En primer lugar, buenos días a todos y a todas, quiero agradecerles mucho y pedirles disculpas por la demora. Son días de mucha actividad, de mucho ajetreo, de muchas novedades y mucha discusión. Quiero empezar también agradeciendo tanto al Ministerio de Trabajo como al de Producción porque si podemos hacer una reunión de esta envergadura es porque hay un vínculo, un contacto, una respuesta previa, como manifiestan todos, esto del teléfono abierto durante la época pasada cuando estábamos con un Gobierno nacional afín. Fue una realidad en toda en toda la administración provincial, pero además en todo el territorio de la provincia lo cual también un poco explica la convocatoria.
Forma parte esta reunión de una zaga de reuniones que venimos llevando adelante con diferentes actores productivos de la provincia de Buenos Aires, más allá de lo que hacemos en términos de cultura, educación, salud. Específicamente le pedí a Augusto [Augusto Costa, ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica] y a Walter [Walter Correa, ministro de Trabajo] que hagamos varias reuniones con sectores productivos para tener un cuadro de situación en tiempo real y en primera persona, más allá de las estadísticas que uno puede recabar. Debo decir que no me sorprende, tomo la palabra del compañero de la SETIA. Venimos trabajando en este tema en sucesivas situaciones de gobiernos nacionales de signos opuestos. Escuchaba recién cuando fueron los números positivos para el sector. Es lo mismo que se observa en prácticamente todos los sectores productivos, particularmente industriales, y nos tocó a muchos de nosotros estar en cada una de esas etapas en diferentes lugares.
Ahí en 2015 cuando se llegaba a los récords de producción textil estábamos en el Ministerio de Economía y luego en la Cámara de Diputados durante la época de Macri. Después, en la época de Alberto, acá en la provincia de Buenos Aires y ahora en esta situación que tiene una particularidad histórica: hay muy pocos episodios, muy pocas oportunidades donde el Gobierno nacional fue de signo distinto al Gobierno de la provincia de Buenos Aires. Y agrego: tan distinto como es en este caso. Porque la sociedad hizo a Milei presidente, pero también en la provincia de Buenos Aires nos dio un triunfo por una distancia histórica de 20 puntos sobre la segunda fórmula, así que estamos en una coyuntura bastante peculiar.
Digo que no me sorprende porque algunos términos que se están usando este tiempo, como industricidio o tormenta perfecta los acuñamos allá en la época de Macri para tratar de ponerle palabras y voz a la situación que se estaba viviendo en aquel momento de manera adelantada. Entonces, me interesa pararme ahí en algún tipo de comparación entre el plan económico del macrismo y el plan económico actual. Tormenta perfecta, industricidio, es el factor común.
Creo que en el caso del gobierno de Macri, la particularidad es que fue una política macroeconómica, más allá de todo lo demás que uno pueda agregar, de neto corte anti industrial. Así que cuando a uno le toca diseñar un cuadro macroeconómico en sus principales variables —tipo de cambio, tasa de interés, acceso al crédito, nivel de precios y salarios—, si tomamos esas cuatro variables lo que se llevó adelante durante la época de Macri fue un programa anti industrial deliberado. Con una particularidad que yo en aquel momento decía que era vergonzante y me acuerdo en algunas circunstancias haber compartido con alguno de ustedes reuniones donde me contaban que mientras se abrían las importaciones de manera indiscriminada, en el primer tiempo del gobierno de Macri, se sostenía que no había un aluvión importador, se negaban las decisiones y se negaba la política económica que se estaba llevando adelante. Y se intentaba negar sus consecuencias.
Había una apertura desde los primeros días del gobierno de Macri de las importaciones, absolutamente total. Y, sin embargo, públicamente se decía que no, que no era así. Había una política también claramente de interrupción o de restricción del crédito local, particularmente del crédito productivo, pero se decía que no era así. Y había también una política de reducción de salarios deliberada, pero se decía que no, que lo que se buscaba era subir el salario. Si tenemos que hacer alguna comparación en materia estrictamente económica de plan y más precisamente macroeconómico, quitando política industrial, federalismo, ajuste fiscal, quitando todo lo demás, la política de Milei y la de Macri son la misma.
