Buenos días a todos y a todas.
Primero, agradecerle a Mariano [Mariano Cascallares, intendente de Almirante Brown]. Hoy recordaba que hace poquito tiempo anduvimos por acá varias veces, y cada vez que vengo a Brown, me llevo, no digo la sorpresa, porque ya me acostumbré, la satisfacción de que sigue creciendo, sigue invirtiendo; de que en Brown tenemos cada vez más educación, más deportes, más salud, más espacios públicos, más viviendas. Este parque, el centro cultural, el centro de educación física, recuerdo cada uno de esos momentos. Y este también creo que nos va a quedar grabado porque la verdad es que hace un año exactamente nuestro Ministerio de Educación lanzaba la política de los Centros Socioeducativos y Comunitarios Móviles.
Estos trailers, que tenemos acá atrás, los recorríamos en La Plata, en el Estadio Único, veíamos cómo los habían pensado, cómo los habían instalado y cómo venían a fortalecer, porque esto hay que explicarlo, una política importantísima que tiene la Provincia de Buenos Aires, que ha forjado, que ha reforzado, que es la de los Centros Socioeducativos Comunitarios fijos, no móviles, en los barrios vulnerables, populares de la provincia de Buenos Aires, que son una respuesta a un problema real, a un problema práctico que está dando hace dos años y medio la Provincia de Buenos Aires.
Quiero decir que, en la Provincia de Buenos Aires se hacen enormes esfuerzos desde el Gobierno, desde los Municipios, desde la comunidad educativa, con este cuerpo de docentes, de maestras y maestros, auxiliares, con estos directivos, con estos inspectores y, sobre todo, con las familias y los pibes, y esos esfuerzos dan resultados. Hoy estamos viendo resultados de políticas concretas.
Recorrí hoy estos centros móviles, están habitados, se ve que están utilizados, que están empleados, pero lo primero que quiero decir, que me llena de orgullo, es que están como el primer día; los han cuidado, los han sostenido, y los han embellecido de una forma que muestra que, mientras algunos quieren dinamitar lo que tenemos, el Estado, otros lo cuidan, lo fortalecen, lo engrandecen.
Los Centros Socioeducativos y Comunitarios son una política específica para hacer lo que todos decían. Vino la pandemia y las pibas y los pibes perdieron la conexión con la educación. Esto es un hecho mundial, ocurrió en todo el planeta, pero, por supuesto, que están los críticos, los que hablan sin saber y los que critican para destruir. Porque uno está permeable, abierto, pone los oídos, pone la cabeza en cada una de las críticas, pero la verdad es que la derecha argentina y mundial muchas veces señala lo que no anda o anda mal, a veces también señala lo que anda bien como si anduviera mal, pero cuando señala lo que anda, es para discontinuarlo, para desinvertirlo, para terminarlo y para destruirlo.
Es una forma de crítica espantosa porque yo no tengo duda de que ahora, con las políticas de ajuste que está llevando adelante Milei, hay muchas cosas que andaban bien, que van a andar peor. Y después va a venir la derecha a rasgarse las vestiduras: “Mirá qué mal que anda esto”. Como pasó durante el gobierno de Macri y Vidal, que desfinanciaron y después venían a hacer sus diagnósticos. De forma tal que la crítica y el análisis sirve para, a veces, consagrar y convalidar la destrucción que ya hicieron, pero sobre todo para fundamentar y justificar lo que van a hacer después.
Entonces es muy importante decir que no nos quedamos de brazos cruzados. Son 197, cerca de 200, los centros socioeducativos que han funcionado. Un puente, un instrumento, para reconectar aquellas trayectorias educativas, lo llamamos en abstracto. En concreto, son pibas y pibes, como el que vimos en el testimonio, que en el medio de dificultades objetivas, reales, familiares, barriales, laborales, sociales que tiene, y en ocasión de la pandemia se alejaron de la escuela y después tenían que reinsertarse, que reconectarse con la escuela. Y para eso se generó esta política.
