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Informe de Gestión 2017

Miércoles 10 de Enero 2018
34 años de democracia y derechos humanos
 

Por Santiago Canton
Secretario de Derechos Humanos
de la Provincia de Buenos Aires

 

El principal pilar de la democracia argentina nacida el 10 de diciembre de 1983 son los derechos humanos. La construcción de ese pilar tuvo dos grandes liderazgos. Por un lado, el liderazgo político de la mano del ex-presidente Raúl Alfonsín, y por otro, el liderazgo de los organismos de derechos humanos.

A solo 5 días de haber asumido la presidencia y de haberse recuperado la democracia, el ex-presidente Alfonsín firmó el Decreto 158/83, ordenando someter a juicio a los militares que integraron las Juntas que llevaron adelante el plan de violaciones masivas y sistemáticas a los derechos humanos. Ese mismo día, mediante el Decreto 187/83, también se creó la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP) para recibir denuncias y pruebas sobre violaciones a los derechos humanos, averiguar el destino o paradero de las personas desaparecidas, determinar la ubicación de niñxs sustraídxs de la tutela de sus padres, y emitir un informe final con una explicación detallada de los hechos.

La visión fundacional de los derechos humanos del ex-presidente Alfonsín se completó con la primera ley de la nueva democracia: la ley 23.040, que declaró insanablemente nula la ley de autoamnistía de los militares que buscó construir un escudo de impunidad para evitar ser juzgados por las decenas de miles de desapariciones, ejecuciones, torturas, violaciones, robo de bebes, y otras graves violaciones a los derechos humanos.

Asimismo, conociendo la realidad regional y entendiendo que los pasos que se estaban dando eran de relevancia más allá de nuestras fronteras, Alfonsín inició el proceso para ratificar la Convención Americana de Derechos Humanos. Argentina se transformó inmediatamente en un líder indiscutido, regional y mundial, en la lucha por la justicia y la dignidad del ser humano. En el mundo entero, la palabra Argentina pasó a estar asociada con los derechos humanos.

Pero estos pasos no se hubiesen dado sin el otro pilar fundacional de nuestra democracia: el movimiento de derechos humanos y su metódica e irrenunciable lucha. Primero, durante la dictadura, el movimiento de derechos humanos fue crucial para limitar, denunciar y documentar las violaciones a los derechos humanos. Durante esos años, cuando la muerte, la desaparición y la tortura eran la regla para perseguir, intimidar y silenciar a la sociedad, el movimiento de derechos humanos alzó la voz para salvar a miles de personas; para documentar y que no quedaran en el olvido las violaciones masivas y sistemáticas; y para que el mundo entero conociera la verdadera cara de la dictadura.

Ese movimiento de derechos humanos continuó siendo central con la llegada de la democracia. Una sociedad que fue víctima de la barbarie criminal como la que ocurrió en Argentina no podía construir una democracia con justicia, sin pobreza, sin violencia y sin discriminación, si los peores crímenes de nuestra historia se mantenían en la impunidad, si no se buscaba la verdad de lo ocurrido, y si no se mantenía viva la memoria. Desde 1983, el movimiento de derechos humanos ha mantenido bien alto el estandarte de memoria, verdad y justicia. Transcurridos casi 35 años del retorno de la democracia, el liderazgo político y el del movimiento de derechos humanos continúan siendo centrales en la agenda política argentina.

Los grandes logros por los derechos humanos que entraron a la Argentina por el esfuerzo del movimiento de derechos humanos y por la puerta que abrió Raúl Alfonsín, y luego contó con el necesario impulso de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, del Congreso Nacional y del ex-presidente Néstor Kirchner, deben ser profundizados para lograr que los beneficios de los derechos humanos lleguen a todos lxs habitantxs, y no sean una mera aspiración.

Asimismo, a nivel universal, durante las últimas décadas el abanico de los derechos humanos se ha ido ampliando para incluir derechos que décadas atrás no tenían el mismo desarrollo conceptual ni técnico que tienen en la actualidad. Para comprender mejor el impresionante desarrollo expansivo de los derechos humanos durante el último cuarto de siglo basta ver la lista actual de los Procedimientos Especiales del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas: de los 44 mecanismos temáticos de protección de derechos humanos que existen actualmente, solo dos existían en 1983, el Grupo de Trabajo de desapariciones forzadas y el Relator Especial sobre ejecuciones extrajudiciales.

