el único que durante esa etapa no se desindustrializó. Todos los demás crecieron, pero con una fuerte primarización, incluso Brasil. Medida la primarización como participación de la industria en el PBI, por la negativa.
La Argentina fue el único país en el cual no cayó, sino que creció levemente la participación de la industria en el producto bruto interno. Así que, a diferencia de otros países: crecimiento, inclusión, industrialización. Tal vez esto tenga que ver —porque me lo evocaron esas palabras— con que estamos hace 120 años, no va a ser tan fácil ir contra la industria en la Argentina. Pero bueno, es una cualidad, dentro de la región en su conjunto, el volumen, el peso, las características, la densidad, que tiene su complejo industrial.
¿Desde cuándo? ¿Cuándo empezó esto? Obviamente, a uno le da ganas, le tienta decir en el peronismo. Porque es cierto que el impulso más importante y consciente, como una batería de políticas dirigidas a industrializar el país, se inicia en la segunda posguerra con las políticas, los planes quinquenales, pero las políticas de todo tipo, de todas las que mencionaban ustedes, son las políticas que aplicó Perón durante aquella época, pero que se continuaron después con gobiernos de otros signos, incluso de otras formas, porque algunas fueron dictaduras. Pero todas con un afán industrializador, una orientación, un aroma desarrollista, con diferente papel de las petroleras, extranjeras, de diferentes cuestiones que tienen que ver con la soberanía, pero que se sostuvo como un modelo industrial hasta mediados de la década de los 70, con el golpe de Estado del 76.
Y decía que uno tiene la tentación de hablar de este ciclo de industrialización de la Argentina, potencia industrial, o sea verdadera potencia, porque ser el granero del mundo te convierte, aunque tengas un volumen importante de exportaciones, en un país claramente primario, un país subordinado, un país sometido a ciclos externos, un país sin soberanía. Digo por las evocaciones a un paraíso perdido allá por el siglo XIX. Un paraíso que de paraíso tenía muy poco. Es cierto que había muchos palacetes de estilo parisino en la Avenida Alvear y que había terratenientes que viajaban con la vaca en el barco cuando iban a sus palacetes en París. Pero no es menos cierto que en aquella época los trabajadores, las trabajadoras, los y las inmigrantes no podían conseguir ni un pedazo de tierra, ni una casa en la que vivir y estaban sometidos a condiciones laborales realmente espantosas. Están reflejadas por informes solicitados por los propios gobiernos conservadores de la época.
Está el informe de Bialet Massé, de aquel momento, que tiene un nombre bastante paradigmático, la condición de la clase trabajadora en la Argentina, particularmente en el interior de la Argentina. Después hay varios censos, algunos que tienen que ver con el servicio militar, por ejemplo, donde se hacen relación de los pesos y medidas de los pibes y las pibas que entran en el servicio militar y se muestra que la situación de desnutrición, la situación de abandono, la situación sanitaria del grueso de los trabajadores y las trabajadoras de todas las ramas, pero particularmente los agropecuarios, situación que continúa hoy: la rama con mayor informalidad laboral y con menores salarios sigue siendo la de la producción agropecuaria.
Así que ese país se termina, el del ciclo agroexportador, en realidad, uno está tentado a decir que con el peronismo, pero lo cierto es que termina antes. Termina por las propias debilidades de una producción unilateralmente encaminada a la exportación de materia prima sin elaborar de origen primario. Es decir, por la fragilidad absoluta, la debilidad absoluta de un proceso económico fundado en la exportación sin valor agregado de productos primarios.
¿Cuál es su debilidad? Y, bueno, la absoluta y total vulnerabilidad al ciclo económico externo. Es decir que los vaivenes financieros internacionales, las crisis de fines del siglo XIX, pero no solo esa, sino cada diez años se producía una crisis en el centro industrial capitalista del mundo y, se decía en aquel momento, estornudan en la City de Londres y nos resfriamos en la República Argentina, porque había un derrumbe del precio de las commodities, y lo único que se hacía era producir materia prima de exportación, entonces cuando cambiaban las variables absolutamente externas, exógenas, no manejables adentro del país, se derrumbaba todo el modelo económico.
Y, peor todavía, en el caso de una sequía; lo hemos visto hace poco, cuando está vinculada a la producción agropecuaria, ya sea en cualquiera de sus ciclos, el ciclo del lanar, la exportación ganadera, los cueros, la carne congelada, la carne enfriada o los granos. En este caso, un modelo que parece tender a depender de la exportación, además de granos, cuyo principal mercado es Asia, particularmente China, y pretender fundar un modelo agroexportador en conflicto permanente con tu socio comercial. Bueno, todo un gran desquicio.