Cuando se lanza una política, se diseña de una manera, y después la práctica, sobre todo si uno está atento, permeable y es flexible, permite ir reconfigurándola, mejorándola, afinándola. En el medio de eso se pensó que a esos 200 centros socioeducativos estaba muy bien ponerle Centros Socioeducativos Móviles, que son talleres de literatura, de imagen, de computación, de ciencia y tecnología que andan circulando por toda la provincia de Buenos Aires. Son 16 que ya conocieron, disfrutaron, aprovecharon, 4.000 pibas y pibes de la provincia de Buenos Aires, de los 23.000 que participan de los Centros Socioeducativos. Este acto es mil veces más importante que alguna pieza de ignorancia que a veces nos regalan los medios masivos de comunicación por los que anda el presidente, también diciendo por países extranjeros, como si hablara de un país cuando está hablando de una teoría, de un modelo que no existe.
El país real es este. El país real es la provincia de Buenos Aires, las provincias argentinas, sus barrios, son sus dificultades también y la verdad es que no se abordan ni con insultos ni con TikTok. No se resuelven de esa manera. Ni siquiera se explican ni se señalan las dificultades. Eso es una política de marketing, de agresión para llamar la atención.
Yo también podría hacer un TikTok y andar puteando gente, señalándola porque no piensa igual que yo. Y hay dos cosas muy fáciles que hace este Gobierno como receta: su ausencia, su deserción. La justifica, primero, con estos insultos. Dicen que nadie entendió nada hace 200 años. Son una manga, a veces, de gente muy ignorante y muy desconocedora de nuestra realidad. Y muy insensible con lo que pasa, porque es muy difícil sentir o tener un vínculo de respeto a lo que no se conoce. Pero andan insultando y gritando, y a los gritos piensan que van a solucionar algo.
Una es esa: la política del insulto. Y la otra, la política del “no hay plata”. Hoy observaba, publicado en el diario Clarín, cómo evolucionó la deuda del Estado nacional que creció en más o menos 100.000 millones de dólares desde que llegó Milei. Son récords solamente comparables con otra experiencia, la del macrismo. Están endeudando al país y pagan intereses de esa deuda y pagan los intereses más altos del mundo en dólares. O sea que es mentira que no hay plata. Hay plata, lo que pasa es que no es para los barrios de la provincia de Buenos Aires. Hay plata, pero es para los ricos, para los millonarios, para los timberos, no es para los pibas y pibes de la provincia de Buenos Aires ni de la Argentina.
Por eso digo, insultando y diciendo que no, es muy fácil gobernar. Hay un problema: te insultan porque dicen que es mentira y después te dicen “no hay plata” porque no lo quieren resolver. Y digo que no les importa y, además, cuando quieran resolver, algo en lo que ya tenemos experiencia porque han ido intendentes a decirle “Mirá, tenemos una ruta, una obra parada” y les dicen “Sí, sí, la voy a resolver”, y después no lo hacen.
En parte mienten, pero en parte no saben hacerlo. No les importa y no saben, no conocen.
Había una dificultad que era generar un vínculo, reforzar el vínculo entre las pibas y los pibes de la provincia que tenían trayectorias educativas truncas, a veces complicadas, para reinsertarlos, reincorporarlos al sistema educativo. Porque, también, la derecha suele decir que sin educación no hay país. Y cuando vienen destruyen la educación, porque la verdadera educación en la Argentina —les voy a decir la verdad de la milanesa—, la masiva, la que llega a todos, la que está en todos lados, es la educación pública. Si atacan la educación pública, es porque no quieren que nuestros pibes se eduquen, porque saben muy bien que no pueden pagar una privada, no es que piensan que esto se va a resolver con váucheres y otras palabritas que nadie entiende.
Entonces, [fue] muy importante para mí verlos habitados, verlos en uso; esta política es original, es creativa, trae una respuesta a un problema real, que significa una importante inversión del Estado. Las pibas y los pibes valorando esto, pero no es solo voluntad, proyecto, idea; es realización, es ejecución y es inversión. Recibir piezas literarias hechas en los barrios de la provincia de Buenos Aires, audiovisuales, verlos programar a las pibas y los pibes a los que el mercado, el famoso mercado los dejó afuera, ya los excluyó, ya los discriminó.