De hecho el propio Milei hizo campaña diciendo que esta vez la política iba a ser distinta, habló en la campaña de dolarización, de quemar el Banco Central, habló de gobernar con un equipo económico distinto, decía que cómo los mismos van a poder tener resultados diferentes. Todo eso ya se fue a la basura. El otro día en la reunión que tuvimos con los gobernadores —ya fue hace un tiempo, pero parecen mil años, fue unos días antes del DNU así que debe haber sido antes del veintipico de diciembre—, Milei nos dijo a todos los gobernadores que en términos de política económica él había venido con una serie de ideas, pero que no se iban a hacer por lo menos de momento las más disruptivas.
Agregó váucheres, venta de órganos, toda esta batería de cosas que se dijeron en campaña. No iba a hacer nada de eso y lo que iba a hacer era un plan de estabilización ortodoxo, clásico y convencional. Un plan de ajuste convencional como los varios que la economía argentina tiene en su inventario. Obviamente los más conocidos son el de Martínez de Hoz, el de los ‘90 y después el de Macri. O sea que esta era una reedición de esos planes ortodoxos convencionales. Agregó que a él no le gustaban, es más, que le resultaban repugnantes, pero que lo tenía que hacer.
Así que ahí tenemos una primera ventaja con respecto a otras situaciones, por lo menos en lo discursivo y en lo social. Milei, que vino con un montón de novedades, las dejó en un cajón, en un armario o las tiró al tacho de basura y está aplicando un plan convencional de ajuste, el de siempre cuando gobierna la derecha neoliberal en la Argentina. Es el mismo plan de ajuste, ninguna novedad en ese sentido. A este Gobierno no le interesa ni la producción ni la industria nacional. Creo que es muy difícil hacerse el desentendido, me parece que no hay ninguna inclinación, ningún interés, ningún lazo emocional o afectivo, no digo en lo personal sino en lo político con la industria nacional: vienen a destruir la industria nacional.
De hecho, creo que todos los que hacemos política necesitamos anclar en algún lado el discurso político históricamente, la excepción probablemente fue el macrismo que ponía animalitos en los billetes, ni siquiera tenían próceres. Pero en este caso el paraíso perdido del gobierno actual es la Argentina agroexportadora. A qué quieren volver: al 1865 dijeron en algún momento, después corrigieron un poco, a 1890, a la Argentina primaria, agroexportadora, casi diría dependiente, una Argentina subordinada en lo político y dependiente en lo económico.
No creo que podamos y que tenga sentido ir a pedirles que en un micrófono digan “queremos destruir toda la industria nacional”, incluso me animo a decir que si uno se dedica a hacer el ejercicio ya lo deben haber dicho de varias formas, así que yo no tengo duda: es el mismo plan de Macri nada más que ahora explícitamente anti industrial. Así que sí, vienen a destruir la industria nacional, cuando alguien hablaba de comprar en calle Florida carteras chinas con cuero argentino es similar a cuando uno revisa qué pasaba en la época agroexportadora. Era así, tanto el lanar como el cuero se remitían a Gran Bretaña para que después volvieran en forma de ponchos y de alpargatas. Ya tuvimos eso, industria inglesa. Ahora será de Oriente o de Asia, como quieran llamarlo, pero es lo mismo, es el mismo modelo y hay gente que lo defiende en la Argentina.
Hay gente que le parece bien, el vocero Adorni, estos personajes increíbles, surrealistas, pero que tienen en este momento una representación institucional limitada porque si me preguntan “¿acá quién gobierna?” tengo bastante dificultades en identificarlo. Para empezar el ministro de Economía no es Marra, no es Lemoine, es Toto Caputo, un viejo conocido del saqueo nacional. Nos endeudó a 100 años por 100.000 palos y lo echó —ni siquiera tenemos demasiado que discutir al respecto— el Fondo Monetario Internacional porque se fugó toda la plata que le habían prestado ellos para otra cosa. Y se la fugaron. Ese es el ministro de Economía.
La ministra de Seguridad es Bullrich, dos ex ministros de Macri que perdió, que no se pudo ni presentar a las elecciones. Macri mismo fue con Bullrich y perdió en una verdadera sangría de votos, salieron terceros. Y el que hizo la Ley Ómnibus y el DNU es Sturzenegger. Perdón que sea crudo con esto pero la verdad es que yo creo que este programa que están aplicando es más o menos el mismo que el de Macri. ¿Por qué habría novedades? Como decía Milei: “no vamos a tener cosas diferentes con los mismos”. Bueno, son los mismos, menos todavía vamos a tener cosas diferentes, son los mismos traídos por Milei.