Pero el peor de los episodios de crisis del modelo agroexportador estuvo dado por la interrupción del comercio internacional por factores totalmente ajenos a la realidad argentina, fue con la guerra. Primera Guerra Mundial, crisis del 30, Segunda Guerra Mundial, progresivamente se rompen los mercados, se destruye el mercado internacional, imposibilidad absoluta de exportar nuestra materia prima. Ya en la época de la Primera Guerra, que fue la guerra de los submarinos, que se hundían los barcos, la neutralidad, pero básicamente se rompe el comercio internacional y es ahí, de manera más o menos espontánea, de manera incluso, diría yo, un poco contraria a la filosofía de quienes ejercían el gobierno, por ejemplo en la década del 30, que se empieza a llevar adelante un proceso de industrialización de la Argentina.
Nosotros, en algún momento, lo llamamos industrialización silvestre. Una industrialización forzada por situaciones externas, casi involuntaria y, me animo a decir, contraria a la intencionalidad, la concepción del gobierno de aquella época. Ahí empiezan a surgir, tengo varios también de épocas previas, varias estatuillas, Abel, que me regala la UOM, del surgimiento de la industria metalúrgica en épocas remotas, pero una industria que surge primero en los confines del proceso núcleo de producción agropecuaria y, más adelante, cuando se corta el comercio internacional, la necesidad de fabricar vestimenta, bienes de capital también, para sostener la producción, para sostener el comercio, para sostener la vida de un país que no producía nada, que no agregaba prácticamente ni una gota de valor a la materia prima. Hay historias de aquellas épocas, como que las alpargatas o ponchos con materia prima de la Argentina se producían en Inglaterra; así que iban y volvían, y había que pagar el flete.
Ustedes dirán: “¿De qué está hablando?” Del país que algunos quieren hoy. Un país vulnerable, un país subdesarrollado, de manera congénita, si se adopta ese modelo; un país dependiente, un país no soberano, un país con exclusión, una sociedad dual. Porque la característica de estos modelos, de los modelos de primarización, a veces casi de enclave, donde se detiene una producción moderna en tanto atada al mercado mundial y todo el resto, prácticamente, en una situación de indigencia productiva.
Este modelo de sociedad dual, básicamente tiene un sector mayoritario en condiciones pauperizadas, precarizadas, un sector muy pequeño, diminuto, asociado a diferentes aspectos del mercado mundial. En general porque son países exportadores de monoproducto o algunos pocos productos, mineros o petroleros, pero un sector muy pequeño que implica, sí, algo de mano de obra calificada, administrativa, incluso preparada. Pero todo el resto, en una situación de semindigencia permanente.
Ese modelo que estoy describiendo —extremado, tal vez, como lo cuento— es el que tienen muchos países de nuestra región. Quiero decir, no es un imposible. Cuando ustedes dicen: “Bueno, no van a destruir la industria”, yo me pregunto si no van a destruir la industria. Porque este modelo no es imposible, no es el que nosotros queremos, no es por el que nosotros luchamos, no nos parece conveniente, ni razonable, nos parece tremendamente injusto. Pero es el modelo que se intentó instaurar varias veces en nuestro país.
Yo me acuerdo, cuando se inicia el gobierno de Macri, de haber estado en reuniones con varios de ustedes, antes de la elección y después también, llamando la atención sobre la política antindustrial de desindustrialización. Incluso, alguno mencionó la palabra industricidio. Creo, no sé, porque la verdad que no sé si es así, pero la empleamos, creo que, por primera vez en el Congreso Nacional para describir lo que estaba pasando. Industricidio se llamó durante la época de Macri.
¿Qué particularidad tenía? Se estaba llevando adelante un industricidio, con todas las políticas que lo describen: apertura indiscriminada de las importaciones, desregulación absoluta financiera y de los mercados, tarifazos, que en realidad uno lo llama tarifazos porque lo ve desde la factura, pero la verdad que es mucho más profundo que aplicar un tarifazo, es la concepción profunda de que la energía, los bienes que tienen que ver los servicios, lo que llamamos nosotros servicios, pero particularmente la energía, tiene que comercializarse en la Argentina a precio internacional. Es decir que un barril de petróleo puesto en los hogares o en la industria argentina tiene que tener siempre, y permanentemente, un precio de paridad de exportación, de Export Parity o de Import Parity.