El mercado los discriminó y, entonces, nosotros, a quienes no tienen acceso a esto a través de su poder adquisitivo, estamos haciendo algo básico, obvio, que es una política de inclusión, pero que además es una política de generar equidad, igualdad de oportunidades, es una política que los va a buscar, que los contempla, que los comprende, que se toma el trabajo también con todo lo que significa el vínculo con las y los jóvenes. Por eso, quiero agradecerles muchísimo a las y los talleristas, a las y los docentes por este trabajo de orfebre, artesanal de reconectar con las pibas y los pibes.
Y, después, el objetivo que venimos buscando y que venimos cumpliendo es que se reconecten no solo con estas actividades, sino particularmente con la escuela. Nosotros sabemos que hay problemas a veces de abandono, de deserción, de desgranamiento, pero no alcanza con decirlo y criticarlo, porque eso es muy fácil: mirar una estadística y decir “Esto existe”. Lo que hay que hacer es tener la creatividad, tener el coraje y la perseverancia para buscar resolverlo, dar soluciones. Finalmente, esto tiene un nombre, que yo sé que a la derecha argentina, y ahora mundial, no le gusta, pero tiene un solo nombre acá, en el Vaticano y en el planeta, se llama justicia social.
Tenemos hoy, ahora, acá, una discusión, una disputa, a mí no me gusta llamarlo batalla cultural, ¿no? Porque esto del ataque frontal, además de un ataque muy rudimentario desde lo conceptual, muy primitivo. Porque, además, el liberalismo argentino —déjenme dar una opinión— los padres del liberalismo argentino, los Sarmiento, los Roca, los Alberdi, sabían muy bien que la educación pública, universal, gratuita, para todos era un instrumento fundamental para el desarrollo de la Argentina, del país y de su pueblo; lo sabían muy bien. Parece que estos tipos que hoy gobiernan hacen una lectura fragmentaria, selectiva, de incluso los pensadores y los patriotas y las diferentes figuras históricas que reivindican; le reivindican una partecita, y se olvidan de todo lo demás.
Fueron todos hombres y mujeres, también, que querían a su país, me animo a decir en clave actual, nacionalistas que defendían a su país; sería bueno que cuando los nombran se den cuenta —más allá de que uno puede ser crítico también a determinados aspectos y aún puestos en contexto—, de que eran todas figuras históricas argentinas que no estaban enamorados de los Estados Unidos o de otros países extranjeros, mucho más que de su propio país. Hay que querer a nuestro país y a su gente, a la real, a la que existe. Venir a decirnos que quieren cambiarnos, por eso a mí no me gusta llamarlo batalla cultural a lo que hacen, me gusta llamarlo: una batalla contra nuestra cultura, que es muy distinto.
Quieren cambiar nuestra cultura, nuestra historia, nuestras ideas, nuestros valores, nuestra sensibilidad, nuestros afectos, nuestras afinidades por otras distintas, ajenas, de origen extranjero además. Yo les prometo que con mi especialidad, Economía, jamás le diría a nadie que la referencia para [saber] qué hacer en la Argentina es la Escuela Austríaca del siglo XIX, claramente; son otras condiciones, son otras situaciones y es otra realidad muy distinta.
Entonces, siendo muy conciso, creo que nosotros tenemos que defender aquello en lo que creemos, y hoy que nos hablan de éxitos económicos, que nos hablan de un año de beneficios, veamos cómo están desfinanciando un montón de cosas, pero sobre todo, de qué éxito me van a hablar si bajaron 20 puntos el salario y las jubilaciones. ¿Éxito para quién, si lo único que sube son la deuda, las acciones de las corporaciones y los intereses que pagan? Eso no es éxito para nuestra Provincia, no es éxito para el trabajo, no es éxito para la producción, no es éxito para los barrios, no es éxito para los pibes, no es éxito para nadie.
Así que, en ese sentido, quiero felicitar a Mariano, por lo que me contaba recién, lo que acabamos de hacer: acompañar, ayudar a las cooperadoras de las escuelas de la provincia de Buenos Aires, porque nosotros hacemos una inversión desde el Estado provincial y desde el Estado municipal, pero qué mejor que tener a la comunidad organizada que nos da una mano, que trabaja, que lo hace solidaria y desinteresadamente, que lo hace política e ideológicamente, porque hay que ponerle ganas.
Y termino con esto, porque lo que tenemos atrás es un orgullo de la provincia de Buenos Aires, pero quiero hacerlo más general y decirlo para que tenga claridad: ¡aguante la escuela pública!