Buenos días a todos y a todas. Muchas gracias, Fede [Federico Achával, intendente de Pilar], por invitarnos. Gracias, Augusto [Augusto Costa, ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica], por este despliegue de congresos, de jornadas vinculadas a la industria que ya es una especie de maratón, porque pronto tenemos otra en Escobar y ayer estuvimos en Mar del Plata en el Congreso Productivo Bonaerense, que fue un encuentro de dos jornadas en el que participaron más de 3.000 empresarios, donde hubo mesas de discusión y exposiciones. Así que ayer estuvimos haciendo el cierre y hoy estamos acá haciendo la apertura. Uno podría pensar que estamos en un período donde la industria está atravesando un momento estelar, de protagonismo, un boom, pero, lamentablemente, lo que está ocurriendo es exactamente lo contrario.
Estamos viviendo uno de esos momentos que suele tener la historia argentina en donde avanza a paso redoblado una política económica, una voluntad del Estado nacional, una estrategia, centrada en la desindustrialización. De desindustrialización. Lo digo porque, probablemente, en el auditorio haya quienes acompañaron con el voto al actual Gobierno nacional.
Por supuesto, estamos en una democracia y no se trata de que todos pensemos igual, ¿si no para qué iríamos a votar? Hay listas distintas, ideas distintas, proyectos distintos, pero creo que estamos en una situación bastante peculiar porque se votó como presidente de la Nación a alguien que se presentó como una novedad. Las cosas que decía en la tele, en las redes, en los stand up, podían resultar atractivas porque eran como remedios mágicos para problemas históricos de los argentinos y las argentinas. Se habló de dolarización, de dinamitar el Banco Central, de los váucheres educativos y todas cosas que eran relativamente nuevas. Y, tal vez, la novedad fue atractiva porque teníamos problemas de difícil solución y algunos, grandes frustraciones. Entonces algunos habrán pensado: “probemos con esto que es nuevo, quizá funciona”.
Yo no vengo a deslegitimar —menos todavía a pelearme— o a discutir el voto de nuestra sociedad que fue mayoritario. A nivel nacional, en el balotaje, fue mayoritario. 56 puntos fueron los votos que lo hicieron, en el balotaje, a Milei presidente. Después podríamos hacer muchos análisis. Uno de ellos es que en las PASO apareció La Libertad Avanza como una novedad, 30 por ciento, una elección de tercios. Después, por lo general, quien gana las PASO teóricamente junta fuerza y en las generales le va muy bien. Pero eso no ocurrió. En las generales, nuestra fuerza política, con Sergio Masa como candidato, se impuso. Y, luego, en el balotaje se juntaron las otras dos fuerzas, la segunda y la tercera, y así construyeron un resultado. Lo único que quiero decir es que en la provincia de Buenos Aires, con la misma situación nacional, las mismas dificultades, los mismos problemas, las mismas críticas, autocríticas y las mismas discusiones, eso no pasó. La historia es otra.
La historia fue que nuestra fuerza política ganó en las PASO, ganó en las generales y ganó en el balotaje. Y eso, simplemente, lo digo para darme ánimos porque estamos en una situación complicada. Así que disculpen la sinceridad, pero es para explicar y renovar de alguna manera un contrato electoral que nosotros también tenemos.
Yo no soy anarcocapitalista, no soy liberal libertario y, menos todavía, de la Escuela Austríaca. Así que difícilmente quiera acompañar estas políticas, porque, además, y para colmo, sí soy economista. Me dediqué durante mucho tiempo de mi vida a la historia del pensamiento económico, a la historia de las doctrinas económicas, de las escuelas económicas, así que tuve la suerte, o la desgracia, de estudiar a todos los autores que forman parte del corpus, del conjunto de ideas, de la Escuela Austríaca.
Los leí, di clases, escribí sobre el tema y tengo la certeza de que la Escuela Austríaca en Argentina siglo XXI no sirve para absolutamente nada. No hay una sola idea de todo eso que contribuya a los problemas que tenemos. Tenemos problemas, pero no es por ahí. Creo que si uno va a Austria hoy no encuentra un solo austríaco de la Escuela Austríaca de Milei, son muy poquitos. Puede ser que Milei sea el economista de la Escuela Austríaca más importante, porque probablemente sea casi el único. Entonces le dan premios, claro. Y lo digo no para denigrarlo, sino simplemente para explicarles la situación en la que estamos. Ganó un presidente que tiene unas ideas muy establecidas, está muy convencido de una teoría económica que todos ustedes, y la gran mayoría de nuestro pueblo, desconoce. No lo digo ni bien ni mal, pero seguramente muchos de ustedes ni sabían que existía la Escuela Austríaca. Y, de repente, hoy el presidente que se ha elegido participa, forma parte, tiene esas convicciones, ese dogma, y cree que lo tiene que aplicar hoy.