O sea que pasa por alto el hecho de que la Argentina es un país que, desde comienzo de siglo XX, tiene petróleo, tiene el recurso energético, por lo menos el más difundido hasta la actualidad. Entonces, lo de los tarifazos forma parte de esta misma idea. Porque es ponerse del lado unilateral del sector productor de hidrocarburos y asegurarle un precio a su producto que sea equivalente al precio internacional. Con lo cual, se le vuelve indistinto colocar su mercancía en el mercado interno que venderla en el exterior. Es más, casi que le conviene que no haya mercado interno, por las dificultades que trae, y se convierte la Argentina en un exportador directo de productos energéticos.
Si yo les pido a sus empresas que tengan déficit cero, o sea, que no gasten un peso más que el que tienen en caja, ¿cuánto duran? ¿Qué posibilidad tienen de expandirse? Bueno, será por eso que en este momento, de los ciento y pico de países que reseña The Economist, solamente dos tienen superávit fiscal. Y uno que llamativamente no tiene superávit fiscal, bueno, las potencias europeas no tienen superávit fiscal, no lo buscan porque ¿saben qué? ¿Saben qué es eso, lo del superávit fiscal? Después podemos hacer mil consideraciones sobre la cuestión inflacionaria, pero el superávit fiscal es el mandato y el mandamiento del acreedor extranjero. Porque lo que quiere es que los recursos que se recauden de la producción de ustedes, del consumo de ustedes, sobren, así se pueden utilizar para pagar, ni siquiera el capital de la deuda, los intereses.
Porque la deuda es una forma de sujeción permanente, no les gusta, por eso se opusieron, cuando lo quisieron hacer, y lo hicieron Chávez, perdón, Lula y Néstor, de pagarle todo al FMI. No querían. Si el punto es tener un instrumento que permita intervenir dentro de la política económica de los países. No quieren que les paguemos la deuda, quieren que les paguemos los intereses con punitorios, es una especie de permanente salida de excedente local. Para que eso se pueda dar, necesitan el ajuste de ustedes, que esos recursos sobren.
Pero, repito, ¿por qué como loros andan con lo del déficit cero? Tengan déficit cero ustedes, yo tengo que ampliar el capital social básico de la provincia de Buenos Aires y para hacerlo me tengo que endeudar. ¿Cómo voy a hacer? ¿Cómo voy a hacer para crecer? ¿Cómo hacen ustedes para crecer sin financiamiento? Y recurrir al financiamiento es tener una situación donde uno gasta más que lo que le ingresa en el ingreso corriente. ¿De dónde sacaron que eso está bueno? ¿Por qué no lo hace casi ningún país del mundo? Y la inflación es absolutamente independiente en todos los países, también en los que no emiten dólares.
Creo que estamos en una situación donde empiezan a aplicar ese manual. Y a mí me viene a la cabeza lo de Jauretche. ¿Se acuerdan? Ir al almacén a comprar guiándose con el manual del almacenero, ¿no? A ver cómo saco alguna ventaja. Y, no, me parece que hay grandes discusiones para dar sobre cuestiones también conceptuales que parece que están mal reputadas, que es la heterodoxia, que son pensamientos, pero la verdad que no lo hace ningún país del mundo esto. Ni el crecimiento.
Estos programas de inversión inmensos que está llevando adelante Estados Unidos. Estos programas que está llevando hasta Brasil de industrialización, nadie piensa que se puede hacer sobre los impuestos corrientes de la gente, hacer un mega plan de expansión cuyo repago es como cuando ustedes compran una máquina. ¿Cómo van a comprar la máquina con los ingresos corrientes, si la compran para aumentar los ingresos corrientes y pagar esa máquina? Es la lógica que tiene cualquier hogar. Se quiere comprar una casa y le dicen: “no, usted no puede, déficit cero, gaste lo que le ingresa’. La mitad de la humanidad no tendría nada de lo que tiene. O sea que parece que está prohibido y que en la Argentina han descubierto que la clave del éxito es lo que no aplica en ningún país del mundo. Y no estoy defendiendo el déficit o cualquier déficit, lo que estoy diciendo es que me parece que hay un punto donde los han convencido a ustedes para que pidan lo que los perjudica.
Vamos a hacer rutas, autopistas, 10.000 kilómetros de autopistas, ¿lo puedo hacer con la caja de Ingresos Brutos que pagan ustedes? ¿Cuánto tengo que subirles Ingresos Brutos? Es como esa tonta idea de que cada uno tiene que juntarse con los vecinos y las vecinas para hacerse la vereda.
Cuando fue el gobierno de Macri y vinieron con estas políticas y con este recetario, había una diferencia. Macri no planteaba que teníamos que ser un país primario; su gobierno no lo planteaba. Es más, prácticamente todo el tiempo decía “No, yo voy a defender la industria, la industria va a andar bien, me importa la industria”. Cuando vino por primera vez al Parlamento —en aquel momento estábamos en el Parlamento con Cristina— marcábamos que nunca, en ningún discurso parlamentario, mencionó la palabra producción ni la palabra industria. Ministro de Producción era Pancho Cabrera. Acá, ministro de Producción, no hubo durante 9 meses, creo. No había ningún interés por la producción.
