Buenas tardes a todos y a todas. La verdad que es un día hermoso, tanto porque acompañó la temperatura, el clima, como por lo que se siente acá en Ranchos con todas las obras que viene haciendo el intendente [Juan Manuel Álvarez], con lo que hoy estuvimos haciendo: distribuyendo 124 viviendas y, al mismo tiempo, recorriendo la Casa de la Provincia y la nueva planta de tratamiento que se está haciendo. Y ahora, como para coronar ese recorrido, nos queda todavía la Comisaría de las Mujeres y este Centro Universitario de General Paz.
Nos acompañan muchos vecinos y vecinas, pero quería hablarles especialmente a los pibes y a las pibas de las escuelas rurales del distrito que están hoy acá. Voy a tratar de ser breve y de transmitirles algunas ideas, pero también algunos sentimientos que tengo y que quería compartir con ustedes.
Estamos en un centro universitario donde se dictan cinco carreras del programa Puentes. ¿Por qué estamos haciendo esto? Bueno, porque no es algo novedoso, pero no todos lo conocen, que es que en el interior de la provincia de Buenos Aires, los chicos y las chicas que terminan el secundario y que quieren seguir sus estudios en la universidad, tienen varios obstáculos. A veces esto no es tan claro, ni tan evidente para todo el mundo. Hay que vivirlo. A nosotros nos tocó recorrer la provincia de Buenos Aires —aún antes de llegar a la gobernación—, recorrer todos los pueblos de la provincia de Buenos Aires y era un problemón porque para seguir estudiando, si alguien quería seguir y cursar en la universidad, se tenía que ir a otro lado.
En la Provincia tenemos importantes ciudades con importantísimas universidades públicas, La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca. Tenemos universidades de muchísimo prestigio, de gran importancia, pero lejos. Y pasa que en la provincia muchísimos pibes y pibas quieren seguir su trayectoria educativa yendo a la universidad. Recién escuchábamos que algunas de las que recibían las compus querían estudiar psicología, agronomía, o alguna otra carrera, pero claro, en la ciudad donde viven probablemente no haya universidad. Y entonces si no hay universidad, para estudiar hay que irse lejos.
Yo les cuento cómo es la situación estadística, qué es lo que finalmente pasa. Muchos de los que se van después no vuelven a la ciudad donde nacieron, a la casa donde nacieron, o al barrio donde nacieron, o con su familia. ¿Por qué? Porque en el momento de estudiar conocen a otra persona, o consiguen un laburo y arman otra historia, otra vida en otro lado y lo que pasaba en los pueblos de la provincia, entonces, es que se necesitan profesionales. Desde el punto de vista individual y personal o familiar, en lo afectivo: se va a estudiar el hijo, la hija, y después no vuelve. Y no por malos motivos, tal vez porque arma otra trayectoria, arma una vida en otro lado, pero bueno, obviamente la familia extraña, por eso nos hablaban del desarraigo, del desgarro de despedir cuando se va a estudiar a otro lado, a otra ciudad, y tal vez para no volver. Repito, debería ser un motivo de alegría porque obviamente es una decisión personal, pero también es una pérdida para la familia.
Es una pérdida también para la ciudad. Porque se necesitan profesionales en diferentes oficios, en diferentes carreras, y entonces pasa que los que tienen posibilidad de irse a veces no vuelven y después no se consigue o es más complejo, y no porque originalmente no querían quedarse en su casa o en su ciudad, sino porque simplemente se armó otro camino y después faltan ingenieros agrónomos, faltan a veces docentes, y faltan en el pueblo. Entonces empieza a pasar un fenómeno espantoso que es que los que a veces tienen esa vocación, esa voluntad, luego de irse, privan a la comunidad de tener esa capacidad. Algunos dicen fuga de cerebros, cuando se van los científicos, hay algo de eso también.
Faltan, y entonces hay que ir a buscar médicos, médicas, arquitectos, arquitectas, y no están. Entonces se va al pueblo vecino o alguien que se radica y miren qué cuestión casi diría tonta, irracional: teníamos los pibes y las pibas que querían estudiar algo, pero se fueron a otro lado y después hay que ir a buscar a otro lado. Para los que les gusta hablar del mercado y de la meritocracia, es casi ineficiente porque después para que venga a vivir, a trabajar o a desenvolverse acá alguien que viene de otro lugar, es más complejo. Entonces se empieza a privar y se van despoblando de alguna manera. Y después se quiere poner un negocio o una empresa, o un emprendimiento, pero no está el que haga determinado trabajo.