Muchos lo pueden haber acompañado y votado, pero sepan que el programa económico que está llevando adelante no es de la Escuela Austríaca. Ahí ya tenemos un problemita, porque tal vez alguien lo votó para que lleve adelante la dolarización, para que dinamite el Banco Central y para que haga lo que dijo en campaña, y que no está haciendo. Está haciendo otra cosa. Y esa cosa que está haciendo sí la conoce el empresariado nacional, porque ya se hizo varias veces. Entonces, ahí hay menos novedad, por más que las convicciones del presidente sean unas, que las expresaba en campaña, como cuando rompía piñatas del Banco Central en los canales de televisión. Son cosas que ocurrieron; no las estoy calificando. Y así ganó la elección, por más que en la provincia de Buenos Aires hayamos votado distinto.
Sin embargo, lo que Miliei está haciendo ahora tenía una condición. Él lo dijo varias veces: “no vamos a poder hacer cosas diferentes con los mismos de siempre”. Eso fue un eslogan de campaña. Y, efectivamente, estaba acompañado por dirigentes, hoy dirigentes políticos, gente con altos cargos y altas responsabilidades, como Marra, Lemoine, Posse, que eran su grupo político, los que se veían en la televisión. Pero al Ministerio de Economía no fue ninguno de esos. Al Ministerio de Economía fue Toto Caputo. Ahí hay menos novedades —y lo digo de nuevo, sin ánimos de chicanear— solo quiero compartir con ustedes mi visión sobre la situación compleja en la que estamos.
Toto Caputo nunca había hablado ni de Böhm-Bawerk, ni de Von Mises, ni de Hayek, ni de Rothbard. No sé si los leyó, y no forma parte de esa ideología. Toto Caputo es un hombre que fue ministro de Economía en la Argentina durante el gobierno de Macri, que nos endeudó, abrió las importaciones, posibilitó un tarifazo enorme y generó políticas macroeconómicas contrarias a la industria nacional. A él sí lo conocemos, sabemos cómo piensa y sabemos qué hace y lo está haciendo de nuevo. Tal vez más rápido y más profundo.
Y digo todo esto porque hay que comprender, hay que entender, qué es lo que está pasando. Y lo que está pasando es que están aplicando una política económica muy similar a todos los planes de ajuste que tuvo la historia argentina, que tuvo muchos. Y todos esos planes de ajustes, esos planes neoliberales del Consenso de Washington, desindustrializaron porque tienen el mismo paquete de ideas y es lo que están aplicando hoy. No es ni austríaco, ni liberal libertario, es eso. De la misma manera que Sturzenegger no es austríaco, es más bien el que le llevó la Ley Bases y el DNU a Milei, que es lo que está rigiendo hoy. Los mismos economistas más prestigiosos que acompañaron a Milei desde antes dicen que no está haciendo lo que prometió, ni lo que dijo, ni está haciendo una política liberal, ni libertaria ni nada, está haciendo otra cosa. Sí, está haciendo otra cosa.
Ahora, esa otra cosa que está haciendo es muy grave para la industria nacional, es muy peligrosa y muy riesgosa. Lo venimos diciendo desde hace tiempo. Lo dijimos en campaña: si vienen con ese paquete de nuevo, el mismo paquete que aplicaron en los 90, el mismo paquete que aplicaron durante la época de Martínez de Hoz, el mismo paquete que aplicaron durante la época de Macri, con pequeñas variaciones, no podemos tener resultados distintos. No vamos a tener resultados distintos.
Si uno no se deja llevar ni por el Twitter, ni por las declaraciones, ni por las conferencias internacionales, sino que mira el Boletín Oficial, mira la realidad y las políticas que están aplicando, ¿qué es lo que le pasa a la industria? Hay cierres y suspensiones en todo el cuadro industrial.
Ayer estábamos en una reunión que convocó a empresas productivas, industriales de toda la provincia de Buenos Aires, y están todas igual. Algunas suspendiendo, otras despidiendo, otras aguantando y resistiendo para no hacer ni una cosa ni la otra, y todas con muchas dificultades por las caídas de las ventas. Entonces, hay teoría económica, alta teoría económica, podemos explicar las derivadas, podemos explicar un modelito, podemos explicar mil cosas pero después está la realidad que ustedes ven en sus balances. Si no hay crédito, si suben las tarifas y, al mismo tiempo, bajan las ventas y abren las importaciones, tampoco hay que ser un doctor en Harvard para entender lo que le pasa a la industria nacional.
Mientras siga pasando esto, va a seguir la caída del consumo. ¿Por qué cae el consumo? Porque han bajado mucho los salarios. Yo lo he discutido, cada vez que puedo lo digo porque me parece que es evidente. La doctrina económica convencional dice que bajar los salarios le mejora la rentabilidad a los empresarios. Lo digo al revés: si los salarios están muy altos es un problema para la productividad, para la competitividad, para los costos, lo mismo los salarios, las cargas sociales, todo lo que venga como política salarial. Si eso baja, mejoran las industrias. Pero del otro lado vemos que cuando baja el costo, al mismo tiempo, como es general, macroeconómico, bajan las ventas. Entonces, baja un 20 por ciento, supongamos, como ocurrió con el salario real, uno de los episodios de la caída del salario real más graves de la historia argentina, el que estamos viviendo hoy. Comparable con Martínez de Hoz, comparable con Cavallo al principio, comparable con la crisis del 2001, comparable con la pandemia, comparable con las peores crisis de la historia.