Abrieron las importaciones, aplicaron tarifazos, cortaron el crédito y redujeron los salarios. Que eso es algo que hay que discutir de nuevo, porque tal vez el empresario dice: “Bueno, acá al trabajador se le paga” y empieza a hacer algunas elucubraciones mirando su balance. Ahora, cuando los salarios empiezan a caer, se empieza a dar cuenta de que no hay nadie que le compre el producto.
Esta caída del consumo no es un hecho barométrico, es el resultado de la pérdida del poder adquisitivo del salario, que se aceleró tremendamente desde que ganó, no desde que cambió, sino que, desde que ganó el gobierno [nacional] actual, que tiene entre sus objetivos de políticas bajar los salarios. Pero bueno, se funde el mercado interno, se funde la demanda, se funden los ingresos, se funden sus ventas, se funden las empresas.
Porque, finalmente, todo el régimen laboral es salario, se mide en salario; vacaciones, aguinaldo, es salario. Es salario, indemnizaciones, es salario indirecto, el precio del colectivo que sea pagable. Cuando suba el boleto de colectivo, les van a venir a pedir a ustedes un aumento porque subió. Entonces, ahí, muchos se van a dar cuenta de que andaban por ahí puteando los subsidios y que ese subsidio era para la industria y para la producción. Porque liberaba, era salario indirecto; liberaba una parte del ingreso, así como las políticas de regulación de precios de medicamentos, de los alimentos. Y ni hablar de lo que va a pasar con el combustible.
Entonces, veo acá que hay un plan. Macri no decía qué es lo que venía a hacer. Ahora lo dicen. No es que quieran volver a la Argentina preperonista. Quieren volver a la Argentina prevoto universal, prepartidos políticos, preradical, pre Yrigoyen, pre Unión Cívica. ¿Qué es la Unión Cívica? ¿Qué representa? De alguna manera, darle voz a un actor político que eran los inmigrantes, las clases medias, profesionales, que querían por eso la reforma universitaria, querían una universidad accesible, no monárquica, monástica, querían poder participar del país, decidir en el país, votar; bueno, eso fue.Esto es previo. Casi previo a la unidad nacional. Casi previo al federalismo, entendiendo un país que funcione con diferentes partes que contribuyen en el mismo proceso, sin desentenderse de los demás.
Y digo todo esto, con vehemencia, porque eso es lo que se está discutiendo estos días. Y yo no sé, no tengo dudas de que lo vamos a defender. Pero no sé. Porque nunca hemos visto esto, con esta virulencia, con esta velocidad, con este régimen. El otro día lo estábamos hablando con los compañeros y las compañeras sobre el régimen de promoción, protección de la inversión para los grandes inversores. Y si son extranjeros, más fácil.
Entonces, estamos ante una situación donde hay un riesgo muy, muy, grande, y donde los tiempos son muy cortos. Yo decía ayer —porque tomaba los números de CAME— que durante todo el período de Macri, 4 años de caída de salario, 4 años de desindustrialización, de cierre de empresas y observaba que el consumo de punta a punta cayó un 17 por ciento y solo en el mes de enero, la caída de consumo 28 y medio por ciento. El doble de caída del consumo que todo el gobierno de Macri en un solo mes.
Esto va a ser muy rápido, vertiginoso y ya lo están viendo, porque obvio que hay un poco de espalda a veces para aguantar, ese enero, vacaciones, pero yo no veo con esta política económica ningún atisbo de mejora o de cambio. No lo veo. Porque además, parecen creer profundamente en que lo malo de la Argentina es su industria. Industria que viene con otras cosas que tampoco les gustan, como la universidad, la ciencia y la tecnología. Que en todos los países del mundo, universidad, ciencia y tecnología, cultura nacional, soberanía, todo eso es un paquete, viene junto y tiene un protagonismo del Estado. Sin protagonismo del Estado, eso no ocurre. Ni la industria, ni la ciencia, ni la tecnología, ni siquiera la cultura nacional.
Entonces, estamos en una situación de mucho peligro, realmente de mucho peligro. Quiero decir, yo no tengo empresa. El patrimonio que está en riesgo no es porque me quiera separar de esto, porque, obviamente, estamos acá porque lo entendemos, lo sentimos, lo sufrimos, pero la verdad es que está en juego eso. ¿Cuántos meses pueden aguantar? Ahora ya vienen los tarifazos, que son finalmente tarifas en dólares, caída de la demanda interna, ¿cuántos meses pueden aguantar de falta de crédito?