Y se van despoblando nuestras ciudades y se va concentrando todo ahí donde estaba la universidad. Porque se puso una universidad en la ciudad de Buenos Aires, en La Plata, o en otro lado, porque ya había una concentración de población. Entonces la concentración, que después cuando viene la pandemia y dicen: “ah, estos viven apiñados en los mismos lugares y en los otros lugares se empieza a despoblar”. Bueno, eso genera más concentración, es un fenómeno perverso. La concentración, no es que nos enojamos, no nos gusta o la criticamos y después entonces se soluciona sola. No, la verdad que no. La verdad es que es al revés. Donde hay más concentración urbana, poblacional, académica, industrial, productiva, se genera más concentración, atrae más, y en la Provincia se va generando una distribución muy poco lógica, muy poco justa.
Y le agrego más: irse a estudiar es para algunas familias toda una carga y una dificultad, porque yo decía el que quiere se va. No es verdad.,Capaz que alguno de los pibes que están acá quiere estudiar una carrera, pero en su familia no hay capacidad económica. Ustedes saben que es muy caro estudiar en otra ciudad, por el alquiler, por los viajes de ida y vuelta, se hace prohibitivo, hay muchos que no pueden. Entonces a una injusticia y a una dificultad se suma otra: el problema del acceso por motivos de distancia que se traducen después en motivos económicos. Hay muchísimos pibes y pibas de nuestra provincia que teniendo ganas no tienen los recursos. Y entonces tal vez alguien que sería un excelente arquitecto, un excelente físico, una excelente química, no puede por la cuestión del bolsillo.
Estamos con pibes y pibas del último año de la secundaria y cuando uno le pregunta qué quieren hacer, algunos dicen qué quieren hacer y otros dicen no lo que quieren hacer, sino lo que pueden, porque saben que hay determinada barrera, determinado obstáculo, determinada distancia, determinada dificultad que los deja afuera. Y es económica. Entonces ahí me permito decir que la idea de que todo sea privado y que cada uno se arregle como pueda tiene esta cuestión. Bueno, todo es privado entonces que el que puede, que se pague. Y esa sería, —porque quiere usar la palabra— la libertad: cada uno hace lo que quiere. Ni ahí, minga. No es que cada uno hace lo que quiere y es libre. No, no. El que puede pagar, tal vez estudia.
Y ya este problema de ir a la universidad lo tenemos con la universidad pública y gratuita cercana. Ya hay un problema porque no todos pueden estudiar aún teniendo la universidad pública y gratuita cerca. Porque aunque no tengas que pagar un arancel y una cuota de una privada, estudiar cuesta en materiales, en transporte, a veces en no trabajar. No todas las familias pueden afrontar esa situación. Entonces, ¿qué es lo que estoy contando? Que la historia real, ahí donde parece que el mercado, el dinero de cada familia soluciona todo, y bueno, le soluciona al que tiene las posibilidades, al que tiene los recursos y al resto, ¿qué pasa con el resto? Se queda afuera. Digo, si no llegan muchas veces a estudiar los que viven en La Matanza, en Merlo, en el conurbano bonaerense, y tienen cerca una universidad. Veamos lo que pasa con el que está lejos de la facultad o de la universidad, el que además tiene que procurarse el viaje de ida y vuelta, los materiales, y sobre eso, alquilar una casa, tener un lugar. Eso deja a un montón de gente afuera.
Y el que se queda afuera no es ni menos capaz, ni vale menos. No es así. No piensa esforzarse menos, ni es que sea un vago, ni es que sea un desinteresado, o alguien que no tenga mérito, es que no puede. Hay montones de pibes y pibas de nuestra provincia de Buenos Aires que no pueden afrontar la formación universitaria. Hay un montón de familias que les gustaría acompañar a sus hijos e hijas a que sigan estudiando lo que quieran, pero no pueden. Yo quiero hacer énfasis en esto, porque estamos en un momento, que no podemos ignorar, donde tenemos un Gobierno nacional que dice cada uno se arregle como pueda y sálvese quien pueda, y que todo tiene que ser por privado. Y que el mercado y la empresa solucionan todo. Ahí tenés, si no podés ni siquiera llegar a la universidad, imaginate si tenés que pagar una cuota, un arancel para estudiar. Bueno, ahí tenés más gente afuera.
Esa es la realidad que tenemos. Si vamos a ese sistema, muchísimos pibes y pibas en nuestra provincia de Buenos Aires, que pura y simplemente querían estudiar, que tienen la vocación, que le quieren poner garra, pero no van a poder por la cuestión económica, por la cuestión geográfica. Esa es la realidad, todo lo demás es un verso. Eso de que el que se esfuerza más llega. La verdad es que hay una barrera enorme que deja un montón de gente afuera, que tiene que ver con la situación económica o con la distancia. Por eso el programa Puentes, porque nosotros sabemos que esa realidad es la que existe, pero nos duele y no nos gusta. No queremos que solamente pueda estudiar el que tenga la billetera más gorda, no creemos que esto tenga que ser así, nos parece muy injusto.
