Las carnes rojas están entre los productos alimenticios de mayor importancia para los seres humanos, y debido a su composición, pH y alto contenido de agua, son muy vulnerables a la descomposición y contaminación, por lo que es preciso seguir las buenas prácticas de manipulación previas a su consumo.
La calidad de la carne también se debe controlar a lo largo de toda la cadena de producción, industrialización y comercialización, desde la cría y engorde en el campo, el matadero y el transporte, hasta el almacenamiento y la comercialización.
Deben adoptarse las perfectas condiciones de higiene y respetarse las temperaturas establecidas para cada producto.