El Banco Provincia hace un esfuerzo gigantesco para sostener estos niveles de crédito y ¿por qué lo puede hacer un banco público? Un banco público, un banco de fomento, ¿por qué lo puede hacer? Porque no busca la ganancia, porque lo que aparece en los descuentos de cuenta DNI es lo que no se lleva el dueño del banco, que somos todos nosotros. Y lo mismo en crédito con tasa especial.
Pero hemos dejado pasar muchas cosas, hemos dejado pasar demasiadas cosas. Hemos dejado pasar que subsidiar es mala palabra. Lo hacen todos los países del mundo. ¿Vieron lo que pasó ahora en España y en Francia? Piden subsidios y tiran bosta en los edificios públicos porque están pensando en quitarle esa protección. Protección, mala palabra solo en Argentina.
La energía argentina, ahora con este régimen y con lo que se ve que van a hacer, sin disponibilidad. Ustedes decían: “Hemos tenido problemas de divisa”. Claro, el factor central por el que la Argentina tiene dificultades de divisas es que se volvió, de pronto, importador neto de energía.
Nosotros, pasamos del año 2006 de tener una balanza comercial energética de más de 6.000 millones de dólares positiva, a tener un déficit de balanza comercial energética en 2011 de menos 6.000. 12.000 millones de dólares menos en la brecha por año, de ingresos por ventas de productos vinculados a los hidrocarburos. Ahí nos empezamos a quedar sin dólares. ¿Responsabilidad de quién? ¿Por qué? Por haber privatizado YPF, que desde que vino acá, la empresa que se quedó con YPF se dedicó a saquear, a vender, a vaciar los recursos de YPF, los recursos humanos, tecnológicos, los recursos externos y a no poner un mango en explorar nuevos yacimientos.
Vaca Muerta estaba ahí intacta, con una latita al mejor postor. Encontramos PowerPoint de los road shows que iban a hacer para vender cachos de Vaca Muerta, si algún extranjero se interesaba, contra condiciones como las que figuran en este régimen, nunca pensando en el autoabastecimiento nacional, qué es un objetivo de nuestro programa económico, de nuestro proyecto de país.
Se demoró en encontrar el autoabastecimiento energético porque Macri redujo la producción, redujo la inversión, redujo la exploración de YPF durante los 4 años que estuvo, y ahora se retomó y estamos batiendo récords. Pronto vamos a estar con autoabastecimiento, ¿qué permitiría el autoabastecimiento? Vender a precio local, vender a costo local a la industria, al comercio, a las familias, a costo local, más ganancias y después el excedente exportable, venderlo a precio internacional. No es tan difícil.
Obviamente, las tarifas energéticas son un factor de competitividad, en la Argentina lo fueron hasta que se empezó en los 90 a aplicar el otro modelo y todavía tenemos las secuelas. Recuperamos YPF, la pusimos a funcionar para conseguir el autoabastecimiento. Me hablan de los juicios, claro que cuando ejercés la soberanía nacional te van a llegar juicios externos, sentencias. En otro momento, esta idea de la Doctrina Monroe, te tiraban los cañonazos; ahora bueno, es un poco más, parece, civilizado, pero no más justo.
Esos juicios que hay en Nueva York son todos fruta, que por supuesto se hacen en el juzgado Griesa y la sucesora, ahora, le hace caso a los buitres. Bueno, a diferencia de los de acá defiende su interés nacional, uno podría decir, a los inversores o a los fondos buitres de allá contra las cuestiones de acá. Pero no es tan difícil de comprender. Por año, YPF gana 4.000 millones de dólares, y si recuperamos el autoabastecimiento, no es cuestión del balance de YPF, es que dejamos de tener un problema de divisas en la Argentina. Pero que fíjense de qué año hablo: de 2011, que es cuando empezamos a tener una pérdida de divisas y perdemos el superávit externo que tiene que ver con esto, con un modelo de país que es autoabastece, que tiene capacidad exportadora, que tiene soberanía científica, tecnológica, que tiene industria nacional.
Nuestro modelo es de industria nacional, que además tiene los mejores salarios, es el más inclusivo, requiere niveles de formación mucho más grandes. Pero bueno, cuesta un montón, casi diría, es a contramano y además requiere intervención pública, políticas públicas. Por eso, todo el tiempo está sometido a comentarios del tipo: “ah bueno, pero hacen tal cosa, gastan en tal, le ponen una promoción, hacen tal cosa”, son como dijo: “prebendarios”.