¿Cuál fue el inicio? Caída de los salarios, que teóricamente es lo que quieren los empresarios, pero el resultado es este que estamos viendo: una destrucción del mercado interno porque cae el salario y cae el consumo. Una vez que cae el consumo, no vendes. Si no vendés, no tenés qué producir. Y, cuando empezás a no producir, se va generando una bola de nieve o un círculo vicioso, porque cuando suspendes y despedís hay menos demanda. Si es generalizado, entonces vendes menos otra vez y tenés que suspender más. Esto ya lo conocemos, ya lo vivimos.
No le voy a explicar a un industrial o a un empresario nacional lo que ocurre cuando se destruye el mercado interno. Además porque buena parte de nuestra industria, el 70 u 80 por ciento, va al mercado interno. Entonces el consumo interno es buena parte de las ventas de nuestro tejido industrial bonaerense. Si además les metés un tarifazo y restringís el crédito, hay problemas de acceso al crédito que se retroalimentan porque… ¿quién te va a prestar si no está vendiendo? Es lo que estamos viviendo y no es producto de una casualidad. No. Es una política económica que se aplicó muchísimas veces en la Argentina.
Quería mencionar esto porque no sé cuánto va a resistir nuestro entramado industrial de la provincia de Buenos Aires. Y cuando me dicen “bueno, pero te oponés, te enojás, no querés ir, los criticás”. Y, bueno, pero lo decía al principio: estoy acá porque fuimos a elecciones, dijimos qué queríamos hacer y qué queríamos defender, y nos votaron. Así que es cierto que Milei tiene un mandato y su legitimidad. Bueno, acá en la provincia de Buenos Aires, acá en el municipio de Pilar también tenemos un mandato, también tenemos legitimidad y eso dice: proteger la producción y el trabajo.
Y es lo que estamos haciendo. Y si la política nacional viene a destruirlo, nosotros tenemos la obligación de protegerlo. Y sí, nos comeremos un montón de enojos, a veces de insultos, de denigraciones, de tweets, de memes, pero si esto continúa, con esta velocidad, esta profundidad —como decían ayer: “no vamos a cambiar nada, no vamos a retroceder ni para tomar impulso”—, el panorama es complicado. Y repito, muchos lo votaron, pero no está haciendo lo que dijo. Si hiciera lo que dijo, en mi opinión, estaríamos peor, pero era novedoso y original. Esto que está pasando, de novedoso y original no tienen nada. Toto Caputo en el ministerio de Economía, Patricia Bullrich en Seguridad, Sturzenegger. Es un revival del gobierno de Macri. Seguridad y Economía, el núcleo de un proyecto neoliberal.
Después se pelearán internamente por cuestiones de poder, pero me parece que lo que estamos viviendo es eso. ¿Y a dónde van? Van a un país de una estructura primaria. Van a un país sin industria. En otro momento se hizo eso. Ahora no hay Ministerio de Industria, no hay Ministerio de Producción, no hay nada de eso, ni parecido. No hay Ministerio de Educación en la Argentina. Desde 1853 que no pasaba eso, que no haya ministro de Educación. Entonces, ¿a qué aspiran? ¿A dónde va esto? ¿Cuánto va a aguantar la industria?
En la época de Macri no decían que venían a desindustrializar, ahora sí. Ahora es explícito. O sea, que se tiran contra la dirigencia política, pero no es contra la dirigencia política, piensan que no hace falta industria en la Argentina, que está de más, o que podría sobrevivir un pedacito muy chiquito, ni siquiera sé si industria en términos de capital productivo, industria, fierros, maquinarias, sino capaz que se refieren a eso con las TICs como si no fueran servicio, como si fuera una actividad industrial, productiva. Pero la industria nuestra, la que hace sanitarios, la que hace nuestra industria pesada, la que hace motos, la que hace autos. Bueno, esa no.
Puede parecer medio provocador lo que estoy diciendo; es descarnado, pero estoy seguro: quieren un país sin industria. Les parece que es un error, que es un desvío, que es una gran equivocación que haya industria en la Argentina. Lo digo así, y confróntenlo, pruébenlo, busquen un solo discurso donde hayan mencionado a la industria nacional como una preocupación, como un objetivo… Nada, no hay ni una palabra.
Y lo digo con esta certeza porque como economista conozco esta discusión, entre quienes piensan que nosotros deberíamos ser un país que solo se dedique a explotar la materia prima que tiene, a extraerla, o producir, pero materia prima, y exportarla al exterior, y todo lo demás comprarlo desde el exterior. Por eso, cuando el presidente habla del paraíso perdido al que nos quiere llevar dice “el modelo agroexportador” de fines del siglo XIX. Argentina venía de ser colonia, dejó de ser colonia, y empezó a formar parte, de alguna manera, del sistema comercial británico con la subordinación: le vendíamos el alimento, nos devolvían los productos manufacturados.
