Por sus aportes de vitaminas los aceites vegetales deben aparecer diariamente en nuestra dieta en cantidades adecuadas. El método de obtención de los aceites es por mecanismos físicos de prensado que pueden ser fríos o calientes.
Los mejores son los que se elaboran mediante presión en frío, ya que el prensado en caliente y el refinado reducen en gran medida el contenido de las sustancias que confieren al aceite: su sabor, aroma, color y algunos de sus componentes más saludables, como las vitaminas E y beta-carotenos o provitamina A, y los antioxidantes y fitosteroles, que impiden que parte del colesterol que ingerimos con los alimentos se absorba en el intestino.
¿Qué debemos tener en cuenta?
Generalmente el extra virgen (prensa en frío) y el puro de oliva (sólo de oliva) son los más ricos en vitamina E (antioxidante natural) y fitosteroles. Ambos destacan por su elevado aporte de grasa monoinsaturada (ácido oleico), la cual aumenta los niveles en sangre del colesterol “bueno” (HDL colesterol).
Por otro lado, la vitamina E y el ácido oleico son sustancias vinculadas a la prevención del desarrollo de ciertos tipos de cáncer. Es más estable al calor y más apropiado para la fritura, ya que aguanta mejor las altas temperaturas sin descomponerse.
● Aceite de oliva virgen: se consigue a partir de la trituración de las aceitunas aplicando presión en frío para exprimir el aceite hasta obtener una pasta. Es sometido a diversos filtrados que eliminan las partículas sólidas que contiene en suspensión para hacerlo más transparente.
Los aceites vegetales de semillas no pueden destinarse al consumo si no han sido sometidos a un proceso de refinación previamente. Además pueden comercializarse bajo el nombre de la semilla de la cual proceden -ya sea girasol, soja, germen de maíz o pepita de uva- o bajo el nombre de “aceite de semillas” cuando esté constituido por la mezcla de dos o más aceites procedentes de las semillas antes mencionadas.
● Aceite de maíz: es útil para consumir crudo o cocinado. Es rico en Vitamina E que ayuda a prevenir enfermedades circulatorias y neurológicas. Es fuente de ácidos grasos poliinsaturados y aporta también vitaminas A, D y minerales como Calcio y Hierro.
● Aceite de girasol: es uno de los más ricos en ácido linoleico y vitamina E.
● Aceite de soja: tiene sabor neutro, es rico en grasas poliinsaturadas y en ácido linoleico.
● Aceite de nuez: se obtiene por presión en frío y no precisa refinado. Es el más rico en ácido linoleico, pero se oxida y enrancia con mucha facilidad.
● Aceite de sésamo: tiene un sabor y aroma muy agradables y contiene igual proporción de ácido oleico (monoinsaturado) y linoleico (poliinsaturado).
Al elegir los alimentos, recuerde que las grasas no tienen igual calidad, ni el mismo efecto para la salud.
Es muy importante considerar no solamente la cantidad, sino la calidad, es decir el tipo de ácidos grasos presentes en el alimento, para consumirlo de forma adecuada, prevenir enfermedades y mejorar la calidad de vida.