Bueno, lamento decir que la industria tecnológica, que la industria de todos los países, si eso es ser prebendario, es prebendaria. La de China, ultra prebendaria, el desarrollo industrial chino, quién me va a discutir que es con una presencia de políticas destinadas a sostener, ampliar, a generar crédito, inversión, reinversión nacional, ahorro doméstico del Estado. Universidades, ciencia, tecnología. Y ese es el caso de éxito de industrialización reciente, que ha desindustrializado Estados Unidos, desindustrializó buena parte de Europa con políticas públicas de desarrollo industrial, científico, tecnológico, nacional, soberano.
Bueno, hoy eso está sobre la mesa, y yo les quiero decir algo por qué me parece que tiene una gravedad que tal vez porque es tan repentino no se está evaluando del todo. Está en peligro todo eso y ustedes sí saben bien que cuando una empresa cierra volverla a abrir cuesta mucho. Ustedes hablaban de sus trabajadores calificados y hay parte del trabajo industrial que solo se puede aprender, por más que tengamos escuelas técnicas, en la planta, es casi como un régimen de aprendiz, y es la forma en la que se hacen todos los países del mundo. Bueno, ¿cómo se recupera eso? ¿Cuánto lleva recuperarlo? Así que primero es imperioso, como está en riesgo, que se den cuenta los que todavía no se dieron cuenta, porque yo decía durante la época de Macri que seguro que muchos votaron a Macri porque les parecía que había muchos subsidios, que el salario era muy alto, que tal cosa, qué tal otra.
Yo no quiero decir que nuestro gobierno en aquel momento hiciera todo perfecto, que no hubiera tensiones, que no hubiera dificultades. Había un programa de industrialización, había un programa de crecimiento con inclusión social que estaba sometido a muchísimas tensiones, a muchísimas decisiones que hay que ir modificando, hay que ser rápido en esto. Estaba sometido también a procesos internacionales, complejos, cambiantes, escenarios distintos. Decían que pasamos “todos vientos de cola”. Sí, y la crisis de Lehman Brothers, la más grande desde la década del 30, en el medio de todo este proceso. Así que no es así.
Pero creo que se necesita, realmente creo se necesita que la defensa de un modelo distinto tenga más voces, más actores, más caras. Porque yo puedo decir esto en los canales de televisión y ustedes saben, porque hay una estigmatización. Hay un sector de la sociedad que con motivos reales, y si no alcanza con motivos irreales, y si no alcanza con mentiras, si no alcanza con lawfare y persecución, como hicieron con Cristina, te estigmatizan y, después, te impugnan la palabra, te la desvalorizan y cuando vas a defender, por ejemplo, la industria, dicen “bueno porque es cuca, porque no sé qué”, y ahí se llevan puesto todo, porque no logramos transmitir lo que está en juego, no logramos transmitir los miles y miles puestos de trabajo que están en riesgo, no logramos transmitir a veces generaciones de empresarios que han invertido, que se han actualizado, son todos empresarios prebendarios, son todos ñoquis, están todos desactualizados, son todos ineficientes y vuelve lo de la silla de Martínez de Hoz.
Y si se instala como una cuestión cultural, social, ideológica, de propaganda y bueno, ¿quién va a defender a la industria? No hay sujeto y no alcanza con la política, ni con discursos encendidos, ni con tener razón. No alcanza con tener razón. No alcanza con tener el mejor argumento, no alcanza con mostrar. Si las estadísticas las inventan todos los días, la realidad es medio volátil. Entonces yo creo que es un momento con lo que ya está ocurriendo, una figura que también puede estar impugnada y disputada, pero es el empresario, el empresario nacional, como el científico.
Hasta hace poco, cuando hacían cualquier encuesta, el número uno en prestigio social, el científico, el artista, el número uno. Se la están agarrando con nuestros científicos y científicas, con nuestros artistas, con los profesores y las profesoras, con los maestros y las maestras, con los empresarios y las empresarias. Pero necesitamos rápidamente reconstruir una voz, un actor y sujeto político que defienda esto y que complemente y acompañe. Sí, yo sé que cada uno está todo el día, tiene sus ocupaciones, sé que es difícil, sé que las gremiales empresarias siempre tienen esta particularidad. Pero bueno, yo creo, lo digo con toda sinceridad y me escucharon durante la época de Macri también, no era tan tremendista, ahora creo que viene mucho más fuerte y que viene por todo. Cuando viene por todo, quiero decir que ya está, la casta son ustedes, sus trabajadores y trabajadoras, es la industria nacional, todo eso.