¿Está bien o está mal esa especialización productiva de la Argentina? ¿Está bien o está mal? Lo podemos discutir desapasionadamente en un pizarrón. Lo podemos discutir con varios papers, con estadísticas, trayendo experiencias internacionales. Lo que digo es que aplicar ese programa hoy es destruir capacidades, destruir inversiones, destruir trabajo argentino y destruir industria nacional. O sea, llevarnos a principios del siglo XX o fines del XIX, de donde estamos hoy… Por eso me opongo también, porque el 50 por ciento de la industria nacional está en la provincia de Buenos Aires. ¿Qué le toca al gobernador de la provincia de Buenos Aires? Además de creer en eso, además de haberlo defendido siempre, además de creer que es lo mejor para el país, tengo la obligación de representar y defender a nuestra industria.
Entonces, defender a la industria no es atacar al agro, ni a la minería, ni al petróleo. Si nosotros tenemos capacidad de producción, mucha productividad y mucha competitividad en el sector agropecuario aprovechémosla para elaborarla, para sumarle valor agregado, para mejorar la tecnología y la productividad en la Argentina. ¿De qué me sirve sacar petróleo, ponerlo en un caño, subirlo a un barco y que no quede acá ni el trabajo, ni las divisas, ni la energía y que se vaya todo? Así que muy bien con las riquezas naturales, ¿cuál es nuestro punto? El trabajo que las elabora tiene que ser argentino, tiene que darse en la Argentina. Y esa energía tiene que abastecer la industria nacional y el bienestar de las familias y los salarios de la Argentina. Si no, es solo un modelo extractivista.
Lo más triste de todo esto es que ya se hizo, ya se probó y fracasó en todo el mundo, pero particularmente en la Argentina. Porque dicen: “¿A dónde queremos ir? ¿Qué es lo que añoramos? A Roca, a Avellaneda”. ¿Avellaneda? Éramos un país agroexportador Teníamos la pampa húmeda, y los productos de acá, los cueros, después la carne, la lana. Bueno, todo eso de exportación. Después venía la ropa manufacturada de afuera que teníamos que pagar. ¿Por qué dejamos de tener modelo agroexportador en la Argentina? No fue porque los industrialistas dimos una discusión.
Fue porque el modelo de especialización productiva basada solo en commodities en la producción de productos primarios, ya sea productos agropecuarios, productos de la minería o los hidrocarburos de exportación, si lo miro como economista, es de una fragilidad enorme, de una vulnerabilidad enorme. Caen los precios internacionales y te quedas en Pampa y la vía. Y es lo que pasó. Es lo que pasó y, además, no genera capital doméstico, ni posibilidad de una infraestructura.
Tuvimos grandes crisis durante el modelo agroexportador, recurrentes porque para generar la infraestructura que se necesitaba para sostener el crecimiento del modelo agroexportador había que hacer puertos, había que hacer ferrocarriles. La Argentina se endeudó, ¿se acuerdan de la Baring Brothers? El primer crédito de la Baring Brothers lo tomó el Banco de la provincia de Buenos Aires, fue el operador del crédito de la Baring Brothers. Ese crédito en el que nos prestaron un millón de libras esterlinas. Un montón de guita para hacer el puerto de Buenos Aires.
Cuando llegó acá, se habían comido la mitad. Medio palo quedaba y nunca se hizo ese puerto con esa plata. O sea, que los manejitos con la deuda vienen de largo. Pero hay otro problema, cuando empiezan a tener problemas con los precios internacionales, no se pudo pagar más ese crédito y la Argentina fue a default. La Baring Brothers, una de las casas de crédito más grandes del mundo, quebrada por la Argentina. La crisis internacional por la Argentina, crédito internacional. Lo mismo, el agroexportador como no genera acumulación de capital y necesita infraestructura y obra pública, va al endeudamiento.
O sea, que primarización y endeudamiento es el modelo. No es solo primarización. Y es lo que están haciendo y es lo que quieren seguir haciendo y profundizar: primarización y endeudamiento. Dos cuestiones de suma fragilidad para una economía. Suma fragilidad. Si vos te dedicás sólo a lo primario… Y después el drama social que significa. Ese paraíso perdido del agroexportador, que tuvo mucha inmigración porque querían traer mano de obra calificada de los países centrales, sobre todo anglosajones. Bueno, no vinieron los anglosajones prioritariamente, vinieron los latinos, vinieron los españoles. Vinieron después los eslavos, vinieron otras corrientes inmigratorias que no eran las que estaban buscando o esperaban.
Pero vinieron acá y no tenían ni tierra, ni condiciones de trabajo; estaban en conventillos, apiñados, con salarios muy bajos y condiciones espantosas de vida. Porque eso es lo que genera: salarios bajos y condiciones materiales muy, muy precarias. Hay informes y estadísticas que muestran que ese modelo genera mucha riqueza pero la concentra en muy poquitas manos. La aristocracia terrateniente, subía con la vaca al barco y tenía el palacete en París. Pero el resto acá, incluso la inmigración que habían traído, estaban en condiciones muy malas.