Así que la situación es complicada para la industria, de nuevo, no hay mucha expectativa, vienen a aplicar ese plan económico ahora más explícitamente. De qué se trata ese plan económico: tarifas en dólares, apertura de las importaciones, ausencia de crédito y más de crédito productivo y caída de salarios. Ese es el programa económico. Cuando hablábamos de tormenta perfecta en la época de Macri decíamos que esto a la industria nacional la destruye, más allá de si lo explican o no lo explican, si lo reconocen no lo reconocen, si abren las importaciones y al mismo tiempo las tarifas están dolarizadas, aún cuando la energía o los hidrocarburos son argentinos, a costo argentino, pero lo venden en dólares a precio de Nueva York, a precio de Europa y si a eso le agregamos ausencia de crédito, por eso hay que verlo desde la perspectiva del balance para no ponernos a hablar tampoco de macro, hay que vero desde el balance de cada uno de ustedes.
Los costos suben, el costo del crédito o el acceso al crédito, el costo tarifario están sometidos a una no competencia, a un dumping, una falta de competencia de productores extranjeros y además hay una política deliberada de bajar el salario, por eso comparto con Walter que no es buena idea acompañar reformas laborales porque son caída de salario.
En los ‘90 y en el macrismo se hizo el intento de bajar el salario y reformar y facilitar los despidos. En los ‘90 esto fue la flexibilización laboral, moneda corriente, pero el resultado de la caída del poder adquisitivo de los salarios, alguno de ustedes lo dijo por acá, es que lo que aparece del lado del costo como salario para cada empresa particular en el conjunto es una caída de la demanda. Yo los invitaba durante el macrismo incluso a hacer la cuenta. Supongamos que el costo salarial de ustedes representa el 30 o el 40 por ciento del costo general y supongamos que cae el salario nominal un 20 por ciento —durante el macrismo cayó en términos reales, pero para hacer más sencilla de la cuenta con moneda constante sin inflación digamos que cae en términos nominales el salario 20 por ciento— así usted tiene un ahorro del costo del 6 por ciento. Pero si esto es universal, generalizado, macroeconómico, las ventas a ustedes le caen un 20 por ciento. O sea que haciéndole creer que lo beneficiaban, lo están fundiendo.
Si el ingreso les cae un 20 y el costo un 6 por ciento, los están fundiendo, así cada vez que la empresa, la industria nacional apoyan o acompañan. Porque después podemos hablar de leyes laborales, de la industria del juicio, de lo que quieran hablar, pero cada vez que acompañan por un presunto interés algún programa de flexibilización laboral, después se encuentran con que cae el salario en general y entonces no le pueden vender a nadie.
Dicho esto, todos los elementos de un programa desindustrializador en materia macroeconómica están ya en en funcionamiento, así que creo que particularmente la industria textil, la de indumentaria, que tiene entre otros marroquinería, calzado que entre sus principales consumidores está el mercado interno, con esta situación no hay mucho para preguntarse, para especular. Ese es el plan económico que se está aplicando ahora.
Así que estamos además en presencia de una enorme estafa electoral. Yo creo que han estafado a todos los que votaron a Mieli —capaz algunos de acá esperaban tal cosa o tal otra, les molestaba algún aspecto u otro, o incluso lo votaron de buena fe— porque lo que ha venido como resultado es un plan estándar de ajuste llamado de estabilización, pero en realidad de desindustrialización, de privatización, de precarización, y de subordinación económica de la Argentina.
Es una Argentina en la que sueñan sin industria. Y creen que está buenísimo, y ahora lo dicen además. Así que creo que estamos en una situación muy complicada porque hay que explicar todo esto. Es fundamental que aparezcan las voces de los sectores que están siendo damnificados en lo particular porque estamos hablando de diferentes modelos y proyectos de país. Una Argentina sin industria es una Argentina que exporta sin elaborar la materia prima donde sobra. Martínez De Hoz decía 10 millones de personas. Creo que a esta altura se quedaron cortos con ese número. No hay trabajo y menos todavía de calidad.
