Buenas noches a todos y todas.
En primer lugar, quiero agradecerles y darles la bienvenida como siempre a la provincia de Buenos Aires. Agradecerle al intendente [Santiago Passaglia] por esto que hace en San Nicolás, es importante para nosotros. Ustedes saben que el Mercado de Hacienda antes estaba en la Ciudad de Buenos Aires, hoy está en Cañuelas. ExpoAgro antes se hacía también en Capital Federal y ahora se hace en la provincia de Buenos Aires. Me parece que esto tiene mucho que ver con nuestra identidad, con nuestra diversidad, con nuestra riqueza, así que para mí es un gran placer.
Esta es la tercera vez que asistimos a ExpoAgro, siempre nos recibieron muy bien y siempre nos llevamos de acá una serie de inquietudes, de propuestas, de ideas, que, luego, en muchos casos, hemos podido aplicar a la política del gobierno.
Empiezo por una cuestión general —que tiene ver con lo que comentaba el presidente del Banco de la Provincia, Juan Cuattromo—, que son esas antinomias, esas discusiones, esas a veces tan consolidadas contradicciones que se pretende buscar entre el campo y la industria, entre el interior y Buenos Aires, a veces entre el interior y nuestra provincia, que se busca también plantear entre el mercado interno y la exportación. Creo que estamos ya a una altura de la historia nacional y de la experiencia como para repensar a ver si esas antinomias son útiles para comprender tanto nuestra historia como nuestro futuro. Yo creo que no. Y la provincia de Buenos Aires es un muy buen ejemplo de que no se puede tomar como contradictorio campo e industria, ciudad y pueblos, que no se puede tomar como contradictorio interior y Buenos Aires, sino todo lo contrario.
Cuando asumí el cargo, algunos pensaban que desde el Gobierno provincial no le íbamos a prestar atención al sector agropecuario. Y asumí después de cuatro años donde el Gobierno de la provincia no tenía ni siquiera, durante largo tiempo, ministro de Producción. Nosotros, durante la campaña e históricamente, siempre hemos sostenido que el eje articulador, la columna vertebral de la provincia de Buenos Aires es la producción y es el trabajo. Y si hablamos de producción y trabajo, nuestra provincia de Buenos Aires es la principal provincia industrial: el 52 por ciento de la producción industrial del país tiene su base y su origen aquí.Pero es cierto, también, que somos la principal provincia agropecuaria de la Argentina, somos también la principal provincia minera, la principal provincia turística, la principal provincia en materia demográfica y en superficie continental. Era imposible plantearse gobernar la provincia de Buenos Aires dándole la espalda al campo, pensando sólo en el Conurbano o sólo en la industria.
La producción y el trabajo en nuestra provincia se desarrollan, por supuesto, en el sector fabril, pero también con una intensidad, con una potencialidad inmensa, en el interior provincial. Argentina tiene provincias que son agropecuarias.
Me acompañan aquí el gobernador de Entre Ríos [Rogelio Frigerio], el gobernador de Santa Fe [Maximiliano Pullaro], el gobernador de Córdoba [Martín Llaryora]. Hoy, encontrarnos juntos hablando de desafíos para el sector agropecuario y para el sector agroindustrial, me parece que es una señal de nuevos tiempos también. Y, en ese sentido, nos hemos dedicado de manera sostenida y de manera muy profunda, a que el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires dé respuesta al sector productivo agropecuario.
Puedo empezar por lo que nos ocurrió el año pasado: tuvimos una sequía histórica que afectó muy fuertemente a la zona núcleo, pero a nuestra Provincia en varios puntos, determinando una caída muy fuerte de la producción, determinando una caída también muy fuerte de las condiciones socioeconómicas generales. Para nosotros el campo es producción, pero es también la gente que vive en entornos rurales en la provincia. Frente a una de las peores sequías de la historia, el Estado provincial dio una respuesta categórica y novedosa.
