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COMISARIA 5° III

Avanza la etapa testimonial del juicio de lesa humanidad

Prestaron testimonio los testigos Cándido Roldán y Paula Martina Salas Triana, con la presencia en la sala de estudiantes secundarios.

Viernes 25 de Abril 2025
Avanza la etapa testimonial del juicio de lesa humanidad
Día 24 del juicio de lesa humanidad

Derechos Humanos de la Provincia es querellante y acompaña a los testigos a través del Equipo de Acompañamiento en el juicio que está a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de La Plata, integrado por Karina Yabor, Ricardo Basílico y Andrés Basso y que este jueves 24 de abril avanzó con la audiencia 24.

Los represores que juzgan son José Ignacio Saravia Day, Jorge Antonio Bergés y Pedro Raúl Muñoz, acusados de perpetrar delitos de lesa humanidad sobre más de 112 víctimas.

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En primer lugar, declaró Cándido Roldán, quien fue privado de su libertad junto a su familia el 3 de noviembre de 1976. Ese día estaba en la casa de su suegra cuando llegó una numerosa patota vestidos de civil y armadas, que previo habían pasado por la casa de su cuñada Ana María, y luego fueron a este domicilio donde se había quedado a dormir junto a su esposa.

Los subieron a un vehículo, atados y vendados y recorrieron por una calle con muchos pozos y luego antes de llegar a destino, pararon en el medio del campo donde escucharon que había vacas.

“Coparon todo Abasto, nos levantaron a todos a punta de pistola, buscaban a mi cuñada, Mirtha Mabel Barragán, que no estaba. Estábamos mi señora, Blanca Azucena Barragán, mi nena y yo. Nos llevaron en un Citroen que tenía, con los años supe que era al destacamento de Arana. A la noche nos interrogaron, me desnudaron, para mí era una cama con elástico, me ataron con unos alambres de las manos y los pies, y el interrogatorio fue eso, la picana y preguntas sobre mi cuñada. Lo único que me decían cuando me daban con la picana era: ‘si querés hablar, mové la mano’ y me metían un almohadón en la boca para que no gritara”, narró Cándido.

Y continuó relatando con detalles la situación de tortura por la que atravesó. “Me mojaron, y me empezaron a dar de vuelta. En una oportunidad me dijeron: ‘hablá porque te vamos a traer a tu hija y te la vamos a meter en el pecho’. Quedé destrozado, me llevaron a un lugar con sillones de plumas y me dijeron: ‘ahora te va a entrevistar el jefe’. Y me dijo: ‘quédense tranquilos porque ustedes no tienen nada que ver’. ‘¿Y era necesario todo esto?’. ‘Es la única manera que tenemos nosotros’, fue lo único que me dijo”.

Luego de eso contó que los tuvieron unos días ahí, tirados, que dormían todo el día porque a la noche los picaneaban y que recordaba siempre la descarga de la radio. Como también actualizó algunos sobrenombres de los represores que actuaban en el lugar. “A uno le decían ‘El Cara de Goma’, y había un cura o uno que decía que era cura. Una noche andaban muy alborotados, nos sacaron y nos tiraron adentro de un vehículo y nos llevaron a la Comisaría 5ta”.

De allí dijo recordar que había mucha gente, que estaban sentados uno al lado del otro, atados y vendados, pero que no tenía noción del tiempo. “Habremos estado 7, 8 días. Una noche nos llevaron a mi señora, mi cuñado Omar Portales, mi cuñada y a mí y nos dejaron en 72 y 29, 30, una calle cortada. Me dejaron la llave del Citroen, que me lo rompieron todo, me robaron todo. Esperábamos que nos mataran, nos quedamos abrazados hasta que se fueron, y ahí nos largaron”, dijo.  

“De los que estaban ahí, había un chico o una chica Triana, creo que había un soldado también, pero no me acuerdo de los nombres. Yo tenía 25 años y mi señora 21, ella estaba embarazada de un par de meses, por eso vomitaba en Arana. Yo era pintor de obra, no tenía militancia. Mi cuñada y la pareja, Sampallo, que también me preguntaban por él, están desaparecidos, nunca más”, expresó en relación a Elisa Triana, mamá de Paula Salas Triana.