Así que la verdad que nosotros hoy vemos que esto obviamente no tiene sentido. Lo veníamos tratando de explicar, veníamos previniendo y alertando a la ciudad a la ciudadanía de que iban a votar una cosa, pero iba a venir otra, porque tal vez votaron un personaje nuevo que venía a ajustar a la casta, pero en esta mesa vemos que son los trabajadores, los empresarios pymes, que nunca habían alertado o advertido que era parte de la casta, pero que resultaron ser parte de la casta. Entonces son víctimas de un ajuste, que es el que estamos viviendo hoy.
Me parece fundamental primero prender las alarmas lo antes posible. Caída de 30 o 40 por ciento de las ventas. Hay pocos episodios así en la historia económica argentina de algo tan súbito, en un mes, mes y pico. Esto es como decían en aquel momento, lo mismo más rápido y más profundo, y el problema es que va teniendo consecuencias muy difíciles de revertir por no decir irreversibles.
Ocurrió durante el macrismo también, cuando se afectaron establecimientos industriales, productivos, ramas enteras de la producción como pasó con el sector textil, que fue muy fuerte el efecto de esta misma política. Milei no es nada de nuevo, no tiene nada de original, nada de loco, es el plan económico estándar, así que sus consecuencias son las que estamos viendo y si llega a la dolarización ya lo tuvimos también, se llamó convertibilidad, así que también es conocido.
Porque el 1 a 1 con un respaldo del total de la base monetaria es que en realidad cada peso podría haber sido un dólar, así que en términos prácticos era casi como si circularan dólares. Si se hace circular dólares va a ser más duro todavía, pero seguirá siendo de la misma familia de políticas económicas: pérdida de soberanía monetaria, pérdida de política monetaria, de política de liquidez, de política crediticia. Un desastre, una debacle, con un principal sector afectado: industriales y trabajadores.
Creo que hay una tarea para hacer muy rápido, que es tratar de, para los que todavía no se dieron cuenta, hacer un esfuerzo de comunicación para explicar qué es lo que está pasando y qué es lo que va a venir si uno quiere ser indulgente. En esto uno puede decir “esto es lo que está ocurriendo y esto es lo que va a pasar de persistir con estas políticas”. Si no se logra algo muy contundente se va a persistir con estas mismas políticas, no veo visos ni de arrepentimiento ni de modificación en la política económica, sino de profundización en esta misma dirección. Si no se para de una forma muy contundente y desde otro actor social esta política económica continúa.
Creo que es muy importante que haya otras voces, otros actores, otros emisores de estos mensajes para que los que estamos tachados a veces de, simplemente, decir las cosas por dogmatismo, o por posicionamiento político, o por algo que para ellos es peor que todo esto, el peronismo. La verdadera víctima o la primera víctima de todo esto no tiene por qué compartir ni comulgar con nuestro ideario político, ni siquiera con las convicciones históricas o electorales, pero no tienen por qué. Pero defendemos las mismas cosas y cuando nos toca gobernar trabajamos para que la producción y la industria crezcan. Y crecen.
Así que en defensa de banderas a veces inconfesables después vienen a fundir la industria, pero a los que nos atacan son a nosotros. Hoy es fundamental que aparezcan otras caras, otras voces que tengan una legitimidad distinta para explicar lo que hoy ven, atestiguan, observan. Es importantísimo para nosotros porque si no esto va a quedar en una especie de discusión ridícula, de farsa, entre keynesianismo y Escuela Austríaca, que, aunque algunos de nosotros nos hemos dedicado mucho tiempo a la historia del pensamiento económico, hasta que llegue la sociedad a la conclusión de si tenía razón Keynes o Hayek van a haber fundido a toda la industria nacional y no nos va a quedar nada para defender. Esto es de urgencia y es importante.
Yo lo que le voy a proporcionar ahora es un micrófono, una cámara tal vez para simplemente explicar y contar lo que está ocurriendo en la industria textil, de indumentaria, en equipajes, en cuero, en marroquinería, en calzado. Que cuenten un poco cuál es la situación, lo dramático que está sucediendo. Creo que esta vez los mismos personajes han aprendido de la etapa anterior, por eso vienen a hacerlo de manera más feroz y más acelerada y no van a dejar nada en pie. Eso pienso que es el objetivo.