Y buscan un país que es lo que está, como si fuera una confesión de parte, en ese régimen de inversiones. Es una economía de enclave, es una economía unilateralmente exportadora, primarizada, que no deja nada. Yo decía, porque algunos hablaban “hay que exportar más, si tenemos Vaca Muerta, tenemos el litio, listo estamos salvados”. No, no estamos salvados. A algunos países por tener recursos de esa magnitud los invaden. No estamos salvados, al revés. Y además hay un riesgo de explotar esos recursos, pero que no dejen nada un tubo desde los salares a los países desarrollados, desde Vaca Muerta, Neuquén, a los países desarrollados, y acá nada, ni el tubo, hablando de insumos difundidos, ni el tubo.
Así que yo veo que por primera vez, por lo menos en mi experiencia, no lo que estudié, por lo que leí, pero por lo menos en la experiencia reciente que aparece un modelo tan definido de algo que es espantoso, que es malísimo para las enormes mayorías y particularmente para la provincia de Buenos Aires.
Esto pasa en la provincia de Buenos Aires porque atacar a la industria es atacar a la provincia de Buenos Aires. Más allá de las personas, más allá de los sectores, es atacar a la provincia de Buenos Aires. Otras provincias podrán ver una ventaja, tal vez, creo que tampoco les va a llegar, pero en la provincia de Buenos Aires nosotros tenemos el grueso de la producción industrial, de la producción científica, de la producción tecnológica, de las universidades. Está acá, está en nuestro territorio, está en el conurbano y con sus características está también en el interior de la provincia de Buenos Aires.
Y yo tomo este plan porque es importantísimo, pero es como que estamos viendo cómo aceitar los engranajes cuando se vienen con un martillo a romperlos todos, entonces tiene algo rápidamente de anacrónico. Creo que tenemos que discutir cosas más básicas, si tiene que haber o no tiene que haber industria en la Argentina. Uno dice que es casi terraplanismo, ¿qué país no va a querer industria? Bueno, la fuerza que nos gobierna, entiendo yo; nunca los escuché hablar de industria nacional, ningún apego, ningún interés, ninguna voluntad, ninguna vocación, ninguna política. Es lógico, para la industria nacional, ¿qué necesita? Políticas productivas.
Leíamos el otro día varias reseñas de cómo se ha puesto de nuevo de moda la política industrial. Claro, porque está Trump, después viene Biden, ahora se va a discutir en la campaña norteamericana política industrial. Bueno, todas esas leyes de infraestructura, esos planes inmensos de infraestructura, de reindustrialización, de los microcomponentes, semiconductores, bueno, inversiones gigantescas, monstruosas, para sostener la industria doméstica, para relocalizarlas en el país, y nosotros no es que estamos discutiendo si hay que hacer más o menos, si sostiene o no, vienen a rifarla y a destruirla. Si esto tiene un carácter de advertencia, que lo tenga; vienen a rifarla y a destruirla. Yo creo que 4 años de esto no sé, no sé.
Porque ahora no es vergonzante como la época de Macri. En esa época, abrían las importaciones y negaban haber abierto las importaciones. Ahora no, ahora les parece bien. Capaz que está en el DNU, en la ley, aparece, está. Es un plan de desindustrialización. Vinieron las cervezas artesanales, vino la Quilmes también, a decir que se estaba planteando arancel de exportación cero, retenciones cero para vender la malta o el lúpulo y el 15 por ciento la cerveza elaborada.
Diseñó un plan para desindustrializar la Argentina, es este. Esto de las grandes inversiones que no tienen que dejar nada, se pueden llevar todo, pueden importar de afuera, cerrar la obra pública, bueno, todo, todos componentes de un plan de desindustrialización completo, consistente, es eso. El paquete macroeconómico, las leyes de reforma estructural son eso. Quien no lo quiera ver… Marquen un solo artículo en favor de la producción, del trabajo nacional, uno solo. Hasta querían subastar la pesca en el mar argentino, a cualquier empresa, sin inversión local, sin descarga local, sin bandera local. Eso es el saqueo, es la invitación al saqueo.
Con la excusa de déficit cero, por eso digo: cuidado. Las privatizaciones, el “vendamos para hacer caja” ya lo vivimos, y después te quedas sin recursos naturales, después te quedas sin industria, después te quedas sin las empresas que tienen los haberes. Bueno, eso es lo que está en juego. La Provincia de Buenos Aires lo está comunicando con esta claridad, porque además vemos en riesgo nuestro tejido productivo, que se desarrolla en nuestra provincia y entonces el tejido económico, el tejido social. Bueno, una catástrofe mayúscula, histórica, eso es lo que vemos nosotros.Y yo no me lo tomo en chiste las, a veces, insensateces que dicen, me las tomo muy en serio porque tienen la lapicera, entonces no es cualquier cosa.