Finalmente, Cándido narró que su familia los buscaba por todos lados, que su hermano tenía un puesto de diario en la estación de trenes y un pasó un tipo le dijo que no lo siga buscando porque  iban a llevar también a él, y que ya tenían el antecedente de que el mismo día que los habían secuestrado a ellos les habían quemado una casa a un tío de su pareja que vivían en el mismo barrio y que antes de prenderla fuego les habían robado todo.

Y concluyó narrando los efectos que padeció. “Tenía que seguir trabajando, tenía que darle de comer a mis hijos, salí a trabajar pero le tenía miedo hasta a mi sombra, uno queda mal. Yo soy de contar lo vivido, eso me hizo bien. Mirtha cuando fue secuestrada tenía a mi sobrino que en ese entonces lo estuvimos buscando, no me acuerdo el tiempo y tuvo una nena, Eugenia Sampallo, la recuperamos después, con mi suegra, mi señora, yendo a Buenos Aires, haciendo análisis, pero pasaron unos años”.

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En segundo lugar, declaró de modo presencial la testigo Paula Martina Salas Triana, hija de Diego Salas y Elisa Triana, quienes están desaparecidos. “Es la primera vez que brindo mi testimonio, me llevó mucho tiempo poder reconstruir lo que pasó con mis padres. Mi madre Elisa Noemí Triana, era hija única, nació en La Plata. Mi papá Diego Arturo Salas era el mayor de cinco hermanos, una familia muy católica de Capital Federal. Mi papá tocaba la guitarra, hacía trabajo comunitario en la Iglesia Nuestra Señora de las Victorias, donde había grupos de jóvenes, trabajaban con Caritas, ahí se enamoraron, y en el año 73 con 18 años se casaron. Mi papá era estudiante de la Facultad de Medicina, nos dieron los legajos el año pasado y ahí supimos que mi papá ya tenía casi toda la carrera y que mi mamá era ingresante pero había rendido ya varias materias. Supimos también que pertenecían a unos cursos de realidad nacional, que eran adjuntos. Todo lo que fuimos reconstruyendo fue gracias a testimonios”, comenzó relatando conmovida Paula.  

Luego contó que su padre  en el año 75 trabajaba en el Hipódromo de La Plata y su mi mamá en la Municipalidad de la misma ciudad, en el área de Sanidad, que ese año empezaron  a asesinar a algunos compañeros de ellos y entonces su papá renunció en abril.

Elisa Triana, estudiaba medicina, hacía trabajo social en la Parroquia “Nuestra Señora de las Victorias”, pertenecía a la Juventud Universitaria Peronista (JUP) y ella era la responsable de un grupo de Medicina. Fue secuestrada a la madrugada cuando estaba en su casa junto con su pareja, Diego Salas, y fue conducida al Batallón de Infantería de Marina N° 3 y a la Comisaría 5ta de La Plata, y continúa desaparecida. Su caso fue juzgado en el juicio que se conoce como “Circuito Camps” en diciembre de 2012 y en “FT5” con sentencia en el año 2015. Su mamá y Madre de Plaza de Mayo, Elvira Lucía Días de Triana, la buscó incansablemente hasta el momento de su fallecimiento.

En cuanto a Diego Arturo Salas, era activistas en la Parroquia de las Victorias, pertenecía a la JUP, afín a Montoneros, y fue conducido al Batallón de Infantería de Marina N° 3. Fue visto por sobrevivientes de los Centros Clandestinos de Detención Batallón de Infantería de Marina 3 (BIM 3) y Comisaría 5ta de La Plata. Aún continúa desaparecido. Su caso fue juzgado en el juicio que se conoce como “FT5” con sentencia en el año 2015.

“En el año 75, mis padres deciden vivir en la clandestinidad, las familias no sabían dónde vivían ya. El golpe de estado los encuentra con mi hermano y mi mamá embarazada de mí. La noche del 25 de Octubre era el aniversario de casados de los abuelos de mi papá y decidieron ir a la reunión de la familia Salas y de ahí mi tío Gerardo y mi tía Claudia nos llevaron a un lugar cerca de donde vivíamos nosotros, nos dejaron y fue la última vez que los vieron con vida”, continuó relatando.