Lo escuchamos a Milei decir “si tienen que fundir un montón de empresas porque son prebendarias”, algo además tan a contramano de la historia porque hoy vemos que los países centrales están siendo proteccionistas, llevan adelante política industrial, tanto Biden como Trump lo que quieren es reindustrializar Estados Unidos con aranceles, con energía barata. Todo lo que acá en mala palabra ahora está en boca, teóricamente, de los ejemplos que deberíamos seguir. Por eso me parece que recurren a Irlanda para decirnos porque si agarran a cualquier otro sucede lo que está pasando hoy en Europa con los acuerdos de libre comercio. En todos los países más avanzados, industrializados, rechazan repudian y descartan las políticas que quieren aplicar acá para llegar ahí presuntamente, o sea que estamos en un mundo desquiciado donde están pasando cosas bastante gruesas y acá tenemos una ideología del siglo 19 que no tiene prestigio en ningún lugar del mundo y que no funcionó nunca en ningún lugar, y así nos quieren explicar qué es lo que hay que hacer en nuestra provincia y en nuestro país.
Por nuestra parte ese sería el pedido. Ahora acaba de salir con Cuenta DNI, en ocasión al comienzo de las clases, un descuento en indumentaria, generalizado para el comienzo de clases en mochilas, en calzado. Nosotros los instrumentos que tenemos los vamos a volcar, por supuesto, a sostener, a sobrevivir y a resistir este embate, pero nuestro pedido anterior está relacionado con que a veces uno se siente un poco en soledad defendiendo a la industria nacional.
Ridículamente, porque yo no tengo empresa, ninguno de los de acá pagamos quincena. Necesitamos que el sujeto económico social tenga una voz política más potente. Con política me refiero a política sectorial, a política industrial, a política empresaria. Pero una voz política, pública, de debate y discusión. A mí me gustaría que descarnadamente le dejen en claro también a los que votaron a Milei que por si no lo sabían, van a destruir la industria bonaerense, está en vías de extinción.
Lo digo muy sinceramente porque esta vez es sin tapujos, sin inhibiciones, quieren volver al modelo agroexportador, ese es su paraíso perdido. Y lo dicen abiertamente, y se escudan detrás de eso, como si fuera solamente una cuestión política, ideológica, teórica. Bueno, vaya y pase, pero detrás de eso todos sabemos que hay poderosos intereses, que cada vez que vienen por la industria argentina tienen sus enormes, inmensos, beneficios.
Yo miraba ahora el ajuste que están aplaudiendo. Otra cosa más. El otro día lo planteaba: me parece que cuanto más fortalecido esté el sindicalismo argentino y pueda luchar por los salarios, más mercado interno va a haber. Después podemos discutir detalles, pero más mercado interno va a haber.
Después veía a algunos empresarios el otro día diciendo “estamos de acuerdo con el déficit cero, pero creemos que no hay que aplicarlo de esta manera”. Yo les pregunto a ustedes: ¿si yo a partir de mañana les digo que tienen una empresa “déficit cero” porque gastar más que lo que ingresa es un delito, un pecado y genera todo lo males del mundo… ¿Cuánto dura una empresa si no puede recurrir al crédito para sostener la inversión? Porque finalmente la economía sana sería que vivan todos los días de su ingreso. Es decir, si tienen estacionalidad, si necesitan ampliar su capital de trabajo o, peor, el productivo, recurren al crédito.
Si ustedes miran hoy de todos los países del mundo, solo hay dos o tres que tienen superávit fiscal. Incluso algunos países europeos, Estados Unidos, de América del Norte, no tienen superávit fiscal hace 10, 20, 30 años. Cuando uno pone al lado la inflación, se ve que no tienen inflación por tener déficit y no todos emiten dólares, así que nos ha pasado lo peor que nos podía pasar, que es profesar y hasta pedir por una política que los perjudica a ustedes. Si la economía argentina quiere crecer necesitamos hacerlo con crédito, o sea, gastar más de lo que ingresa.
No hay familia, no hay empresa que pueda vivir con déficit cero, menos todavía una industria que se quiere expandir, quiere abrir una sucursal. Nosotros no estamos en presencia de una genialidad absoluta que no se aplica en ningún lado del mundo y que acá va de funcionar, porque esto no tiene correlato con la inflación. Los engañaron. Ahora a mí me parece impresionante que las víctimas de estas políticas las reclamen como algo bueno.