Lo que yo le pido es que salgan a defender lo que es suyo y lo que es nuestro. Lo necesitamos:, salgan a defenderlo sin duda, sin ninguna duda van a contar con nosotros, ya lo estamos haciendo, y nos van a elegir y nos van a buscar, ya lo estamos haciendo, no importa. Pero necesitamos que todas estas caras desfilen por los canales de televisión, cuenten, expliquen, que anden por las localidades, por los barrios, por las multisectoriales. Sé que no es probablemente lo que naturalmente, o lo que generalmente, o lo que usualmente han hecho, pero hay que hacerlo. Hay que ir a explicarle a otros sectores, como fue con el caso de pesca, que yo quiero agradecerle, lo agradecí el otro día al sector de pesca, porque lo sacaron de la ley, tal vez lo vuelven a poner ahora por decreto, pero lo que yo les había dicho vamos a defender al sector de pesca, pero si lo sacan sigan participando para defender otros sectores, porque si no; bueno en el caso de ustedes con los encadenamientos productivos, muy difícil aislar.
Pero la verdad es que necesitamos generar una masa crítica y dar estas discusiones que a veces parecen terraplanistas, que son discusiones absolutamente absurdas, como si hay o no cambio climático, pero hay que dar estas discusiones de nuevo si hace falta.
Lo que necesitamos son más voces, y autorizadas, porque ninguno de ustedes va a hablar, porque tienen la remera, la camiseta, la pueden tener también, pero están ahí están, todos los días ahí y ven lo que está pasando y ya pasó 20 veces. Bueno, cuéntenlo, díganlo, apresúrense, que aparezca esa posición. La defensa de la industria nacional necesita como actor al empresario y la empresaria. Así que bueno, esto es más o menos lo que venimos pidiendo. Después cuenten con la Provincia de Buenos Aires, veremos cuánto nos asfixian, qué recursos hay, pero lo vamos a usar para sostener, porque sabemos además que si esto es transitorio, igual puede hacer mucho daño, irreversible a veces.
Así que hay que defender y sostener todo lo que se pueda. Pero los recursos de una provincia son limitados, y si además están tratando de cortar todos los recursos federales, son más limitados, pero lo vamos a poner en esto que consideramos central y muy importante. Así que les quería agradecer la presencia. Me llevo esto, esperemos pronto poder estar hablando de cuáles son las vías de expansión, de desarrollo, de crecimiento y de modificación.
Hoy creo que estamos en una etapa de defensa y de supervivencia de lo que tenemos, y además, si hay una oportunidad es la dar estas discusiones, y explicar de nuevo las cosas que ya han entrado, parece, al sentido común. Entonces estamos perdiendo apoyo, tenemos que ir a ganarlo, aunque sea mostrando el desastre que se produce cuando nos vamos convirtiendo en un país primarizado y precarizado como quieren, en una sociedad dual, en una sociedad espantosa por la desigualdad, una sociedad que no es un invento, sino que es la que existe en muchos países en vías de desarrollo, periféricos y que muchos quieren crear acá. Y me parece que eso es lo que vamos a defender nosotros desde el peronismo, ustedes desde donde quieran, pero hay que salir a defenderlo. Es ya, es ahora, es en el Congreso.
Yo ya empecé a hablar mal de ese régimen, pero tendríamos que tener a ustedes escribiendo documentos para mandar a cada diputado, yendo a cada localidad, yendo cada una de las provincias y decirles “no me fundas, vos, vos, porque entiendo los acuerdos políticos, la ideología, entiendo que seas antiperonista, pero no me fundas con esto, porque me vas a fundir y vas a fundir a todos estos trabajadores”, y hay responsabilidades políticas.
Nadie dice amenazar a nadie, sino mostrar la realidad de lo que está pasando y lo quieren hacer. Lo ha hecho la CGT el 24, recorriendo cada una de las provincias con la flexibilización laboral. Bueno, hay que hacerlo. Después vamos a estar lamentando cómo esa caída de la demanda, ese aumento de las tarifas, esa falta de crédito, por más esfuerzo que hagamos desde el Banco Provincia, esa apertura importadora, los va a llevar puesto a muchísimos. Entonces es fundamental hacerlo ahora, detenerlo ahora, plantearlo ahora y empezar a generar conciencia, para que cuando otro vea que tiene un problema se dé cuenta de qué está encadenado con este problema y que lo que estamos discutiendo es un país y qué provincia queremos. Nosotros queremos una provincia con producción, con industria, con exportación, queremos una provincia que elabore los recursos naturales que tenemos, que los ponga al servicio de nuestra población, de nuestra gente. Queremos una provincia con más igualdad.
Muchísimas gracias.