Es decir, la enorme mayoría de los temas de trabajo del Consejo de DDHH de Naciones Unidas fue creada con posterioridad al retorno de la democracia en 1983. Por ejemplo, entre los procedimientos especiales temáticos creados en los últimos seis años figuran el Experto Independiente sobre adultos mayores, el Relator Especial sobre derecho a la privacidad, el Experto Independiente contra la violencia por discriminación basada en la orientación e identidad sexual, el Relator Especial sobre el derecho al desarrollo, el Relator Especial sobre derechos humanos y medio ambiente y el Grupo de Trabajo sobre empresas y derechos humanos. Indudablemente tres décadas después de la recuperación de la democracia, la agenda de derechos humanos es mucho más rica y variada.

Este cambio en la agenda de derechos humanos a nivel universal nos obliga, como Estado, a ampliar la agenda interna. El trabajo de los relatores y grupos de trabajo del Consejo de DDHH de la ONU se sustenta mayormente sobre normas internacionales aceptadas voluntariamente por el Estado argentino, y por consiguiente nos obliga a cumplir con las opiniones o decisiones que surjan de dichas instituciones.

Desde la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires iniciamos nuestro trabajo teniendo muy presente tanto el legado histórico de derechos humanos en Argentina, como la evolución que han tenido los derechos humanos a nivel internacional.

En ese sentido, al mismo tiempo que se profundizó el trabajo en las querellas por delitos de lesa humanidad y en la señalización y creación de Espacios de Memoria, se inició un proceso para incluir en la agenda de la provincia de Buenos Aires temas que no figuraban dentro de la cartera de derechos humanos. Por ejemplo, por decisión de la gobernadora María Eugenia Vidal, se incorporó el área de género a la Secretaría de Derechos Humanos, adaptando está temática a una concepción basada en el derecho, así como la temática de diversidad sexual. Asimismo, y entendiendo que el fin último del Estado es la búsqueda de la dignidad de todxs lxs habitantes, desde la Secretaría se comenzó a trabajar con una visión transversal, cooperando y coordinando con todas las áreas del Estado para alcanzar dicho fin.

Por otro lado, teniendo en cuenta el liderazgo histórico del movimiento de derechos humanos, la Secretaría de Derechos Humanos trabajó con varios organismos para avanzar en la agenda de memoria, verdad y justicia. A lo largo de las tres últimas décadas, frente al incumplimiento del Estado con sus obligaciones, los organismos de derechos humanos, afortunadamente, ocuparon ese espacio de trabajo. La búsqueda de lxs bebés secuestradxs por la dictadura, es, por ejemplo, una clara obligación del Estado. Sin embargo, fue gracias a la extraordinaria e infatigable lucha de Abuelas que hoy se han logrado recuperar 127 nietxs.

Lo mismo se puede decir de otros organismos que trabajan por los derechos humanos, como el Equipo Argentino de Antropología Forense, la Comisión Provincial por la Memoria o el Centro de Estudios Legales y Sociales. Sin perjuicio de las diferencias circunstanciales que podamos tener, como Estado, debemos dialogar y colaborar con estas organizaciones para avanzar en una agenda de derechos humanos que beneficie en el corto, mediano y largo plazo a todxs lxs habitantes de la provincia de Buenos Aires y de Argentina.

Los derechos humanos son siempre el futuro, inclusive cuando se trata de resolver violaciones que ocurrieron hace cuatro décadas. Mirarlo de otra manera es pensar que la lucha por la dignidad, y por los principios y valores que en 1948 dieron nacimiento a los derechos humanos, hoy dejaron de tener relevancia. No es necesario explicar las graves consecuencias de esa visión.

Los derechos humanos y la democracia son inseparables. A pesar de haber transcurrido más de tres décadas desde la recuperación de la democracia argentina, las deudas pendientes son más que significativas. La discriminación, la desigualdad, la pobreza, la inseguridad ciudadana, la impunidad son sólo el comienzo de una larga lista de deudas que tiene el Estado con la sociedad. La democracia que nació en 1983 se abrazó a los derechos humanos para pagar esa deuda y lograr una Argentina donde estos derechos lleguen a cada hogar.

A partir de ese auspicioso inicio democrático, y parafraseando a Gabriel García Márquez, desde la Secretaría sostenemos que los derechos humanos no deben ser una condición ocasional de la democracia, sino que deben acompañarla siempre, como el zumbido al moscardón.

(para descargar completo el Informe de Gestión 2017 de la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, click acá).