Recuerdo la primera reunión que tuvimos con las entidades agropecuarias, me vinieron a ver junto con el ministro de Agricultura, junto con el ministro de Producción, con otros funcionarios, a la Gobernación y me dijeron: “tenemos que pedirle, gobernador, que decrete la emergencia agropecuaria porque se viene una situación muy difícil y la tradición es que se tarde mucho tiempo, a veces meses, en decretar la emergencia”. Bueno, recibimos al sector con los decretos firmados que se iban a publicar al día siguiente en el Boletín Oficial. Pero no sólo eso, sino que salimos de la peor sequía de la historia, o una de las peores, sin tener que lamentar, por supuesto que es imposible evitarlo, pero sin tener que lamentar hechos como los que ocurrieron, por ejemplo, en la década de los noventa. Recordarán ustedes políticas económicas que a veces tienen un sabor a cuestiones que se están discutiendo y viviendo en la Argentina, pero en la década de los noventa, que fue lo más parecido que tuvimos a la dolarización, porque básicamente consistió en poder reemplazar todos los pesos circulantes por dólares, esa era la regla cambiaria. Y con ese arreglo cambiario, monetario, con esa restricción de las capacidades del Estado, de accionar e intervenir, que algunos piensan que a los exportadores y al sector agropecuario los puede beneficiar, tuvimos una situación que todavía hoy se recuerda: terminamos con 14 millones de hectáreas hipotecadas, con los propietarios, los pequeños propietarios, sus esposas, compañeras, encadenados y encadenadas a las tranqueras. Y era el Banco Nación el que tenía buena parte de esas hipotecas en su poder.
Así que, creo que después de esta sequía, después de haberla atravesado, hoy estamos presenciando la posibilidad de una cosecha que muestra la recuperación. El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires no sólo no se ausentó, sino que dio respuesta con crédito y dio respuestas, incluso, cambiando las reglas de la emergencia, empezando a tomar al productor arrendatario también como sujeto de estas políticas, además del productor propietario.
Me parece que hoy corresponde hablar de las acciones que llevamos adelante en los últimos cuatro años, sobre la política económica actual, sobre la perspectiva me dediqué a hablar largamente en la apertura de las Sesiones de la Legislatura provincial. Pero quiero decir que el Gobierno de la provincia de Buenos Aires en estos cuatro años, por primera vez, se ocupó del mejoramiento de los caminos rurales. El mejoramiento de los caminos rurales fue algo que se anunció muchísimas veces, que es por tradición, por costumbre y, casi diría que por normativa, una responsabilidad de cada uno de los intendentes de nuestra Provincia. Sin embargo, esta vez lanzamos, desde el Ministerio de Infraestructura y el Ministerio de Agricultura conjuntamente, un plan para el mejoramiento de los caminos rurales, que no habíamos prometido en campaña. Simplemente llegamos y lo hicimos, y este plan ya mejoró más de 4.500 kilómetros de caminos rurales; conectó 158 parajes y localidades entre ellas, porque no se trata sólo de sacar la producción, sino también de la vida en los entornos rurales; conectó 315 escuelas rurales y 385 tambos. Basta recorrer la provincia de Buenos Aires para observar el cambio sustancial de un Gobierno provincial que se hace cargo de la infraestructura rural. Realizamos, también, y nos acompaña el Ministro de Seguridad [Javier Alonso], inversiones históricas en seguridad rural.
Por supuesto, que en la provincia de Buenos Aires uno nunca puede decir “estoy satisfecho, ya está” porque siempre falta; pero quiero decir que renovamos completamente la flota de vehículos, incorporamos drones —que creo que están en exposición— para la seguridad rural. Drones que trajimos especialmente para poder acceder a los problemas específicos del crimen en entornos rurales. Y también, por primera vez, en Olavarría formamos una policía rural, cuyos agentes han sido seleccionados en cada uno de los pueblos, las Sociedades Rurales y las entidades del campo. Necesitábamos que los que se ocuparan de la seguridad fueran baqueanos, conocedores del delito, pero también, de la idiosincrasia local.
La seguridad no se construye ni con marketing ni con discursos, depende de contextos; Se construye con formación, con inversión y con el conocimiento de cada ámbito. Por eso, también, cuando llegamos y encontramos que las chacras experimentales eran un verdadero ámbito de abandono, decidimos levantarlas, ponerlas de pie, y ya generamos 12 nuevas variedades de trigo. Hablaban, recién, de las nuevas variedades, de la inversión en genética, de la inversión en tecnología. Las chacras experimentales de la provincia de Buenos Aires no sólo volvieron a funcionar, sino que también están en contacto con el entorno local, con el sistema científico tecnológico y universitario.
Y quiero decirlo, porque no puedo guardarmelo, son cosas que sólo puede hacer el Estado. Hablaban recién del INTA, de los organismos que tienen que ver con la producción, que tienen que ver con la ciencia, que las vinculan y, como bien dijo Juan [Cuattromo], seguir creyendo en la mitología de que hay que decidir “o todo Estado o todo mercado”, es algo que realmente no sólo es anacrónico sino tremendamente falso. Con las chacras experimentales, con las políticas de inversión, con el Banco de la Provincia, hemos demostrado que se puede buscar la colaboración, la cooperación y un resultado poderoso y positivo cuando el Estado y los productores, las empresas y los mercados, funcionan de manera mancomunada.