Porque si ustedes compran ese discurso del déficit cero van a decir que entonces a la energía hay que ponerla carísima, las tarifas hay que ponerlas carísimas. Si ustedes piden una obra, muchos de ustedes, los parques industriales… No, no se puede. Con los ingresos solamente se gasta lo que ingresa en la caja cada día que ingresa en la caja y es imposible manejar una provincia, un municipio, un país, una empresa, una familia, los convencieron de que está buenísimo. Es suicida, no se hace en ningún lado del mundo. No tiene que ver con la inflación. Es una estupidez mayúscula. Están todos convencidos, es impresionante.
Me piden crédito, pero no les puedo dar porque la verdad es que tengo que sostener los gastos a nivel de los ingresos. No se puede, no funciona nada así, el capitalismo funciona con crédito. No hay país que haya desarrollado su industria sin cuidarla. Entonces “protección” es una mala palabra y nos vamos a quedar sin industria.
Traten de exportar un pan de manteca, un queso a Europa. Imposible, porque están defendiendo y protegiendo a sus productores primarios. No es “absolutamente ineficiente, costosísimo y subsidiado”. Lo protegen. Es una política productiva, social, económica, una política pública. Aún si no estuviéramos en la frontera de la eficiencia mundial, podríamos decidir proteger nuestra industria, incentivando, fomentando, acompañando. Pero es una locura, estábamos vendiendo nuestra materia prima para mandarla al exterior y comprarla elaborada más los fletes. Hagámoslo acá, no tiene lógica. Entonces yo creo que hay que defender la industria nacional y bancarse lo que venga. Estos discursos liberales, ortodoxos, desindustrializadores se han impregnado tanto que los defienden las víctimas de esas políticas.
A mí me gusta esa frase de Jauretche: “ir al almacén con el manual del almacenero”. Claro que te van a cagar. Los países centrales quieren que usemos una doctrina económica para que la apliquemos acá, pero ellos mismos no la aplican. Nosotros tenemos que aplicarla.
¿A quién le convendrá que hagamos eso? Pero esto no quiere decir que hay que ser retrógrado, ni obstinado, ni dogmático, ni volver a los ‘40. Lo que quiero decir simplemente es que la receta económica que están aplicando, y que se aplicó tantas veces en Argentina, tiene siempre el mismo resultado y que la invitación es a defender la industria nacional, que es el corazón de la provincia de Buenos Aires. Ni siquiera por una cuestión de afinidad o de convicción ideológica, tengo que hacerlo porque me votaron para eso, para defender a nuestra provincia, para defender lo que nuestra provincia hace, de lo que vive, que es su industria.
Nuestro compromiso está. Con respecto a los instrumentos, comprendan que no podemos sustituir y reemplazar los recortes nacionales con las capacidades que tiene la provincia. Por eso, defiendan a las provincias argentinas. Después de todo, ¿ustedes donde viven? En una provincia, como todos los habitantes de la Argentina. Así que cuando atacan a la provincia no es al gobernador o al gobierno, es a los que viven en esa provincia, a los que laburan, es a ustedes. Entonces defendamos al federalismo, defendamos la industria nacional, defendamos la soberanía, defendamos la independencia, defendamos que el país no se endeude de nuevo.
Ahora, este bono. ¿Alguno pudo tomar ese bono para importadores? ¿Y tienen deuda de importación? Porque está diseñado para un saqueo con el endeudamiento, si no todos ustedes estarían festejando esa medida. No la están festejando porque no sirve para los verdaderos industriales. Primera vez en la historia que se emite un bono en dólares para una deuda en pesos que tiene el Gobierno nacional. Es impresionante, es un saqueo.
¿Y a quién va a perjudicar? Porque uno puede hacer una caracterización. A los industriales, al sector productivo, a los pequeños productores agropecuarios también, porque en los ‘90 terminaron todos los campos hipotecados y ya están empezando. Los insumos los tengo en dólares, pero estoy cautivo de las cerealeras, el crédito no viene para mí, compro caro y vendo barato. Entonces, el pequeño productor también va a ser víctima. Y como la provincia de Buenos Aires es una provincia productiva siempre que se aplicó este modelo neoliberal sufrió la provincia, sufrieron los laburantes, sufrió la clase media, sufrieron los empresarios y, particularmente, los industriales.