Por eso, en momentos donde le están cortando todo el presupuesto a todas las universidades nacionales, en los salarios, pero también en los laboratorios para investigar, para producir científicos y científicas; están cortando todo. Pensando que bueno, que el que tiene plata que lo pague y que aparezca una empresa universitaria que le dé al que tiene plata lo que se puede pagar. Es un modelo posible, pero minúsculo, diminuto, deja un montón de pibes y pibas de nuestra provincia afuera. Talentos. Pibes y pibas y sus familias que quieren progresar, que quieren seguir estudiando. Cada uno tiene derecho a dedicarse a lo que quiera se supone, pero muchos se quedan afuera.
Entonces este programa Puentes parte de la base de que hay muchísimas familias y muchísimos pibes y pibas, adolescentes que quieren seguir estudiando y por la cuestión de las distancias y por la cuestión de los costos se quedan afuera. Entonces la idea fue llevar la posibilidad de estudiar carreras universitarias a los pueblos de la provincia de Buenos Aires.
¿Para qué? Para que si hay un pibe, una piba que dice “yo quiero seguir estudiando”, que no dependa exclusivamente de la cuna en la que nació, del lugar en que nació, sino más de sus ganas, de su voluntad, de su vocación y de su esfuerzo. Ahí sí empezamos a hablar de mérito, porque igualamos un poquito más. Después alguno no terminará, alguno cambiará de idea, alguno no podrá y por supuesto que hay mil factores, pero este es el programa Puentes: llevar carreras universitarias al interior de la provincia de Buenos Aires y que entonces no haya bonaerenses de primera y de segunda según donde nacieron, y que su talento y su vocación la puedan desarrollar y ejercer en todos los puntos de la provincia de Buenos Aires.
Cuando pensamos en el programa Puentes no sabíamos que iba a haber un municipio, que iba a haber una localidad, que iba a tener una sede del programa Puentes tan preciosa, tan hermosa, como la que está acá. Porque también importa la recuperación del patrimonio, de nuestra historia, que una casa histórica, que tiene todo este camino recorrido, hoy aloje al programa Puentes es para nosotros, la verdad, una ganancia más, un avance más, un logro más.
Luego lo de las computadoras que me parece importantísimo marcarlo. Ustedes saben que había un programa que era el Conectar Igualdad en la época de Cristina que todos, en todas las provincias y a todos los pibes y las pibas del secundario se les reconocía el derecho a tener pueda a tener acceso a una computadora, para que no solamente lo tenga el que tiene la capacidad económica. Porque es cierto, hay quienes pueden tener, no una laptop, sino dos, tres, cuatro laptops, y no nos quejamos de eso, ni estamos reprochándolo; pero qué pasa con el que está en la misma etapa y no tiene los recursos para acceder. Y bueno, seguramente le va a costar más, seguramente va a haber cosas a las que no va a poder llegar, y nos parece muy injusto. Esta es la cuestión del Conectar Igualdad.
Nosotros en la provincia de Buenos Aires hace unos años que veníamos con el Conectar Igualdad bonaerense, para que todos los pibes y las pibas del último año de la secundaria en toda la provincia de Buenos Aires puedan acceder a su computadora. Lo veníamos llevando adelante, la verdad es que era un programa muy importante, con eso se generaron condiciones. Capaz que jugando con la computadora alguien se interesa en determinada cosa, investiga o le gustan los sistemas, o programa si tenés el instrumento, o después la usa para seguir estudiando.Esa era la idea.
Hoy, obviamente, estamos en una situación mucho más complicada porque el Gobierno nacional —que también tenía un programa que se llamaba Conectar Igualdad Juana Manso en algún momento, distribuía computadoras y nos ayudábamos Nación - Provincia— cortó todo. Y el que puede que se la compre y el que no puede que se joda. Esa es la verdad. Y nosotros no somos de esa teoría; nosotros creemos que el Estado está para eso: para generar un poco más de igualdad de oportunidades.
Por eso hoy con los recursos que tenemos, aún cuando están recortando todos los días partidas desde el Gobierno nacional, porque quieren fundir a las provincias, nosotros creemos que aún en esta adversidad hay que seguir empujando y hay que seguir garantizando, aunque sea como estamos ahora con las escuelas rurales, con las escuelas de islas, con las escuelas especiales, para que todos los pibes y pibas puedan acceder a su computadora. Esto lo decía Carli [Carlos Bianco, ministro de Gobierno] y le decían “bueno, pero la van a usar para jugar”, pero también “les regalan para que les den algo a cambio”. Bueno, no. Sepan que esto es garantizar un derecho. El derecho a acceder a la educación, el derecho a acceder a una vida mejor, a determinadas posibilidades. Es un derecho. Que no les vengan a decir que les regalaron una computadora, como si viniera del cielo. Es un esfuerzo enorme que hace toda la Provincia para garantizarles a los pibes y a las pibas que puedan tener un poco más de igualdad de oportunidades.
Muchísimas gracias.