El Banco de la Provincia de Buenos Aires se potenció a punto tal que, durante el año 2023, el 58 por ciento del financiamiento a empresas que otorgó estuvo destinado al sector agropecuario y al agroalimentario, con tasas subsidiadas, con tasas favorables, con tasas que, para nosotros, generan producción, trabajo, exportación y hacen crecer a la Provincia y hacen crecer al campo.
Desde el Ministerio de Agricultura generamos, también, el Fondo Agrario, que es un instrumento que complementa y fortalece el rol financiero del Banco de la Provincia. No todos los que producen en el campo son sujetos de crédito bancario. Se quedan afuera los pequeños productores, la agricultura familiar. Sé que probablemente no estén presentes esta noche, o por lo menos en una gran proporción, pero el campo es quienes lo habitan, quienes lo trabajan, quienes lo producen. Son los trabajadores, son los empresarios, son los grandes, son los pequeños, son los que están cerca del puerto, son los que están allá lejos, cerca de nuestra frontera con La Pampa. Son todos. Y eso depende, por supuesto, y a veces su supervivencia, de que haya una política segmentada y dirigida a cada producción, a cada distancia, a cada tamaño. Eso hemos hecho estos cuatro años. Por eso este Fondo Agrario ofreció financiamiento no bancarizado a los que no tienen acceso y también subsidió las tasas y amplió los plazos para líneas de créditos del BaPro.
Luego, también, generamos un programa fundamental para nosotros, porque nosotros sí creemos, mejor dicho, observamos y vemos, porque hay que rendirse a la evidencia del fenómeno del cambio climático. Hablaba recién quien está a cargo de YPF de lo que se nos viene en materia de transición energética, y tiene que ver con esto. Es imposible negarlo y desde la Provincia de Buenos Aires se creó el programa Buenas Prácticas Agrícolas, que no sólo impulsa la sustentabilidad, sino que genera valor agregado, de calidad y accede a nuevos mercados. Acompañamiento técnico e incentivo económico por parte del gobierno de la provincia.
Impulsamos, también, la diferenciación en la calidad del trigo y de la soja, en articulación con Cámaras Arbitrales de la Bolsa de Cereales provinciales y esto nos permitió mapear, por primera vez, y diferenciar la calidad del trabajo de los productores para darles herramientas de competitividad que necesitan sellos públicos, en la mayoría de los casos. La batería de políticas tiene que ver con la producción, pero también con el arraigo. Ha ocurrido un fenómeno relacionado con la tecnología y la escala en el campo bonaerense que a veces conlleva la expulsión de la mano de obra y la población. Donde antes se trabajaba en un campo con determinada cantidad de trabajadores, hoy, por el avance tecnológico, esa cantidad se redujo y, muchas veces, eso genera fenómenos de desempleo, fenómenos sociales que necesitan una respuesta contundente del Estado provincial.
Necesitamos, también, que las familias de bonaerenses que viven en entornos rurales tengan condiciones de igualdad con aquellos que viven cerca o en los entornos urbanos. No es posible que vivir en el interior sea algo que te deje afuera de todo, que te deje sin oportunidades. Por eso, yo también cuento entre las políticas destinadas al sector, lo que hemos hecho abriendo centros universitarios en diversos pueblos de la provincia de Buenos Aires, donde los pibes y las pibas, para estudiar, para acceder al estudio, tenían que mudarse a una gran ciudad, sea Bahía Blanca, Mar del Plata, a veces nuestra capital La Plata, y después, muchas veces, no volvían, con lo cual, generaba una selección negativa donde los que más ganas, más talento y, a veces, más posibilidades tenían, terminaban no volviendo al pueblo y al lugar donde habían nacido. Sin conectividad de internet, sin posibilidad de hacer estudios universitarios, sin caminos rurales, sin presencia del Estado, sin salud pública y educación pública. Y lo digo con toda la tranquilidad de saber cuál es la realidad de nuestra Provincia.