Durante el macrismo cayó 5 por ciento el producto bruto de la provincia de Buenos Aires, pero 20 por ciento el producto industrial. O sea, que si cae en general, más cae en la industria. Estos programas son eso, yo lo digo porque el sector textil cayó 43 por ciento durante el macrismo. Un industricidio, particularmente entre las industrias que tenían principal salida en el mercado interno. Si tuviera que diseñar un plan anti industrial es este, matar la industria nacional, no se me ocurre uno mejor.
Así que como ya lo vivieron muchos de ustedes varias veces creo que hay que salir rápido. Si se modifica, por lo menos autónomamente, le veo poca chance. Si se modifica mejor, pero empecemos a alertar acerca de cuáles son las consecuencias, cómo sigue esto, cómo viene y qué políticas hay que cambiar.
Y esa es la contribución que les pedimos. El Ministerio de Producción, el Ministerio de Trabajo, el Banco de la Provincia están a disposición hasta donde nos dé la capacidad, porque no podemos sustituir. El otro día me pedían un “Ahora 12 provincial”, me pedían el Previaje provincial, el Instituto del Cine provincial. Y al mismo tiempo el Gobierno nacional nos corta fondos. Esos fondos que nos cortan son los que nosotros tenemos que también aguantar para tener en funcionamiento al Estado en su conjunto.
Así que por supuesto todas las herramientas, cualquier idea, cualquier necesidad, estamos a disposición. Nuestra idea por ahora es adoptar una política de supervivencia que nos permita sostenernos durante este tiempo que ojalá sea lo más corto posible y lo menos dañino posible. Pero viene por ahí, no les puedo decir otra cosa. Vienen por ustedes, la casta era la industria, era el laburante, era el empresario pyme. Vienen por ustedes, así que nosotros estamos a disposición. Nos viene muy bien que pongan en su boca las palabras y la descripción de la situación actual. Que aparezcan otros actores, otras caras, otras voces, nosotros no le vamos a pedir ni que defiendan al Gobierno de la Provincia, ni al gobernador, es más si quieren criticar algo o todo, critiquen, pero defiendan al sector. Pongan también el cuerpo en la defensa del sector, es importantísimo, es crucial ahora porque esto es contra la política.
Yo pedía unificar la personería de la industria bonaerense. Cuanto más potencia tengan esas voces mejor y al mismo tiempo que sean muchas, mejor también. A veces pega más un caso de “tengo hace 40 años mi industria, mi empresa” o “hace 50 generaciones y nunca…”. Eso sirve un montón, porque a veces se empatiza más de esta manera y se comprende a alguien que tiene un prejuicio, que nos ve como distantes, como enemigos, como lo malo, lo que hay que erradicar. Sirve un montón, a veces un ejemplo, un caso sensibiliza más que una explicación macroeconómica, histórica, teórica. Sensibiliza más, así que eso se los vamos a pedir, es muy importante para nosotros.
Y nosotros a disposición para dar respuesta. Yo puedo contar lo que me dicen, pero mejor en primera persona. Así que muchísimas gracias por estar, cuenten con nosotros para todo lo que podamos hacer. Con los instrumentos que tenemos vamos a intentar, sustituir o suplantar todo lo que nos priva o a lo que deserta el Gobierno nacional. Seguramente todo no, pero en algo vamos a poder ayudar. Y la política macroeconómica hoy está lejos de nuestro alcance. Cuando uno ve cómo se creó la industria nacional tuvo que haber, precisamente, algunos le decían derecho a exportación. Se llaman retenciones. Claro que estamos a favor de las retenciones, claro que estamos en contra de cuando las retenciones están puestas al revés. Hay más derecho de exportación para el producto elaborado que para el producto primario, eso es un plan sistemático, metódico, como decía Walsh, de miseria planificada, de desindustrialización planificada. Si no, no hay explicación, no tiene lógica.
No tiene lógica, van a destruir la industria y la van a destruir rápido porque algunos hablaban del tobogán. Me gustó: subir por la escalera lleva mucho más tiempo que caerse por el tobogán. Así que nos costó mucho reconstruir un tejido industrial durante estos cuatro años con todas las dificultades del caso, con todas las tensiones que hubo, con todos los errores que podemos haber cometido. Esto se rompe muy rápidamente.
Así que les pido simplemente eso, les agradezco la presencia y cuenten con nosotros, con todo lo que podemos hacer. Vamos a seguir defendiendo a la industria bonaerense y nacional. Muchas gracias.