Ese es el modelo de país que quieren. Y lo están diciendo: primario, exportador, endeudado, subordinado y dependiente, sin industria propia. ¿Necesitan universidades? Y, yo diría que hasta podría funcionar, hasta me ánimo a decir, solo con educación privada. Es muy concentrado, es un puñado. Incluso con mano de obra calificada importada. Los ingenieros los traes de afuera. Para qué vas a formar un montón de ingenieros si lo que tenés que hacer tiene esa dimensión.
Bueno, eso es lo que a mí me preocupa. Ese modelo es un modelo de mucha desigualdad. Es un modelo de precarización para la enorme mayoría y, es cierto, para determinados sectores, mucha riqueza.
Disculpen que les hable de esto, pero es lo que se está discutiendo hoy. Parece que estamos discutiendo el último tweet. Parece que estamos discutiendo un meme y las giras internacionales. O los perros. No. Estamos discutiendo eso. Lo que estoy planteando acá es lo que se está discutiendo: si este país tiene o no que tener industria, cuáles son los instrumentos para que tenga esa industria, cómo sostenemos y cómo mejoramos esa industria, o si no tiene que tener eso, y nos tenemos que dedicar al litio, a los minerales y a los metales preciosos, al petróleo y, después, a los productos agropecuarios de bajo nivel de elaboración y valor agregado.
Estamos discutiendo eso. Y ahora se dice, a boca de jarro, “¿qué problema hubo?”. Bueno, ese modelo, todas las dificultades que teníamos, no era un lecho de rosas. Todo lo contrario. Nuestro primer centenario como país fue con represión, con estado de sitio Después de crisis recurrentes, defaults. Entonces dijo Avellaneda, parecido a lo de ahora, “vamos a pagar la deuda con la sed y el hambre de los argentinos”.
Cuando vemos hoy adónde está encaminada toda esta política, sí, a pagar la deuda, sobre todo, que tomó el mismo Caputo en la etapa anterior. Ahora, ¿qué problema hubo? Muy vulnerable. Bajan los precios internacionales y toda esa riqueza que tenías… Y peor, ¿qué otro problema hubo? Se interrumpió el comercio internacional porque se gestó, ahí, a principios del siglo XX, una etapa de nacionalismos y se produjo una guerra, que es la Primera Guerra Mundial, que interrumpió el comercio exterior. Por la cuestión de la guerra y también por los alineamientos. La Argentina tenía la neutralidad para poder venderle los granos a todos. El granero del mundo quería venderle… pero no. Se mandaba un barco a Inglaterra y estaban los submarinos alemanes que hundían los barcos con los productos. Primera Guerra Mundial. Entonces se interrumpió. Y ahí empezó la industrialización en la Argentina.
Fue una industrialización forzada, con gobiernos conservadores. La primera. El comienzo de la industrialización en la Argentina, porque se corta el comercio internacional y acá no hacíamos ni los ponchos, ni las alpargatas. No hacíamos nada. Entonces hubo que empezar a producir acá. Y así empiezan los esbozos de la metal mecánica, de los ferrocarriles, de los talleres. Todo se empieza a hacer acá porque no se podía traer de afuera. Estaban en guerra. Y después vino la Crisis del ‘30, una crisis mundial, y entonces sigue el comercio internacional interrumpido. Después, como si fuera poco, llega la Segunda Guerra Mundial.
El modelo agroexportador murió de muerte natural, porque depende de la economía mundial que, a su vez, depende de factores que se manejan y a veces tiene estos inconvenientes. Dirán: “Bueno, pero estás hablando de allá atrás”. No, estoy hablando de la crisis del 2008, de Lehman Brothers. Estoy hablando de montones de cuestiones. ¿Y qué pasó entonces? Épocas de alineamientos. Después de eso, Guerra Fría. Enfrentamiento entre dos sistemas y el dilema de dónde alinearse, y el mundo dividido. Y, entonces, se cae en la cuenta de que hay que tener una política exterior y de que los Estados importan.
Bueno, ¿qué está pasando hoy? ¿Qué deberíamos estar discutiendo? ¿Estaba todo bien? ¿Venía todo fenómeno? No, había un montón de cosas que hacer para sostener, para mejorar, para reconvertir; si hiciera falta, hasta nuestro modelo industrial. Ahora, la peor de las soluciones es liquidar la industria. Y, repito, es el plan. Tómenlo como les parezca, pero es el plan… Y a mí me resulta tremendamente preocupante y angustioso también por los resultados que ya va teniendo. Hemos tenido una caída del salario real récord. Hemos tenido caída de la producción: 5 puntos y medio de caída del producto.