En más de 60 municipios, el único proveedor de servicios de salud presente es el Estado, a nivel municipal, provincial o ambos. No hay ningún privado. Y les garantizo que este gobernador y los intendentes no le han prohibido, no han limitado, que se instale una clínica de Los Arcos en Guaminí, o la Suizo Argentina en algún otro pueblo rural. No es así. No da la escala. No da, a veces, la capacidad económica para sostener una inversión privada a la que no le estoy reprochando nada, simplemente digo que el empresario privado en la salud y en la educación va donde tiene escala y donde tiene poder adquisitivo porque va, lógicamente, a buscar ganancia y a veces no hay ganancia en esas actividades. ¿Qué vamos a hacer? ¿Dejarlos sin escuelas?
Cuando llegué a la provincia de Buenos Aires, venían de cerrar 33 escuelas rurales porque no les daban las cuentas. Rurales y del Delta, porque no les daban las cuentas, porque era muy caro sostener el edificio, sostener a los directivos, sostener a las maestras. Es así como termina despoblado el campo, como migra la población hacia el conurbano, como se abarrotan los entornos de las ciudades mientras se vacía esa extensa pampa, ese extenso campo que tenemos. Para revertirlo hay que tomar políticas activas, políticas de desarrollo: políticas de productividad, políticas de arraigo, políticas de igualdad de oportunidades. La igualdad es un objetivo, también, de la política y del Estado. Y en ese sentido, hemos tomado medidas que favorecieron, también, a los productores, a los empresarios de todos los tamaños, porque si no, lo que tienen que enfrentar es que no hay instrumentos para retener a la población allí donde nació.
Cada vez que vamos a una escuela rural, cada vez que vamos a una pequeña clínica, hemos abierto más de 156 Centros de Atención Primaria de la Salud en el interior, también algunos en el conurbano. Pequeños hospitales ahí donde no llega ni la posibilidad del bolsillo, ni una empresa privada. Ahí está el Estado.
Creo que es muy iluso y totalmente equivocado —particularmente para este sector y sus necesidades— creer que el Estado es incompatible con el mercado, con la empresa, con la producción. No es así. Y creo que tenemos una enorme perspectiva, tanto a nivel de arraigo como en industrialización de la producción primaria. Estamos construyendo 18 frigoríficos municipales, estatales, en el interior de la provincia de Buenos Aires.
Es muy doloroso ver cómo zonas que tienen actividad ganadera no tienen posibilidad, ni siquiera, de acceder a la carne de los animales que crían en el entorno de sus pueblos. ¿Por qué? Porque no hay infraestructura, porque a ningún privado le da la cuenta. Entonces, la hacienda que se produce muy cerca de donde la gente vive debe viajar kilómetros y kilómetros de ida y vuelta. De forma tal que en la carnicería, en lugar de comprar carne, se termina pagando el flete y el gasoil.Esto encarece los productos y, de nuevo, expulsa a la población que no puede contar ni siquiera con aquello que ve a través de las tranqueras. Otro tanto con la leche, estamos trabajando en usinas lácteas en el interior de la provincia de Buenos Aires.
Son trabajos que, por supuesto, llevan tiempo. Trabajos para los que, por supuesto, falta mucho. Creo que habiendo atravesado esta situación tan compleja de la sequía y, hoy, con una perspectiva, realmente, muy favorable, tenemos que seguir pensando lo que se está pensando aquí: en cómo industrializar la producción agropecuaria, en cómo podemos, también, con industria nacional y producción nacional, alentar y acompañar a un sector que es tan competitivo y que es tan pujante. Son políticas públicas. Los resultados están a la vista.
Como he dicho, falta mucho. Tenemos muchos planes al respecto y hemos recorrido de punta a punta la provincia de Buenos Aires. Y ese conocimiento y, también, ese sentimiento de la importancia que tiene nuestro interior, de la necesidad que tienen aquellos que viven ahí, no de los que ya se han ido, los que viven en las grandes ciudades. Los que viven ahí, los que se quieren quedar ahí. Ellos y sus familias. Cómo necesitan la pequeña escuelita, pero con internet. Cómo les instalamos paneles solares, porque no llega la energía. Cómo mejoramos los caminos rurales, porque no hay forma entre los productores de lograrlo.
Así que con todas esas políticas, buscando mayor valor agregado en la Provincia y en el país, creo que la contradicción, supuesta, entre campo e industria, la contradicción supuesta entre grandes ciudades y el interior, la podemos superar. Y se hace así: en encuentros, en discusiones, intercambiando opiniones, mostrando resultados, viendo cuál es la eficacia de las medidas y mejorando todos los días la política pública para que la producción, el empleo, el crecimiento y el desarrollo, en nuestro caso de la Provincia, pero por supuesto del país, sea lo que nos espera por delante.
Muchísimas gracias.