Y dijo que en el legajo CONADEP había un Hábeas Corpus que presentó su abuelo Adolfo Triana, donde cuenta con detalles el día del secuestro. Esa madrugada del 26 de octubre, a la una y media de la madrugada, entre 20 y 30 personas en autos sin identificar, con armas cortas y largas, rodearon la zona e ingresaron al domicilio donde vivían y se llevaron “a mi papá y a mi mamá y nos dejaron a mi hermano de dos años y medio y a mí de un mes y días solos. En el fondo, vivía una familia, la señora era enfermera, que casualmente conocía a mi abuelo. Mi hermano, con dos años y medio le dijo a esta señora: ‘mi nombre es Facundo Salas Triana y mi abuelo es doctor’. El día 28 de octubre nos llevó a la casa de la familia Triana. Mi abuela  tuvo un colapso nervioso y tuvo que ser hospitalizada. Mi abuelo nos llevó a la casa de la familia Salas y cuando llegó, estaba todo desordenado y saqueado. Fue a la Comisaría 3ra, al Regimiento 7 y a la Comisaría 5ta. Nunca le dieron información, hizo denuncias internacionales, pidiendo la aparición con vida de mis padres. Mi abuela Elvira, cuando se recuperó, se empezó a juntar con las Madres de Plaza de Mayo, con Hebe de Bonafini, las amenazaron, les pintaron la casa”, expresó Paula.

Finalmente, en relación al juicio FT5, dijo que en el 2014 hubo un testigo que dijo que vio con vida a sus padres, que cerca del 30 de octubre vio a su mamá y que empezaron a leer testimonios de otros juicios y en el de Circuito Camps había dos testimonios, de Cándido Roldán y Blanca Azucena Barragán de Roldán, que dijeron que estuvieron con dos personas que dieron certezas que eran sus padres.

“Cándido sostuvo que estuvo ´con el hijo del doctor Triana´, que se comunicaba golpeando la pared con la mujer que estaba del otro lado. Blanca dice que estaba con la hija del doctor Triana que ella cree que se llamaba Eliana. Pero también dice que había un camastro en una celda muy chiquitita y que a la noche alojaban a tres: a ella, a Eliana y a otra señora Salas o De Salas. Yo creo que en la confusión de estar tanto tiempo vendada, después de haber pasado por Arana, ella se confunde, pero era mi mamá. Porque dice que todo el tiempo se refería a que había dejado a una beba de 40 días, que era el tiempo que yo tenía en ese momento. También dice que mi mamá tenía una infección en los pechos porque era lo único que yo tomaba y la infección era una mastitis porque se cortó la lactancia. Que pidieron asistencia médica para mi mamá y para la otra señora que estaba embarazada, creo que dijo, y que tenía unos chichones en la cabeza y que no fueron a verla. Que haya estado en esas condiciones es tortura”, dijo Paula.

Y agregó que “Cándido y Blanca declaran que cerca del 8 o el 9 lo sacaron a mi papá, lo limpiaron, lo afeitaron y le dijeron que se iban a ir, y como fue el mismo mecanismo que utilizaron con ellos, que después los liberaron, pensaron que a ellos también, pero mis papás continúan desaparecidos. Yo quisiera saber qué pasó con mis padres. Mi mamá tenía 21 años y cumplió 22 en cautiverio. Mi papá tenía 24 años y cumpliría 25 en diciembre. Quiero saber dónde están, quiero tener sus restos, quiero decidir yo la forma de darles el adiós. No es justo que nosotros tengamos que buscar esta información, que los que saben que lo digan, no quiero dejarles el legado a mis hijos, quiero que en este juicio, en esta instancia, me digan dónde están mis padres”.

Y concluyo su testimonio agradeciendo al Equipo de Acompañamiento y a toda la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia que la “escuchó para poder presentarme, porque una pone el cuerpo y esta semana yo sentí que me acompañaron todas las personas que ya no están conmigo, mis abuelos, todos y no es fácil. Yo elijo contar la vida, la militancia de mis padres, lo que mejor hacían. Y es muy duro tener que venir a contar sus últimos momentos y lo que uno fue averiguando, así que agradezco muchísimo al equipo de acompañamiento que me haya escuchado y que se puedan seguir dando estas instancias judiciales”.

La próxima audiencia quedó programada para el jueves 8 de mayo a las 11hs.