Tuvimos una caída del consumo del orden de los 20 puntos. Que tienen, como siempre, dos ribetes: uno, la producción y el otro, la gente que no puede consumir. Estamos hablando de consumo de alimentos, supermercados. Un drama social, una tragedia social, porque el modelo de desindustrialización achica la economía argentina, baja los salarios. Está demostrado que los salarios industriales, la calificación y la productividad de los trabajadores industriales son mayores que los trabajadores agropecuarios.
Todo aquello que estamos observando, cómo se va desenvolviendo, es muy preocupante. La verdad que es muy preocupante. Por eso, creo que es importante juntarse a reflexionar. Creo que, de seguir estas políticas, las perspectivas son malas. Reducción salarial, apertura importadora. Si a eso le agregamos tarifazos, dificultades en el crédito. Todo eso junto sumado a la falta de infraestructura, porque dicen: “Paramos la obra pública”. ¿Qué es la obra pública? Por donde trasladan, donde trasladamos a la gente, a la mercadería, a la producción; donde integramos con el interior, donde generamos más productividad. Tenemos que hacer más inversión. Más inversión en autopistas, más inversión en puertos, más inversión aérea.
No hay que parar la obra pública, hay que hacer más obra pública que permita mejorar el entramado productivo, que les dé a ustedes mayor competitividad, que les dé más facilidad. Tenemos que hacer la estadística de los parques industriales porque es muy impresionante. Este parque industrial de Pilar es una vedette de la provincia de Buenos Aires y de la economía nacional. Es una verdadera vidriera de lo que queremos hacer. Es algo que queremos mostrar, que nos sirve, que viene creciendo. Viene creciendo muy fuertemente, pero que en los últimos 4 años en la provincia de Buenos Aires y después de un parate, después de un retroceso, en nuestra gestión anterior: 33 nuevos parques industriales se hicieron a lo largo y a lo ancho de la provincia. Política pública, planificación del desarrollo industrial, política energética al servicio de la producción nacional, infraestructura al servicio de la producción nacional.
La producción y el trabajo es lo que estructura nuestra concepción y nuestras políticas. Pero, bueno, hoy estamos en la situación en la que estamos. ¿Qué hace la Provincia de Buenos Aires? Puedo hablar largo rato de lo que venimos haciendo. En materia de créditos. Estaban hablando de privatizar la banca pública. Yo les digo que hoy, el Banco de la Provincia de Buenos Aires tiene la misma normativa que la banca privada. La misma, pero tiene una cartera mucho más grande de crédito productivo. ¿Por qué? Porque nosotros concebimos al Banco de la Provincia de Buenos Aires como un banco de fomento y de desarrollo. O sea, es un banco público que tiene como objetivo desarrollar la industria nacional y provincial. Por eso, es un esfuerzo mayor, el despliegue territorial, la presencia, el enorme crecimiento en términos de créditos para las pymes, para el sector productivo y para la producción bonaerense.
Y un banco privado puede hacer lo mismo, pero le presta a los grandes, corre menos riesgos a veces. Me acuerdo cuando habíamos lanzado los programas de créditos. No tenía las capacidades para el análisis de todas las carpetas. Se necesita una orientación al crédito productivo. Bueno, eso es la banca pública. Y después Cuenta DNI. Que dicen que les estamos haciendo un descuento. Estamos ayudando a la producción bonaerense. La Cuenta DNI cuando da un reintegro, cuando da un descuento, cuando tiene una política de fomento al consumo, ayuda, en un marco tan complicado, a las familias. Cuando uno ve colas de compras o Provincia Compras. ¿Qué hace? Da créditos al consumo, da ventajas al consumo que permite sostener el nivel de la demanda, que permite sostener la producción, que permite sostener el empleo.
Eso es la banca pública: créditos para los productores, ayuda al consumo. Eso es una política de crédito para industrializar y para sostener la industria. ¿Qué podemos hacer ahora? Y, bueno, hacer esfuerzos enormes. Todos los meses tenemos que ver si nos dan los números para sostener los niveles de crédito que estamos teniendo. Porque en medio de esto, hay un ataque al federalismo donde le están cortando fondos a las provincias.
Entonces, desde el Gobierno nacional, ausentista, más que eso, desertor de sus obligaciones, dicen que de todo se encarguen las provincias. Pero recayó sobre las provincias buena parte del ajuste y sobre los jubilados y las jubiladas. Esos ahorros teóricos que hicieron, ¿de dónde salen? De las jubilaciones, salen de la obra pública, que es lo que liquidó la construcción, que mucha de la industria productiva bonaerense es también para la construcción. Por eso esto que está ocurriendo.
Y también el aumento de los precios de los pasajes. Cuando dicen que se subsidian al transporte, pareciera que fuera plata que se regala graciosamente al laburante que va todos los días a trabajar. Es salario indirecto. Si el costo del transporte sube —me lo pueden decir ustedes porque está pasando en toda la provincia— el trabajador, al que no le alcanza el sueldo, viene a pedir más para viáticos, aumento de sueldo. Entonces, resulta que tener boleto de colectivo, boleto de tren más económico, lo que permitía era, por un lado, que una parte del ingreso descargara al consumo de los sectores populares y, por otro, que no tuviera que pagarlo el empresario, que no lo tuviera que pagar la pyme en modo salario. Salario indirecto se llama.
