Hace 90 años, en octubre de 1929, Le Corbusier visitó La Plata durante su viaje de conferencias a Buenos Aires. No podría imaginar el arquitecto suizo que 20 años más tarde, le llegaría a París la carta de un cirujano graduado en la UNLP, Pedro D. Curuchet, encargándole la que sería su única casa de este lado del Atlántico.
Cuando Delfina Galvez y Amancio Williams erigían la conocida "Casa del puente" en Mar del Plata. César Jannello, amigo y colaborador del estudio, los visitó, tomó una de las vigas de hierro que le dan esqueleto al hormigón y jugó curvándola. Así nacía la W, una silla en transformación hasta entrados los ’50, cuando logró un poder de síntesis formal y funcional que la convirtió en un ícono del diseño latinoamericano. Williams la eligió en 1951 para equipar la casa Curutchet, cuya obra estaba a su vez dirigiendo.
No será esta silla pionera del diseño argentino, claro, el único vínculo entre ambas casas, las dos ciudades y sus sagas proyectuales, aunque sí un objeto que perdura como guía para recorrer otros nexos intangibles de la cultura material.
Hasta el domingo 4 de agosto de 2019 de martes a viernes de 10 a 19, sábados y domingos de 16 a 19, con entrada libre y gratuita.