Ahora estamos descubriendo que la política de transporte accesible y económico, en realidad no era un subsidio, sino que era parte de una política que sostiene de esa manera la capacidad productiva, que aligera la carga sobre las industrias productivas y que, al mismo tiempo, libera productos para el consumo, que a su vez fomentan el mercado interno. Pero eso es política de industrialización. Por eso no va existir más; por eso vamos camino a que no exista más. Y creo que en ese sentido es importante reunirse, reflexionar, pensar y tener propuestas también, porque si no parece que defendemos todo tal cual es, que está todo perfecto y que nadie lo toque. No, no es lo que pensamos.
Creo que defender la educación, defender la salud pública, defender la obra pública y defender la industria nacional y la producción nacional, no es decir que está todo perfecto, es mejorarlo y transformarlo. Eso es defenderlo: criticarlo, mejorarlo y transformarlo. Pero no decir: “como todo está mal, entonces destruyo todo, no me gusta, es poco productivo, son todos planeros, tienen crédito público y entonces destruyo toda la industria nacional”. Vamos a ir a un país muy empobrecido. ¿Y después qué?
El modelo agroexportador tuvo dos episodios complicados. Uno en el origen de nuestra historia económica y de nuestra inserción al mercado mundial. El modelo agroexportador tiene el problema de esto que ocurre, Hobsbawm lo llamaba algo así como la era de las calamidades, de las catástrofes. Primera Guerra Mundial, Crisis del 30, Segunda Guerra Mundial, no se pudo más. Por más que uno quisiera, como los de ahora, que quieren volver al modelo agroexportador y no hacer nada de industria acá, es imposible.
Entonces así se empieza a generar nuestra industria. Después se le dio un impulso durante el primer peronismo. Un impulso ya con planificación, con políticas de Estado, con un interés que tiene en cuenta la soberanía, cuestiones geoestratégicas. Bueno, otra mirada: robustecer el tejido industrial, empezar a producir acá acero, empezar a producir automóviles, empezar a producir. Eso junto con el tejido científico tecnológico y universitario que tenemos. Bueno, eso es un modelo.
¿Y cuál es el próximo problema? Se empieza a discutir de nuevo. De hecho, cuando vienen las políticas neoliberales, vienen a patear en contra. Eso es lo que pasa a partir de 1976, en contra de ese modelo. Entonces te ponían una silla, ¿se acuerdan? Una silla de industria nacional, una silla importada, se sentaba en la silla nacional, se rompía y decían que todo tenía que ser importado.
Así que hubo un nivel propagandístico enorme contra la industria nacional y las políticas que lo acompañan. Pero, ¿qué discusión suscitó eso? Que, además de ser vulnerable, además de ser frágil una economía primarizada y con esa incorporación al mercado mundial, además es muy injusto. Esto ya es el desarrollismo, la década de los ‘50, ‘60, ‘70. Raúl Prébisch, Escuela Estructuralista, defensor de la idea de que en los países periféricos tenía que haber industria también, y se oponía a los que decían que si nos industrializamos fue porque estuvimos forzados, y ahora hay que volver a especializarnos exclusivamente en aquello en lo que tenemos ventajas comparativas y entonces hay que volver al modelo agroexportador. Lo mismo que ahora, pretenden que volvamos al agroexportador y liquidemos la industria. Fue un desvío que no servía para nada, que nos lleva a la frustración.
¿Y qué fue lo que explicó Prébich en aquel momento? Que el problema que hay si un país se dedica solo a la producción de productos primarios, debería cada vez poder importar más productos industriales por su producto primario. ¿Por qué? Porque la productividad en la industria va más rápido que la productividad en el campo. Es decir, que el país se va a enriquecer y va a ser socio del fruto de los productos, de las mejoras de la productividad y de la tecnología. ¿Qué demuestra Prébisch en serie de largo plazo? Que es al revés: que cada vez por productos primarios, se consiguen menos productos industriales. Así que, además, lo estafan en el mercado mundial y termina comprando más caro.
Conclusión, la fragilidad, las condiciones precarias de vida, un país de una sociedad dividida entre pocos que tienen mucho y muchos que no tienen nada. Lo vemos en otros países, acá cerquita. No es que sea un invento. Lo vemos en países que funcionan así. Algunos de ustedes deben haber recorrido un poco Latinoamérica y ven países que son así: tienen un pequeño sector, una élite muy conectada al mundo, muy globalizada, que vive muy bien, que tiene buenas condiciones, y, después, masivamente, condiciones de vida muy pero muy calamitosas. Es un modelo posible. No quiero nombrar países porque parece que fuera despectivo, pero exportan determinados minerales, unos pocos minerales y están quienes están asociados a eso, y todo lo demás es de una enorme precariedad y vulnerabilidad.
Ese modelo, que es un modelo posible para la Argentina, es el que estamos discutiendo hoy. No vamos a tener ni parques industriales, ni pymes productivas. No vamos a tener porque no hay; vayan a verlo, no hay. El tejido, la estructura productiva que tiene la Argentina, la industrialización, está en algún sector de Brasil, pero en Latinoamérica no.
Así que hoy tendríamos que estar discutiendo otras cosas: cómo mejoramos la productividad, cómo tenemos más ciencia y tecnología, cómo conseguimos patentes, cómo innovamos, cómo metemos la inteligencia artificial, la digitalización en nuestro aparato productivo, en qué nos especializamos más, en todo eso. Pero destruir la industria nacional es una catástrofe. Es una catástrofe histórica.
No me voy a pelear ni por un meme, ni por un insulto, ni por una denigración, ni por quién firma tal cosa, ni por tal otra. Lo que queremos hacer acá en la provincia de Buenos Aires es proteger y defender a nuestro tejido industrial, esperando poder cambiar estas políticas porque no les sirven.
Nosotros tenemos una responsabilidad. Y no es una responsabilidad que sea sólo de la dirigencia política. Por eso es muy importante intercambiar lo que está pasando, cuando se dan cuenta que está pasando en el otro, y que ya pasó varias veces, te das cuenta que es la misma política y que esta política es insostenible para que nuestro aparato productivo prospere, le vaya bien o siquiera sobreviva.
Entonces se va viendo cómo perecen, fenecen, mueren empresas. La verdad que no lo podemos permitir. Esa es la verdad: no lo podemos permitir. Nos ha costado mucho como sociedad, como pueblo llegar a donde estamos con todas las dificultades que tenemos. Pero tenemos que avanzar, no que retroceder. Un Gobierno provincial tiene instrumentos limitados, hay cosas a las que no llega.
Sin embargo, todas las capacidades que tengamos, todas nuestras políticas de gobierno van a estar encaminadas a ese fin. Nosotros somos la provincia de la producción, del trabajo; somos la provincia del agro y también de la industria, y de la minería, y también de los hidrocarburos. 80 por ciento de la refinación del petróleo de la Argentina se hace en la provincia de Buenos Aires. Y no queremos que todo eso sea importado o que ni siquiera se elabore acá porque no hay ni consumo, ni se puede llenar un tanque de nafta, ni se puede comprar un auto. Estaba viendo lo que ocurre con la producción automotriz hoy, es una catástrofe lo que están generando.
El llamamiento que hago es que hay muchas cosas en las que podemos no estar de acuerdo, pero quiero que nos pongamos de acuerdo en una política pública que no está en el Pacto de Mayo. Esa política tiene que ser como están haciendo los países más avanzados del mundo. Escuchaba el debate entre Biden y Trump, dos fuerzas políticas distintas, un punto en el que estaban de acuerdo: sostener y defender la industria norteamericana, la producción norteamericana, el trabajo norteamericano, las condiciones de vida norteamericana.
Tenemos la desgracia de que hoy el discurso oficial ni habla de esto. Cuando tenemos un mundo en el que de nuevo volvieron los nacionalismos, de nuevo para cuidar lo propio. No estoy diciendo si está bien o está mal, pero es lo que estamos viendo que pasa en todo el planeta. Cuidar lo propio. El beneficio de lo que tenés que representar. Acá tenemos ideas que hoy imperan, que piensan en entregar nuestros recursos naturales, en no defender nuestra soberanía, no cuidar y proteger nuestro entramado productivo y nuestra industria.
Nosotros tenemos una obligación. Si en el Pacto de Mayo no aparece fomentar, proteger, cuidar la industria nacional, yo no puedo firmar el Pacto de Mayo. Si no dice mejorar las condiciones, mejorar las condiciones de los trabajadores y las trabajadoras, del pueblo, si no dice eso, yo no puedo firmar el Pacto de Mayo. Porque no estaría representando aquello que nos da legitimidad a nosotros y lo que nos da el mandato.
No es que hay que decidir todo Estado o todo mercado. Necesitamos políticas públicas que desde el Estado ayuden a los empresarios privados a poder seguir produciendo, a poder seguir creciendo, a poder insertarse en el mundo, a poder mejorar su competitividad, a articular con nuestro aparato científico tecnológico, con nuestras universidades, con nuestro sistema educativo. Hemos puesto escuelas en los parques industriales para que tengan prácticas profesionalizantes. Hemos cambiado todo eso, pero necesitamos que el modelo general, que el modelo de país vaya en esa dirección.
Así que, desde el punto de vista de la Provincia de Buenos Aires, lo que venimos a decir es que vamos unidos a defender a la industria. Necesitamos que quienes tienen, quienes están, quienes pagan quincenas, hagan lo que corresponda también para defender lo que es de ustedes, porque también es un patrimonio de la Provincia.
Que tengamos industria, que seamos la principal provincia industrial, nos llena de orgullo. Y no lo vamos a entregar.
Muchísimas gracias.